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OPINIÓN - LUNES, 28 DE JULIO DE 2008

 

OPINIÓN / LAS NOTAS DEL QUIM

Retórica y veleidades
 


Quim Sarriá
quimsarria@elpueblodeceuta.com

 

Me he acercado a Castillejos en busca de unas raíces que creo perdidas. Ha resultado infructuoso el desplazamiento. No dan facilidades para que uno consulte documentos.

Además la frontera es de miedo. Por parte de los marroquíes es fastidiosa, además de minuciosa la revisión de los documentos para cruzarla, léase pasaporte y permiso de la Hacienda marroquí para el coche.

Trasladándonos a Melilla concretamente al punto fronterizo donde comienza la cabeza de una nueva serpiente de verano, vemos que seguimos siendo tontos del bote.

Si somos España, si somos una ciudad española, lo lógico sería exigir visado a quienes quieran entrar en el país no siendo comunitarios.

La exención del visado para los residentes en ciudades fronterizas con el país proviene de un acuerdo entre los dos países de aquellos tiempos oscuros de Maricastaña. De un pacto firmado ¡en 1958!, cuando España aún no era un país europeo porque Europa acababa en los Pirineos. Como una muestra de agradecimiento del gobierno franquista a los moros que mataron tantos republicanos y siguieron al lado del general hasta su muerte.

Si por mí fuera, exigiría el mismo trato a un marroquí que a un cubano. Para entrar en el país es necesario un visado. Así lo tendremos más o menos controlados. Así sabremos cuántos marroquíes entran con visado limitado y cuántos salen de España.

Si se afirma que sólo se benefician los residentes en ciudades fronterizas con España, dejen que me ría un poco. Cualquier ciudadano de cualquier parte de Marruecos no tiene ninguna dificultad en demostrar que es residente de esas ciudades fronterizas si su deseo es pasar a España.

Esta veleidad puede costar cara al país, sobre todo a Ceuta y Melilla. Simplemente porque los tiempos no son los mismos y si nos atenemos a las estadísticas… jodidos estaremos.

¿Por qué cualquier ciudadano marroquí SÍ puede entrar en Europa a través de España sin visado? ¿Por qué NO puede entrar en Marruecos cualquier ciudadano europeo sin visado? Espero que me lo aclaren.

También desearía que me aclararan los peperos lo que entienden por preguntas retóricas.

Quiero preguntar ¿cómo se les han ocurrido a los peperos hacerle preguntas al presidente del Gobierno sobre la construcción del puerto marroquí de Tanger-Med? ¿Qué responsabilidades tiene nuestro presidente en países extranjeros?

Nunca he visto, a lo largo de mi vida, que se saque a la palestra, y con mala leche encima, un tema que bien poco puede importarles a los dirigentes de nuestro país. Lo que haga Marruecos dentro de su territorio no es de la incumbencia de nuestro Gobierno. Ni mucho menos preguntar porqué y cómo hacen el puerto.

No soy muy experto en política internacional porque desgraciadamente no poseo una empresa de millones y millones de euros de capital. Solo tengo melones internacionales comprados en mercados a la baja… así somos los españoles. Pobres, honrados y tontos. En resumen que todos tenemos algo del Quijote, ese personaje ideado por un manco en clara alusión a los ciudadanos de este país y enormemente cabreado por la pérdida de una parte de su cuerpo que dio ocasión a que su mente se abriera a la verdad acerca del uso de las guerras en todos los tiempos. La ínsula de los peperos está en el banco de España.

En fin, como estamos en pleno verano y el fuerte dios Helios lanza sus rayos, de manera inmisericorde y cruel, bien está que deje hoy de meter la lata, que no pata, y me vaya a bañarme en las frías aguas del Estrecho envasadas en ese lago artificial que está enfrente de mi casa. A pesar de que muchos niños y niñas, y bastantes adultos, tratan de hacerlo calentar con sus meadas… sigue fresquito, lo que es de agradecer.

Me voy con el “quijote” de mi sobrino, que cree se va a quedar a vivir para siempre en Ceuta, con mi hijo pequeño que no para de darme la guerra con su insistencia de no volver a Catalunya porque aquí encuentra terreno abonado para “sus actividades”, con mi mujer que está más negra que el carbón de tanto asarse al sol y con sal, está como una gamba a la plancha.
 

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