PortadaCorreoForoChatMultimediaServiciosBuscarCeuta



PORTADA DE HOY

Actualidad
Política
Sucesos
Economia
Sociedad
Cultura

Opinión
Archivo
Especiales  

 

 

OPINIÓN - LUNES, 7 DE JULIO DE 2008

 
OPINIÓN / COLABORACION

El futuro del Tratado de Lisboa

Por Luz Elena Sanín, senadora ceutí


El tratado de Lisboa aprobado el 13 de diciembre de 2007 es el mayor instrumento de cohesión y desarrollo de la política de la U.E. como espacio de libertad, seguridad, solidaridad y justicia y a través del cual se han de fomentar propuestas globales en estos ámbitos y de manera especial, es el marco legal para alcanzar estrategias comunes en aras a un mayor desarrollo en política europea sobre migración y sobre la importancia de combatir los principales factores que impulsan la migración ilegal.

El T.L. es una apuesta de libertad y de seguridad; de cohesión y de futuro frente a la necesidad de reforzar la competitividad de las economías de los estados miembros; y además, es una apuesta para dotar a la UNIÓN EUROPEA de una mayor capacidad de decisión al permitir que un buen número de materias puedan ser aprobadas por “mayoría cualificada” en lugar de por unanimidad; constituye pues, un desbloqueo importante para seguir avanzando en proyectos comunes.

El T.L. ha de ser sometido a la aprobación del parlamento de los estados miembros salvo IRLANDA que ha de hacerlo por “referéndum” según precepto constitucional. Y precisamente ha sido Irlanda el único país que ha dicho “NO” a dicho tratado.

IRLANDA un país de 4 millones habitantes a dicho “NO” a 500 millones que conforman la U.E. pese a representar el 1% de la población y pese haber mantenido desde su ingreso (1973) un alto nivel de ayudas directas, fondos estructurales o regionales, rebajas fiscales y una representación igualitario en el colegio de comisarios o en el voto del consejo de Ministros.

Con este tratado nos dirigimos a una Europa más moderna, más eficaz, más cohesionada y más demócrata; sin embargo, el resultado del referéndum Irlandés ha venido a ensombrecer el gran proyecto Europeo.

Las líneas generales y de mayor calado en que se sustenta el tratado consisten en a) creación del cargo de presidente de la U.E.; b) reducción de la capacidad de veto de los estados miembros; c) la carta de los derechos fundamentales jurídicamente vinculante; d) se refuerza el poder del parlamento europeo; e) más medios para el alto representante de la Unión para asuntos exteriores (antes llamado Ministro de Exteriores) responsable de la política exterior y la seguridad y f) reducción de los miembros de la comisión a 18 a partir del 2014.

El mantenimiento de la toma de decisiones por unanimidad ha frenado algunas políticas o actuaciones importantes al ser vetadas, en ocasiones por un solo estado y por ello la paralización de grandes proyectos como la Constitución Europea que lo fue por Francia y Holanda y el T.L. por Irlanda.

Con el nuevo tratado de Lisboa, se viene a dotar de mayor capacidad de decisión a la Unión Europea al permitir que un buen número de materias puedan ser aprobadas por “mayoría cualificada” en lugar de por unanimidad; es decir, con el voto del 55% de los estados miembros que representaran al menos el 65% de la población de la Unión.

Irlanda ejercitó su derecho a decidir y dijo “NO” (53,4% frente al 46,6 que dijo SI); y ese derecho debe ser respetado en una Europa democrática, pero también es cierto, que ese derecho no puede paralizar el proyecto común del resto de los estados miembros de la Unión que han ratificado o ratificarán el tratado en un futuro próximo, de ahí, la importancia de la “mayoría cualificada” que el mismo tratado establece para la toma de decisiones.

¿Qué hacer?

¿Qué hacer ante el fracaso de la ratificación en Irlanda?

No podemos olvidar que este mismo proceso se vivió con el Tratado de Niza y fue precisamente Irlanda quien entonces dijo “NO” (2001) y tras una nueva negociación con Bruselas y una 2ª convocatoria a referéndum se obtuvo el apoyo popular, sería prudente entonces un margen de tiempo que permita consensuar intereses y someter el T.L. a una nueva consulta a los mismos fines; y es que lo que aconteció entonces bien puede repetirse, solo así, se podría alcanzar la unanimidad que exige el T. Niza para la aprobación del TL que en definitiva, es el que viene a desbloquear la toma de decisiones al adoptar el sistema de “mayoría cualificada” como única posibilidad para que la aspiración de una Europa Unida y cohesionada tenga futuro.

En mi opinión, esa deriva del “NO” de Irlanda, no ha de ser óbice para continuar con la ratificación del T.L. por parte de los demás estados miembros en cuyo caso, nos encontraríamos con una Europa a dos velocidades hasta tanto en cuanto los irlandeses decidan dar el “SI” a dicho tratado.

No obstante lo anterior, podría también plantearse la retirada de Irlanda de la U.E. y renegociar un convenio especial con ese país tal y como en su día (1992) se hizo con Dinamarca.

En última instancia y no sería lo más coherente, paralizar la ratificación del T.L. por parte de los estados miembros que aún penden de su ratificación y mantener el T. Niza, en este supuesto, la U.E. quedaría blindada para seguir avanzando a tenor de los tiempos y además, debilitada por los obstáculos que supone el proceso de toma de decisiones por unanimidad en una Europa de 27; por ende, hasta tanto en cuanto no se ponga en práctica la nueva “mayoría cualificada” para la toma de decisiones (55% de los estados miembros que representen al menos el 65% de la población de la unión) no tendremos realmente esa Europa cohesionada y fortalecida a la que aspiramos en aras de la Libertad de la igualdad y de la solidaridad.

Pese al “NO” de Irlanda, se ha de seguir con la ratificación del T.L. y posponer en todo caso su entrada en vigor por un lapso de tiempo prudencial que permita a los ciudadanos de aquél país volver a pronunciarse; de no hacerlo, se entraría a la Europa de las dos velocidades.

No se puede permitir que la decisión de un solo país de 4 millones de habitantes paralice el gran proyecto europeo (500 millones de habitantes) tal y como ocurrió en el 2005 ante el “NO” de Francia y Holanda respecto al a Constitución Europea.
 

Imprimir noticia 

Volver
 

 

Portada | Mapa del web | Redacción | Publicidad | Contacto