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                     Qué estoy siempre retrasando la 
					entrega de mis textos? Normal. Remoloneo un poco porque, el 
					pulmón izquierdo se me ha quedado más flojo que un muelle de 
					guita con la neumonía de los cojones. Y además me aplico, 
					concienzuda y talentosa en currarme mi precaria salud mental 
					a base de la modalidad yoga-kutre-kundalini en gimnasio de 
					barrio, donde los “Om” y las asanas se entremezclan con el 
					olor a pescaíto frito del bar de abajo ¿Qué susurran 
					bizqueando los ojos? ¿Qué es una forma un tanto mísera de 
					llegar a la paz espiritual y a la serenidad? ¡Yerran, 
					impíos! Acudiendo a relajar la mente a lugares similares se 
					practica, en toda su integridad el desapego que pregonan los 
					budistas y ejercitamos los cristianos esenios. Desapego o 
					pobretonerío de lo más ruinero, tampoco hay que mentir, sino 
					que, la verdad haga resplandecer nuestros caminos hacia la 
					luz. 
					 
					Y mucha luz deben necesitar, hablando de todo un poco, en el 
					precioso pueblo de Sanlucar de Barrameda, donde, en todo el 
					núcleo urbano hay patrullando un solo coche con dos policías 
					nacionales y hace un par de días se quedaron sin coche y sin 
					guardias porque me trajeron al Juzgado nº 3 a un chavalillo 
					lituano por el que siempre he sentido un gran apego, porque 
					es un ser entrañable ¿Qué de que acusan al chaval? De nada. 
					De mentiras y de falsedades, porque se les ha metido en los 
					cojones a la policía que, la criatura,por medir dos metros, 
					forma parte de una banda de lituanos y rusos que secuestran 
					a traficantes y les sirlan la mercancía. Fabulaciones. 
					Aunque, de ser cierto, tampoco la policía tiene por qué 
					entremeterse en trajines entre maleantes . Me digan ¿A que 
					espectro social perjudica el que le roben el chocolate a un 
					narco? A mí y a los de mi barriada, que constituyen el 
					núcleo social en el que vivo, nos importa una higa el que se 
					maten entre ellos. Lo que sí nos importa es que, a España, 
					están llegando los rumanos expulsados de Italia por ser 
					gentes de mal vivir y aquí se empeñan en seguir 
					desarrollando idénticas actividades y cuando, el público, 
					hartito hasta las trancas les pregona en plan “¡Irse pa 
					Rumanía, que hay mucho trabajo y están pidiendo veinticinco 
					mil obreros para la construcción!” Entonces los tipos se 
					sublevan, te insultan, se encaran y se hacen los chulos, 
					porque se sienten muy amparados por el buenismo baboso del 
					Gobierno, tan gentil con los vagos y los delincuentes y tan 
					despiadado con sus víctimas. Al revés que en Italia, donde 
					los profesionales de la marginalidad las pasan canutas y de 
					puta pena, para satisfacción de los ciudadanos. 
					 
					Ya saben, el populismo, que todo el mundo contempla 
					despectivo a nivel del politiquerío, pero que, los del 
					pueblo llano apreciamos mucho. Porque, al pueblo llano le 
					subleva el que, Sanlucar tenga en la calle a un par de 
					policías, mientras cuentan que, la Realeza, para vacacionar 
					mientras España entera contempla angustiada el ascenso del 
					paro, llevan a quinientos selectísimos policías y dicen en 
					los mentideros que hasta barcos y buzos. Todos a Mallorca, a 
					los lujos, los boatos y los yates. 
					 
					En las colas del Instituto Nacional de Empleo, mientras las 
					criaturas esperan con un pellizco en el estómago,si es 
					miércoles, el Hola pasa de mano en mano, ya sobadito y si, 
					los parados, son personas generosas y que practican el 
					desapego (otro remedio no les queda porque muchos están 
					pasando hambre) han de alegrarse necesariamente de los 
					paseos de la Realeza en su maravilloso yate, saludando 
					amablemente a los esbirros de la información, para que todos 
					nos empapemos de sus infinitos privilegios y nos llenemos de 
					júbilo al pensar en la vidorra que se pegan a costa del 
					sudor de los españoles. ¡Y miren que se suda de angustia en 
					las colas del paro! Aunque tampoco tienen que quejarse tanto 
					los parados, que son unos quejicosos, porque más se suda en 
					los espantosos calabozos de las comisarías de España. O al 
					menos en las que servidora, con treinta años de derecho 
					penal en mis espaldas, doloridas por el yoga kundalini de 
					los huevos, ha tenido ocasión de contemplar. Inhóspitos 
					agujeros donde, las personas se asfixian de pura 
					claustrofobia, mejores están, les juro, las jaulas de los 
					perros de las protectoras de animales. Suciedad, oscuridad, 
					angustia y pasando más hambre que el perrillo de un cabrero. 
					 
					Ya ven como soy. Como soy de buena me refiero. Más buena que 
					el pan cateto de miga. ¿Saben lo que me haría una ilusión 
					infinita y me haría sentir feliz y reparada en el alma? Pues 
					que, durante todo un día, esa cercana Realeza que vacaciona 
					en Mallorca, diera una prueba de solidaridad a los más 
					desafortunados y comieran “bandeja”. Sí, ese recipiente que 
					lleva unas gachas apestosas e inmundas que tan solo engullen 
					los detenidos africanos, un paquetito con cuatro galletas 
					que se las comen todos con avidez y un cartoncito pequeño de 
					zumo que beben faltándoles la vida. Botellas de agua no dan. 
					Ni están permitidas. Los tres zumitos al día, a cuarenta 
					grados y las criaturas deshidratas que si quieren echarse un 
					buche de agua tienen que mendigar al guardia que les saque a 
					los retretes y allí chupar del grifo haciendo cola con un 
					yonki y un sidoso cuajaíto de sarcoma de kaporsi. 
					 
					¿A que sería un gesto de nobleza y alcurnia absoluto? Ahí, 
					ahí, se vería el “poderío”. Ahí y teniendo el príncipe los 
					cojones de ponerse codo a codo con el pueblo y comerse una 
					conducción en un furgón de la muerte, chapado como un 
					animal, meándose encima, vomitando y suplicando un valium 
					para aguantar. Una buena conducción de Málaga a Pamplona, 
					con parada de tránsito en Valdemoro, donde, los hombres 
					llegan llorando como niños, de agotamiento y entonces baja 
					del furgón Juan Antonio Roca, el hombre con más cojones y 
					más crucificado de España y le echa la mano por lo alto a 
					uno y consuela al otro y amaga un fandanguillo, que no la 
					cabeza. Porque, ante los ojos del buen Dios es 
					bienaventurado y en manos de Dios está que no en manos de 
					cuatro indigentes morales. 
					 
					¿Poderío? ¡Esas bandejas de los calabozos para Palma y para 
					donde vacacionan los Poderosos y los jueces! A comer bandeja 
					y que se vean los huevos y la talla humana y si se les puede 
					considerar gente de esa que se dice que son “muy verdad”. 
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