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OPINIÓN - MARTES, 12 DE AGOSTO DE 2008

 

OPINIÓN / LAS NOTAS DEL QUIM

Matando el tiempo
 


Quim Sarriá
quimsarria@elpueblodeceuta.com

 

Este Agosto trae consigo el cartelito de “tórrido”, cuando uno pasea bajo Helios, y de vez en cuando da la vuelta al mencionado cartelito y esta vez se puede leer “húmedo”. Las madrugadas en Ceuta traen consigo un relente que deja a uno tiritando de frío a la vez que sudando a mares cuando está dormido desnudo en la cama. Siempre ocurre a las cuatro de la madrugada, ¿por qué?

Esta humedad ataca solapadamente las zonas de circulación del aire. Resultado: neumonías, bronquitis aguda, narices chorreantes, etc.

No me extraña que la ciudad esté a la cabeza del dudoso ranking nacional de tuberculosis.

Mientras en China todo el mundo se divierte y hace deporte, aquí en Ceuta juego con una china de la playa de Benítez. El muermo se ha apoderado de la ciudad tras el paso centrifugado de la Feria y entre el Parque Mediterráneo, alguna escapada al Hacho y un recorrido por las playas del norte (Benítez, Calamocarro, Benzú, etc.) a bordo de “Satelis”, que es como se apellida mi moto, trato de matar el tiempo sin ese odio que se está destilando en ciertos países del Este de Europa y que mata a seres humanos.

De vez en cuando nos reunimos algunos ceutíes-catalanes, que pasan unos días en la ciudad, delante de sendas cañas, que no tienen nada que ver con “Las Cañas” del PP, y debatimos temas de actualidad y no tanta actualidad.

Uno de estos ceutíes-catalanes, buen amigo mío que me hace muchos favores a través del móvil, siempre anda cargado de libros, libretas y libretillas. Ignoro como se las apaña para conseguir tantas piezas bibliotecarias, aunque sospecho que tiene un “negro” en algún rincón de la ciudad.

Hemos hablado de muchas cosas, entre ellas destaca lo del perejil que comimos con las ensaladas, en referencia a ese otro Perejil punto de encuentro de las más estúpidas teorías nepomucenas.

Entretanto visito un centro dedicado al ocio de cierto sector exclusivo de la ciudad. Centro de ocio que no puede envidiar ni al mejor de España. Centro de ocio sufragado por el Estado, a través de uno de sus múltiples tentáculos secretos, como una manera de mantener calmas ciertas aguas antes de que golpeen con la fuerza de sus olas las bases inseguras de una dirección harto complicada.

Saludo a militares españoles, pero de religión musulmana, que aseguran que antes de disparar un arma contra sus hermanos de sangre prefieren desertar…, respuesta a una pregunta sobre una hipotética guerra de perejiles aguados.

Volviendo al centro de ocio, no puedo creer que tanto esplendor sea puesto a favor de unos pocos. Desde pista de tenis sobre hierba exclusiva; campo de futbol sala con pista de hierba, artificial creo; zona infantil que la ciudad debe tomar nota; guardería al servicio de los socios; pista de baloncesto para los socios más largos, digo altos; piscina de esas de quítame esas pajas con otra infantil doble con tobogán acuático incluido; zona de relax y solarium que pondría los dientes largos a la mismísima dirección del Parque Mediterráneo; una espléndida vista de todo el estrecho que marea…, hasta disponen de un aparcamiento exclusivo y requeteguapo.

Con todo ello, no me extraña que algunas mujeres vayan alborotando la ciudad… es muy doloroso desprenderse de ciertos privilegios.

Otro de estos ceutíes-catalanes, amigo mío también, no para de dar vueltas a proyectos y más proyectos para “su” Casa de Ceuta. Anda por la ciudad de manera bastante inquieta y no para de atusarse el bigote tipo mariscal Petàin. Se comprende esta postura, el chaval (bueno, si podemos llamar chaval a un cincuentón) se desvive por su asociación y por su familia.

Hemos visitado la Santa Sede de la Ser en Ceuta, bueno eso de santa sede es invento mío al confundirla con la COPE, sucesora de aquella Radio Ceuta, eso creo, en la que mi padre tomó no pocas veces la palabra con su magnífica voz, esa voz que a mí me falta y con la que más de un gallo se cabrearía. Si mi padre no fue a más, era un buen locutor y un más que magnífico actor de teatro, era debido a los celos de mi madre. No lo dejaba hablar si habían señoritas delante.
 

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