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sociedad - SÁBADO, 2 DE AGOSTO DE 2008


Los asistentes durante la comida. quim.

  Las crónicas del quim / VERANO MOVIDITO
 

Nuestros mayores se divierten

En aquellos tiempos no tan lejanos,
nuestras abuelas y algunas madres
viudas, se pasaban la vida en la cocina
de nuestras casas. Bien trabajando en
el cocido del día, o bien pensando en...

CEUTA
Quim Sarriá

ceuta
@elpueblodeceuta.com

Toda mi existencia se ha basado en escuchar a mis ancestros; bisabuelos y abuelos. Tatarabuelos no los llegué a conocer. Como bien dice mi compañero ADE, la sabia de su abuela también podía ser la mía porque en cuanto a dichos y refranes nadie ganaba a mi abuela. Lo malo era que mi abuela siempre mentaba al diablo. ¿Dónde diablos anda ese diablo?

Hoy, por el jueves, es el último día de un julio tarambana que le ha dado libertad de acción a Helios para que se explaya a toda luz con sus mortales rayos y siembre la tierra de Septum Frates de gambas cocidas, entiéndase gente dorada al sol.

El fuerte aliento de Helios ha conseguido calentar las frías aguas envasadas en el lago artificial del Parque Mediterráneo y ello ha dado motivo para que nuestros mayores aprovechen la ocasión y se zambullan en sus tranquilas aguas en busca de un frescor mañanero.

Que una madre de niños pequeños ponga el grito en el cielo porque nuestros mayores ocupen un espacio destinado, según la gritona mamá, a los más pequeños usuarios del Parque no es motivo para profundizar en el tema porque no deja de ser una pataleta de una señora que cada día está gritando y gesticulando de manera harto llamativa por cualquier cosa.

Tal vez se crea la propietaria del Parque, cuanto menos la presidenta de la comunidad de usuarios.

En el Parque no existe ningún cartel avisando que esa zona es exclusiva de los usuarios más pequeños. También pueden usarlas aquellas personas que tengan miedo al agua, las personas minusválidas porque tienen facilidad de acceso y las personas mayores que no están para jugarse el tipo con saltitos de rana y zambullirse de cabeza.

En aquellos tiempos no tan lejanos, nuestras abuelas y algunas madres viudas, se pasaban la vida en la cocina de nuestras casas.

Bien trabajando en el cocido del día o bien pensando en las musarañas sentadas en aquella entrañable mecedora de madera con tantas curvas elípticas en sus bases y abrazaderas que mareaban.., aparte de cuidar los fines de semana de los hijos de sus hijos.

Hoy ya no es igual, la excepción puede existir, y nuestras abuelas y abuelos saben disfrutar de la vida. Ya no quieren quedarse cuidando a sus nietos, mientra los padres van de jarana, porque también tienen derecho a la juerga… no tan juerga padre, pero juerga a fin de cuentas.

Me ha alegrado lo indecible presenciar cómo saben divertirse nuestros mayores. Por pura casualidad coincidimos con una comida, que puedo denominar de hermandad, de un numeroso grupo de mayores en el restaurante La Peña.

No sólo disfrutaron de la magnifica cocina del restaurante, sino que cantaron y bailaron recordando, quizás, aquellos tiempos en que movían los esqueletos abrazados amorosamente a quienes entonces serían sus amores.

Esta gente mayor, agradable de veras, levanta la ilusión de una sociedad algo taciturna, algo repetitiva y con sus iniciativas levantan la moral a cualquiera que vean un futuro, cercano o lejano, lleno de diversión.

El viejo cuerpo lo merece.

Ignoro como se reúnen, cómo acuerdan sus actividades, principalmente porque no lo he preguntado ni he indagado acerca de esas asociaciones de nuestros mayores.

Me he dejado llevar por el instinto de viejo articulista y redacto el artículo, sin complejos, de manera espontánea. Simplemente porque estaba allí. ¿Alguna pega?

Es lógico que se diviertan. Llegar a la edad de la jubilación significa ahora que también se jubilan en sus papeles de abuelas y abuelos niñeras.. Sacan del baúl de los recuerdos la juventud perdida y la recuperan con creces anteponiendo lo de segunda. Segunda juventud.

Nada ni nadie puede impedirlo. ¡¡Bien por nuestros mayores!!

Yo dentro de poco también lo seré… aunque tenga un hijo pequeño.
 

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