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					La base primigenia del Islam es la firme creencia en Dios, 
					Allah, un Dios Único (“lâ ilâha illâ allâh”) sin cuyo 
					concepto rigurosamente monoteísta no podemos entender nada 
					de la civilización islámica. Para los musulmanes Dios es su 
					razón de ser, polarizando de forma absoluta todo su 
					pensamiento, teórico y práctico, que engarza directamente 
					con el Dios de las otras religiones reveladas dentro del 
					tronco abrahámico, Judaísmo y Cristianismo, con las que hay 
					conexiones lingüísticas y doctrinales en la Torá y los 
					Evangelios. Para los antiguos árabes paganos de La Meca los 
					“áliha”, plural de “ilâh”, eran las deidades que adoraban, 
					siendo reservado el nombre de Allah para designar la deidad 
					suprema creadora, si bien algunos teólogos musulmanes (entre 
					otros Sîbawai y Algacel) consideran que Él mismo (Dios) se 
					ha nombrado así en el Corán, con lo cual el nombre no 
					procede de ninguna derivación anterior. En el mundo musulmán 
					no existe una sola línea teológica, si bien Dios es 
					considerado de forma absolutamente trascendente destacando 
					el concepto de “Tawhid”: Unidad y Unicidad; Dios a semejanza 
					del Judaísmo es Uno y no tiene Personas a diferencia del 
					Cristianismo, quien en su evolución adoptó por influencia 
					griega el Dogma de la Trinidad. En la Sura 112 del Corán 
					encontramos los principios dogmático-teológicos del Islam: 
					“Dí: Él es Allah, el Uno. Allah, el Señor Absoluto. Ni 
					engendró ni fue engendrado. Y nadie le es comparable”. Es 
					decir, Dios es Único, Eterno, Sin Nacimiento, Sin 
					Descendencia, Sin Igual. Dios no existe, Dios Es y es el 
					Dios no solo de los musulmanes, sino también de los judíos y 
					los cristianos. El nombre de Allah/Dios tiene cinco 
					significados: “Quidám”: Él es anterior a lo primero, no se 
					hizo, siempre fue; “Baqá”: Él es Él después del después, 
					Eterno, Él siempre será; “Wahdaniyyah”: Él es Único, sin 
					asociado ni semejanza, la causa de todo. Todo está en torno 
					a Él, todo nace y muere por su orden; “Mukhalafatun il-hawádith”: 
					Él es el Creador, sin ninguna semejanza con lo creado; 
					“Quiyám bi-nafsihi”: Él es autónomo, comunicándose con el 
					hombre (Mahoma) a través de un ángel (Gabriel/Yibrîl). Según 
					la Tradición son 99 los “Bellos Nombres de Dios”, totalmente 
					definidos, si bien corrientes místicas como el Sufismo los 
					elevan a 100, siendo éste incognoscible soliendo definirse 
					como “El Nombre Inmenso” (ism al-‘Azam), común también en el 
					esoterismo judío. También suele llamársele Señor (Rabb). El 
					místico hispanomusulmán Ibn Arabí escribió una famosa y 
					polémica obra sobre “El secreto de los nombres de Dios”. Por 
					lo demás y en general, los musulmanes creen también que toda 
					la Humanidad podrá verle el Día del Juicio (Yawm Al-Dîn). 
					Siguiendo al Corán, es posible hacer una exégesis de la idea 
					de Allah según los tiempos cronológicos de la Revelación, 
					pero suele ser rechazada por los eruditos musulmanes que 
					consideran ésta como un todo (Noche del Destino). Para la 
					filosofía musulmana, “La Falsafa”, Dios es un misterio al 
					que es posible acercarse pero imposible conocer, logrando 
					algunos autores (Averroes) introducir criterios 
					racionalistas, mientras que otros (el persa Omar Khayyan) se 
					aproximan de forma alegórica y abstracta. “Yo era un tesoro 
					oculto y quise ser descubierto. Por eso hice la Creación”, 
					dice un famoso hadith. La Unidad de Dios era la divisa de la 
					dinastía bereber de los Almohades, “Al-muwahhiddun” 
					(1130-1269), mientras que el popular término español “Ojalá” 
					revela una honda raíz islámica: “Inch’ Allah”. 
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