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OPINIÓN - SÁBADO, 26 DE JULIO DE 2008

 

OPINIÓN / MIS COSAS

Mis cosas
 


ADE
ade
@elpueblodeceuta.com
 

Los nacionalismos, se mire por donde se mire, no son más que puros y duros aldeanismos. Y los más nacionalistas, sin duda alguna, son todos aquellos aldeanos que llegaron a las grandes ciudades con sus maletas de cartón piedra atada con una correa, con una mano delante y la otra detrás buscándose la vida.

Algunos de ellos, al llegar a las grandes ciudades y contemplar los enormes edificios, no se cayeron de espaldas porque se aferraron con todas sus fuerzas a sus viejas maletas. Incluso cuando vieron los coches con las luces encendidas, se refugiaron en el primer portal que encontraron, en la creencia que el vehículo, no era más que un enorme bicho con los ojos encendidos.

El aldeano considera, por encima de todo, que no hay un pueblo mejor que el suyo y, sobre todo, que el que no habla como él no sabe hablar. Nada hay, pues para él, mejor que su pueblo y todas sus tradiciones, Sus ferias no las iguala el pueblo de al lado, que sólo fue capaz de quemar un cohete en la traca final cuando ellos, los de sus pueblo, quemaron dos y el corcho de una botella de sidra.

Así que cuando salen al mundo, ese mundo totalmente diferente al suyo, donde las vacas no van por las calles principales y el cartero no recorre el pueblo en bicicleta llevando la correspondencia a Juanita la del tío Rufino o a Pepita la novia del “verruga”, se quedan asombrado y tratan, por todos los medios a su alcance, adaptarse lo más rápido que puedan a la vida de las grandes ciudades, aprendiendo su idioma, aunque al utilizarlo hacen el mayor de los ridículos y sirven de risa a los de la ciudad.

En un par de meses, se consideran más nativos de aquellas tierras a las que llegaron con sus maletas de cartón piedra, atada con una correa y con un olor a chorizo envuelto en papel de periódico que no se podía aguantar, que los auténticos nativos.

En cierta ocasión, paseando por las Ramblas de Barcelona donde estuve viviendo por razones de trabajo, me fui paseando detrás de un par de amigos cordobeses que trataban de hablar en catalán. Digo que trataban porque era un catalán macarrónico que no había un dios que lo entendiera.

Su acento les delataba del tal forma que a pesar de no decir, cuando pasaba un coche “escucha que coche pasa”, no pudieron aguantar sin decir, refiriéndose a un camarero, “mira el tío cipote lo mal que lleva la bandeja”.. Moví la cabeza y me aleje riéndome de aquel par de pardillos, que intentaban, con todas las fuerzas de su alma hablar en catalán.

Por cierto aquel par de pardillos, a igual que los muchos de los miles de aldeanos que llegaron a Barcelona buscando una vida mejor, se consideran más catalanes que los propios catalanes. Y son esos, los aldeanos llegados a Cataluña, los que con más ahínco defienden a esa tierra que no es la suya, convirtiéndose, todos ellos o al menos la mayoría, en auténticos nacionalistas, renegando de la tierra que les vio nacer, y pidiendo a voz en grito la independencia de España porque, Cataluña, es una nación y el idioma catalán está por encima del español. Ya lo dijo aquel, quien bien te quiere te hará llorar!. Aldeano con denominación de origen.
 

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