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OPINIÓN - MARTES, 22 DE JULIO DE 2008

 

OPINIÓN / EL OASIS

De cháchara con el tendero
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

El tendero está siempre en su sitio. Y cada vez que paso por delante de su tienda de comestibles, sita en mi barrio, procura dirigirse a mí con tan buenos modos como deseos de pegar la hebra. Suelo pararme con él, de tarde en tarde, y aprovechando siempre algún momento en el cual no esté metido en faena.

El viernes pasado se presentó la ocasión de conversar con él y me confirmó lo que ya sabía: es lector de “El Pueblo de Ceuta” y colecciona mis columnas. Ante alguien así, aunque sólo sea por egoísmo, uno no tiene más remedio que hacer un alto en el camino y dejarse, si llega el caso, incluso entrevistar.

El tendero, como tantas otras personas, confiesa que viene votando al PP desde que Juan Vivas figura como cabeza de cartel electoral, pero pronto saca a relucir su casta: “Lo cual no quiere decir que sea de esos que andan en todo momento pregonando que el presidente de la Ciudad es poco menos que una bendición de Dios. Hasta ahí no llego; usted me entiende, ¿verdad?...”.

Claro que le entiendo. Faltaría más. Lo que se escaparía a mis entendederas es que me dijera que este pueblo no es merecedor de tal presidente. Y cosas por el estilo. Entonces, por más que usted me adulara, seguro que no pasaba por delante de su establecimiento para no verme obligado a mantener los minutos de cháchara que a veces compartimos.

-Pero yo, De la Torre, antes de que se me olvide, me gustaría preguntarle si es verdad, como le vengo leyendo, que las mujeres del PP están tan entregadas a la voluntad del presidente de la Ciudad.

Sí; más o menos es como he venido diciendo días atrás. Créame que no son infundios míos. De ningún modo. Pues ya me guardaría yo de propalar tal cosa sin tener los conocimientos justos al respecto.

-Pues si es así, y yo me fío mucho de usted, no me negará que Vivas merece un homenaje cuanto antes para premiarle por su manera de comprender a las mujeres. Porque si ya hay que tener habilidad para conseguir ganarse la voluntad de una, qué trazas no se dará el hombre para que todas les coman en la mano.

Mire usted, Anselmo...

-Perdón, me llamo Ambrosio...

Mis disculpas, Ambrosio, mis disculpas... Que a veces a uno también se le va a la olla. Le iba a decir que Vivas maneja el naipe de los halagos, con maestría de jugador profesional, por no decirle de tahúr, que queda muy poco vistoso y comprometido. Y a las mujeres, como bien sabe usted, los halagos les hacen crecer como el abono a las plantas. Y las predisponen a favor de la causa de quien maneja los ditirambos con empaque y soltura.

-Bien, será como dice; pero de los consejeros nunca nos ha contado usted cómo se vienen relacionando con Vivas.

Cierto... Y es así porque los hombres, viendo al jefe domeñar mujeres, saben ya a qué atenerse. Amén de que Márquez, como buen militar que es, obedece a rajatabla las órdenes de Vivas. Doncel es aplicado. Martínez funciona cuando se olvida de sus querencias. José Antonio Rodríguez no está en su mejor momento. Díez Nieto sabe lo que sabe y además es hombre de muchas lecturas. Wahnon hace malabares para no dormirse más, etcétera. Y así está todo atado y bien atado... Ambrosio.
 

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