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OPINIÓN - DOMINGO, 20 DE JULIO DE 2008

 

OPINIÓN / EL MAESTRO

“En torno a la LOGSE”
 


Andrés Gómez Fernández
andresgomez@elpueblodeceuta.com

 

La aparición del libro “Hijos de la Logse”, que examina la Ley, en el avance del primer capítulo, cuyo autor Francisco Robles, escritor y periodista, desgrana las claves para entender el fracaso de la misma y, al mismo tiempo, enumera un decálogo para empezar a superarlo. El autor se apropia del Lenguaje “demagógico y eufemístico” de la Ley y las bases psicopedagógicas en que se asienta: “La Logse es algo más que una Ley, es una unidad de destino en lo curricular” sostiene el autor.

En el primer capítulo, el autor piensa que “a falta de una verdadera revolución social, política o económica, el logsiano llevó todo su atalaje de utopías al único sitio donde podría ponerlas en prácticas sin que se le rebelase el personal: al ámbito de la educación…”

“Se empezó por poner en cuestión la autoridad del profesor, al que pronto se le acusó de haber sido cómplice o practicante de los métodos represivos del franquismo. Una vez se impuso la ley del péndulo, que convertía al alumno en inocente, aunque se demostrase mil veces lo contrario. Palabras como culpa o castigo fueron eliminadas ‘ipso facto’ del vocabulario escolar y sustituidas por otras de significado blando y sentido. Ahí empezó todo…Luego vinieron los cambios léxicos que convirtieron el programa en currículo, las bajadas de niveles en adaptaciones curriculares no significativas, o el aprobado general en la evaluación para la diversidad… Desposeídos de la autoridad que les permitían mantener el orden y la disciplina en la clase, los profesores se convirtieron en chivos expiatorios y en cabezas de turco. El diploma discriminatorio le dio paso al PA, vulgo ‘progresa adecuadamente’: curioso empleo del verbo progresar, digno de la progresía andante. Y los suspensos que traumatizaban a los pobres infantes se convirtieron en la mayor obviedad que han visto los siglos: ‘necesita mejorar’. ¿Quién no lo necesita por mucho que sepa…?”

Conviene recordar que el 3 de Octubre de 1990 se publicó la Ley Orgánica de Ordenación del Sistema Educativo (LOGSE), promovida por el PSOE. La base va a ser la evaluación del sistema para poder mejorar, reformar y ampliar el proceso educativo. La escolarización se hace obligatoria hasta los 16 años, se establece la promoción de curso automática, se crea la etapa de Educación Secundaria Obligatoria (ESO). Las críticas llegaron por la falta de medios para aplicarla. En los últimos 17 de años se han sucedido varias leyes. Tras la LOGSE, llegó la Ley Orgánica de Calidad de la educación (LOCE), reforma auspiciada por el PP, entonces en el Gobierno, y aprobada en 2002. Fue muy discutida, y en 2005, con el PSOE en el poder, se inicia otra reforma que ha dado lugar a la Ley Orgánica de Educación (LOE). Un galimatías de siglas que encierra un debate político centrado, sobre todo, en detalles como la enseñanza de la Religión y la polémica asignatura Educación para la Ciudadanía (EpC).

En los momentos de darse a conocer la implantación de la reforma, a lo largo de un proceso prolongado, con relativa frecuencia, el Ministerio enviaba a los centros de profesores un equipo de técnicos documentados, donde se presentaba la Ley como un instrumento imprescindible y decisivo para llevar a cabo la reforma, asegurándose que se iba a contar con los medios suficientes y necesarios para su efectiva puesta en práctica, presentada como un compromiso político y social, y que la Ley contenía la suficiente flexibilidad como para aspirar a servir de marco a la educación española durante un largo período de tiempo, siendo capaz de asimilar en sus estructuras las reorientaciones que pudiera aconsejar la cambiante realidad de futuro.

Por el interés que despertaban los debates que se establecían entre técnicos y asistentes, en general profesores de la fagocitada EGB, que a partir del momento de su implantación, recobraríamos el tan ansiado título de maestro, quedábamos perplejos por la excelencias que nos “vendían” los expertos. Ni que decir tiene que ninguna de nuestras sugerencias sirvieron para nada, en particular aquellas que iban dirigidas al proceso de promoción, ya que vislumbrábamos que se pasaría de nivel sin superar las materias programadas en cada curso.

Cuando se supo que, de forma oficial, se había aprobado la LOGSE, algunos compañeros nos encontrábamos en una de las Escuelas de Verano, que con mucho acierto se celebraban en nuestra ciudad. Daba la impresión que todo estaba preparado, pues, coincidiendo con la clausura de la Escuela, una autoridad educativa recibió la noticia de la “buena nueva”. Aquello fue una fiesta.

Implantada la Ley en la ESO, curso 1995-96, al finalizar el mismo, en 1º de la ESO, se empezó a debatir por el equipo docente que atendíamos a los dos grupos que tenía nuestro centro, sobre qué criterios teníamos que aplicar para la promoción a 2º de la ESO. “Via libre”. Todos los alumnos y alumnas promocionaron, al entenderse que el proceso era “cíclico”, es decir que los objetivos se valorarían al finalizar el 2º curso. Conviene recordar que estos dos cursos se impartían en los centros de Educación Primaria. Fue en el 2002-2003 cuando se incorporaron a los IES.

Llegada la evaluación del 2º curso de la ESO, nos encontramos con lo ya esperado: los alumnos que no habían conseguido superar los objetivos del 1º curso, lógicamente no superaron los objetivos del 2º curso, por lo que nos planteamos realizar “algunos ajustes” para “maquillar” los malos resultados, o retenerlos en 2º curso. Se optó por lo primero, con lo cual los alumnos que promocionaron a 3º en estas condiciones terminaron en inferioridad con respecto a aquellos que habían conseguido superar el ciclo. ¡Todo un gran éxito!
 

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