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OPINIÓN - LUNES, 21 DE JULIO DE 2008

 

OPINIÓN / EL ESQUINAZO

Dos amigos
 


Jesús Carretero
jesuscarretero@elpueblodeceuta.com

 

Ycon buenas relaciones desde hace muchos años. Me refiero a S.M. el Rey y a Adolfo Suárez.

Los dos, que nadie lo dude, fueron los principales artífices de la apertura a la democracia; los dos confiaron mutuamente en lo que se podía hacer, y aunque ciertas “bestias” aferradas a un pasado caduco y trasnochado, intentaron poner “palos en las ruedas”, la democracia no se frenó y se llegó a lo que había que llegar.

Naturalmente nada puede durar siempre, y Adolfo Suárez, un buen día, harto de los problemas por la izquierda, por la derecha y, lo peor de todo, dentro de su propio partido, decidió hacer lo que en este país parece que no tiene sentido, dimitir, y dimitió acosado por cierta gentuza que ni quería, ni sabía de qué se trataba el planteamiento del que había partido.

Después, ya sabemos lo que ha habido, por unas partes y por las otras, y ahora mismo lo mejor que podemos decir es que Adolfo Suárez, el hombre con el que se dio el primer paso hacia la democracia, es bien visto por todos, especialmente por los que, en su momento, le atacaban desde fuera.

Lo malo de todo esto es que, aunque el ex presidente todavía vive, su enfermedad, una grave enfermedad degenerativa, no le permite disfrutar de ese cariño y ese respeto que recibe de todas partes.

Sabemos que su familia lo adora, además de que está teniendo el señorío de no reclamar nada de ninguna parte, de lo que pudieran beneficiarse.

No hay noticias, nada más que muy de tarde en tarde, del ex presidente Suárez, y si ahora ha salido a la luz algo sobre él, es debido a la visita del pasado jueves, cuando los Reyes de España fueron a hacerle entrega, de una manera personal y en la intimidad de su domicilio, de las insignias del Toisón de Oro, la distinción de mayor prestigio del mundo, que se le concedió el pasado año.

La noticia, naturalmente, ha trascendido, pero la publicidad ha sido nula y únicamente se ha difundido una fotografía, en la que de espaldas se ve al Rey, paseando con Adolfo Suárez, fotografía que parece que fue tomada por su propio hijo.

A eso se llama discreción, sencillez y modelo de saber valorar hasta donde se puede llegar en cada momento.

Hacerse eco de un hecho como este, en las circunstancias que se ha llevado a cabo, valora lo que es la ética de una familia y valora, desde el punto de vista de los Monarcas, lo que es la amistad hacia un hombre que, en unos momentos nada fáciles para la Corona, fue capaz de arriesgar todo y hacer lo que era posible y más, para que el Jefe del Estado pudiera seguir con la difícil labor que se le había encomendado.

Un paseo, aunque de espaldas a la cámara, no de espaldas a la realidad, de dos hombres por los que han pasado los años y ya están en plena madurez. Un paseo de dos amigos, el uno con el peso de la responsabilidad, aún, sobre sus espaldas, el otro muy lejos de lo que era su actividad diaria, hace años.

Esta foto, difundida en la práctica totalidad de los medios de comunicación, sin alaracas de ningún tipo, debe servir de modelo para quien confió en Adolfo Suárez, y al mismo tiempo Para respetar, incluso más, a quien fue capaz de legalizar el PC, al que abrió las urnas cerradas durante muchos años, al que firmó los Pactos de la Moncloa, al que logró que se redactara y se aprobara una Constitución, que 30 años después, aún sirve.
 

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