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OPINIÓN - SÁBADO, 26 DE JULIO DE 2008

 
ANÁLISIS / TENDENCIAS Y EVOLUCIÓN

El Yihadismo en Europa (II)

Por Javier Jordán (UGR) y Manuel R. Torres (Univ. Pablo Olavide-Sevilla)


Continuación del primer capítulo ofrecido en el diario de la jornada de ayer viernes.

Segunda fase: Europa envuelta en el yihadismo global (desde la segunda mitad de los 90 hasta los atentados del 11 de septiembre)

A lo largo de la década de los 90 el fenómeno yihadista experimentó una profunda transformación. Las claves del cambio fueron las siguientes:

a) Numerosas redes yihadistas comenzaron a colaborar entre sí e incluso a refundirse en nuevos grupos, en función de los vínculos personales, del lugar de residencia y de los objetivos a alcanzar. En esta superposición tuvieron mucho que ver la experiencia en combate en Afganistán y los lazos de camaradería que allí se forjaron y, en especial, el esfuerzo de Al-Qaida por aglutinar el radicalismo islamista, a través de su política de alianzas entre grupos y el patronazgo de campos de entrenamiento en Afganistán y Sudán por donde pasaron miles de voluntarios a la causa yihadista (Benjamín & Simon, 2003).

b) Occidente pasó a ocupar el primer puesto en la lista de enemigos. Aunque los objetivosfinales seguían siendo la purificación del islam y la restauración del califato, se llegó al convencimiento de que esto no sería posible mientras Estados Unidos y sus aliados ejercieran el liderazgo mundial y respaldaran a los falsos musulmanes que gobernaban los países de mayoría islámica (Gunaratna, 2002: 44). Los partidarios de combatir a ese enemigo de lejos señalaban como argumentos el apoyo prestado por Washington a la monarquía saudí antes y después de la guerra del Golfo de 1991, y el respaldo ofrecido por los países europeos (en especial Francia) al golpe militar argelino de comienzos de 1992 y a la lucha del régimen contra los islamistas en los años siguientes. La conclusión era que los esfuerzos por derrocar a los “tiranos apóstatas” serían baldíos mientras el mundo estuviese dominado por los enemigos del islam (Scheuer, 2004: 131-134).

La presentación en sociedad del nuevo rostro del yihadismo (que a partir de entonces puede ser considerado yihadismo global) tuvo lugar en Londres el 23 de febrero de 1998, mediante la publicación de una carta en el periódico Al-Quds Al-Arabi. En ella Osama Bin Laden y varios dirigentes yihadistas anunciaban la creación del Frente Islámico Mundial contra los Judíos y los Cruzados. En una fatwa que acompañaba a la carta Bin Laden declaraba además la obligación individual de todo musulmán de matar a los americanos y a sus aliados (civiles y militares) y de saquear sus riquezas allí donde fuera posible.

El anuncio de Bin Laden y sus socios no era en sí mismo una novedad, sino la confirmación y convocatoria pública de un cambio de estrategia que ya había comenzado a aplicarse varios años antes. En lo referido a Europa, los primeros síntomas se manifestaron a mediados de los 90 y se agudizaron en los años posteriores. Los acontecimientos más destacados en este sentido fueron los siguientes:

- Aproximadamente un millar de yihadistas marcharon a combatir a Bosnia en defensa de la minoría musulmana entre los años 1992 y 1995. Aquella experiencia contribuyó a que se forjaran aún más los vínculos entre radicales de diferente nacionalidad. Por Bosnia pasaron voluntarios procedentes de Egipto, Jordania, Argelia, los países del Golfo, y algunos de países europeos e incluso de Estados Unidos. La organización de Osama Bin Laden apoyó a aquella yihad y contempló en ella la oportunidad de establecer una base de operaciones en los Balcanes desde la que atacar posteriormente objetivos norteamericanos en Europa. Los yihadistas no lograron construir un estado islámico en aquella pequeña república (como algunos habían deseado). Pero sí que lograron dos objetivos: entrenar a cientos de individuos, comprometiéndoles con la causa yihadista global, y lograr la implantación en Europa de nuevas células conectadas entre sí y en muchos casos con Al-Qaida en Afganistán (Kohlmann, 2004).

- A lo largo de los años 90 Al-Qaida fue atrayéndose paulatinamente las redes yihadistas y de simpatizantes con el islamismo radical presentes con anterioridad en Europa. Grupos e individuos que hasta entonces habían militado por agendas casi exclusivamente nacionales pasaron a colaborar en defensa de los objetivos del yihadismo global y en apoyo de los distintos frentes donde los musulmanes eran atacados: Bosnia, Chechenia, Palestina y Afganistán.

- Al mismo tiempo algunos predicadores radicales también utilizaron sus asociaciones y centros religiosos para extender la llamada a la resistencia mundial. Los casos más conocidos fueron los de Abu Qatada, Abu Hamza Al-Masri y Omar Bakri en Londres, a

través de la mezquita de Finsbury Park los dos primeros, y de la asociación Al-Mujahirun, el tercero. Pero el mensaje también se propagaba a través de otras mezquitas de Europa como por ejemplo el Centro Cultural Islámico de Milán o diversas salas de oración del extrarradio de París, Marsella y Lyon, así como en Bélgica y Holanda (Brynjar & Åshild, 2001: 12-15). A mediados de los 90 no resultaba alarmante alabar de manera pública a Bin Laden o incluso reclutar a jóvenes para marchar a Afganistán. Los islamistas radicales gozaban entonces de una visibilidad desconocida después del 11 de septiembre y de los atentados que han tenido lugar en suelo europeo.

Pero lo más significativo en el desarrollo del yihadismo global dentro de Europa fue que a partir de la segunda mitad de los 90 varias redes comenzaron a planificar y -en algunos casosa ejecutar acciones terroristas en suelo europeo contra intereses norteamericanos o del país en cuestión. Europa también continuó siendo durante esta segunda fase una retaguardia estratégica de las redes yihadistas, pero a la vez se convirtió en un frente al que exportar la yihad. En la mayor parte de las ocasiones los intentos fueron abortados. Sólo logró consumar sus planes la campaña terrorista de Francia entre julio y octubre de 1995 que provocó una decena de muertos y más de doscientos heridos (Gregory, 2003) Algunos meses antes (en diciembre de 1994) las fuerzas de seguridad galas ya habían evitado que un Airbus secuestrado en Argel volase hacia París, donde presuntamente los terroristas iban a estrellar el avión. Aunque aquellas acciones fueron interpretados inicialmente como episodios circunscritos al apoyo que el gobierno galo prestaba al régimen argelino (y que por tanto habría motivado la violencia chantajista del GIA), lo cierto es que puede verse en ellos uno de los primeros intentos serios del yihadismo global por golpear al enemigo de lejos en su propio territorio.

La campaña terrorista tuvo una dimensión más amplia que la de un simple grupo nacional que pretendía acabar con la intromisión de una potencia exterior en el conflicto interno argelino. Algunos miembros de las redes que perpetraron aquellos atentados habían pasado por Afganistán y, en algunos casos, también por Bosnia (Kohlmann ,2004: 140-142). Por tanto,aunque el ataque fue coordinado por líderes del GIA -posiblemente residentes en el Reino Unido e Italia- la inspiración, el entrenamiento y las conexiones, iban más allá de la simple causa argelina. Como reconoció el propio líder de uno de los grupos, Khaled Kelkal, en un entrevista realizada por un sociólogo alemán cuatro años antes, él no se sentía árabe ni francés sino sólo musulmán.

(Continúa mañana)
 

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