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OPINIÓN - DOMINGO, 13 DE JULIO DE 2008

 

OPINIÓN / LAS NOTAS DEL QUIM

Religión versus guerra
 


Quim Sarriá
quimsarria@elpueblodeceuta.com

 

Estoy reunido con un grupo de amigos en el centro al que acostumbramos a acudir para desarrollar una de esas tertulias de carácter bastante encendido, sin llegar a la categoría de esos hinchas de fútbol furibundos de sus respectivos equipos enfrentados, en las que se debate desde lo que cuesta una miga de pan hasta un Rolex de oro.

No ha pasado ni cinco minutos del inicio de un debate sobre inmigración cuando una trifulca tiene lugar a escasos metros de nuestra mesa. Un sudamericano y un marroquí se enzarzan en una discusión sobre sus respectivas religiones matizando el sudamericano que en su país existe otra religión muchísimo más antigua que la del Islam.

No se que pasa a continuación, pero lo cierto es que me encuentro con una pelea que deja en paños menores a la lucha libre que alguna cadena televisiva ofrece a los fanáticos de ese deporte violento.

Visto y no visto, los “mossos d’esquadra” se presentan con tal celeridad que a los cinco minutos el lugar es un remanso de paz lleno de gente con la boca abierta… ¡ni “mu” se oía! Se llevaron detenidos a los dos “luchadores”.

Desde tiempos inmemoriales todas las guerras, casi sin excepción, se han desarrollado en torno a la religión.

Existen dioses justos, coléricos, vengativos o bondadosos y la humanidad lleva miles de años matándose entre sí por imponer sus propias creencias sobre su dios. Es una verdad inmensa que budistas, cristianos, judíos, musulmanes, taoístas…, blancos, negros, amarillos, cobrizos, etc. se empeñan en marcar sus diferencias a través de la violencia en casi todo.

Lo extraño es que nadie monta una guerra por tener diferentes criterios sobre el diablo, sobre la representación del mal. En todas las religiones adoran al dios que adoren; cambiando en todo tiempo y cultura… pero la figura de Satanás, en todas las religiones queda inalterable ¿por qué?

¿Por qué Dios no hace acto de presencia y pone fin a los infinitos padecimientos de su amada humanidad, hecha a su semejanza? No es suficiente tener fe porque esa fe es tan quebradiza que un cristiano reniega de ella y se convierte al Islam… nada le pasa. Ni un rayo le cae del Cielo ni sufre la cólera de Dios.

Cuando se desintegró el Imperio Romano, con sus dioses y diosas, aparecieron los godos, antiguo pueblo de Germania que entre los siglos III y VI (dC) constituyeron una importante potencia que coincidió con el inicio de la crisis romana. Los godos tenían sus propios dioses y dejaron, en su camino desde el sur de la actual Suecia hasta el sur de Europa, tras de sí a numerosos pueblos con sus respectivos dioses que fueron imponiéndolos (alanos, burgundios, esciros, gépidos, hérulos, suevos y vándalos).

Las riñas que tuvieron esa división de pueblos sobre sus respectivas creencias dieron paso a su vez a otra división: en los ostrogodos, que se desplazaron por el centro y el este de Europa, y los visigodos, por el oeste y sur del continente. Hispania incluida.

A los visigodos, que habían erradicado a los suevos, alanos y vándalos aliados con los romanos antes de expulsar también a estos, le siguieron los musulmanes con su Islam a cuestas. Durante el dominio árabe muchos godos e hispano-romanos se convirtieron al Islam…

Bueno, no voy a dar una perorata de Historia que para ello hay gente mucho más preparada que yo. Lo que quiero plasmar es mi convencimiento que la existencia de Dios, de cualquier dios se llame como se llame, sólo ha servido para que la Humanidad se mate entre sí y para que una tercera parte de la mitad de esa mitad de la Humanidad viva en la opulencia mientras que el resto vive en la miseria forzada con la complicidad de esos dioses. ¿Complicidad?, sí, porque ese Dios consienten que se mate y se robe en su nombre… Pio XII dijo “… si es por una causa justa…” ¿No te jode?

¿Qué pintan, entonces los Mandamientos de Dios? Sobre todo el quinto, cuando hay un primero. ¿Por qué exige Dios que le ame por encima de todas las cosas si no lo conozco ni conoceré nunca?
 

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