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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 13 DE AGOSTO DE 2008

 

OPINIÓN / LAS NOTAS DEL QUIM

A seguir matando el tiempo


Quim Sarriá
quimsarria@elpueblodeceuta.com

 

No tomo vacaciones este año. Bastantes viajes he realizado durante los meses anteriores al ferragosto para que me entren ganas de coger las maletas, subirme al barco y llegar a la península.

Ello significa que me quedo en la ciudad y… ¿qué hago? ¿pelar la pava? No estoy como para salir de juerga cada día y matar el tiempo entre caña y caña, aunque lo mío es el tinto de verano.

Como estamos en una época en que los líquidos corren que dan gusto verlo. Los cerveceros españoles han soltado, por primera vez, un informe-estudio sobre el aperitivo favorito de los españoles.

Según ese estudio, los españoles toman como aperitivo, yo diría que más que un aperitivo, una caña con aceitunas. Yo no me conformo con eso. Prefiero una buena tapa bien racionada. Aunque no desdeño esos frutos redondos con un hueso durísimo de roer que suelen tener un rabo picudo.

Aunque no creo que en Asturias prefieran la caña a la sidra.

Entretanto, entre cañas y paseos, la vida en la ciudad transcurre con esa mansedumbre conformista sólo alterada por las serpientes de verano.

Los 109 inmigrantes detenidos en la llamada “Operación Feria” significan un hito menor en la historia de la ciudad si los comparamos con la totalidad de inmigrantes que lograron su objetivo. Pese al dispositivo de seguridad, estoy seguro de que algún que otro “conquistador de alpargata” se habrá colado entre los coches de choque, carruseles desmontados, hierros y alambres del complicado alambique que todas las ferias portan consigo. Su premio ha sido tocar suelo peninsular que le llevará a resolver su vida o meterlo en la lista de previos a la expulsión.

Bueno, algunas horas las dedico a leer la prensa. No se rían Vds. pero a las cinco líneas leídas de cualquier artículo me caigo dormido allá donde me encuentre.

Sólo me salvan del muermo que corroe la ciudad, las reuniones con amigos y conocidos. Precisamente anoche celebramos una cena. Cena que pasó sin pena ni gloria. Con más pena que gloria, con la digestión a marchas forzadas entre plato y plato… una cena a largo plazo para disgusto de los estómagos. El termómetro de la adrenalina iba subiendo lentamente. Menos mal que no acabó como el rosario de la aurora merced al talante de los comensales. Como premio, nos quedamos sin postre.

En estas reuniones de amigos y conocidos se hablan de temas tan sencillos como complejos y que dan cuerda para rato a quienes se dedican al nunca bien ponderado arte de la escritura reporteril. Mientras los escritores de libros, autores, se llevan premios de caerse de espaldas, aparte de llenar las espuertas a granel, los articulistas y reporteros sufren el acoso de miradas asesinas de mentes que sueltan pensamientos tenebrosos, cuando no una bomba u obús disparado desde un carro de combate con las siglas USA rotuladas pomposamente en el chasis. El país donde la prensa es sagrada la vida de un reportero no lo es. Sobre todo cuando actúan fuera de su territorio. Pido un recuerdo para aquellos reporteros asesinados, que no muertos, en combate.

Me quedan por delante unos días de meditación trascendental. Tan trascendental que antes de que acabe agosto he de tomar una decisión, consensuada con mi mujer y mi hijo pequeño, que puede marcar definitivamente el corto futuro que me queda.

Meditación que transcurre entre los vericuetos de tumbonas esparcidas anárquicamente alrededor de esos lagos artificiales de agua salada que conforman el Parque. Trascendental sin el misticismo de los monjes tibetanos luchadores por su libertad ominosamente perdida.

De la decisión final que tomemos dependen muchísimas cosas. Unas podrían alegrar, tal vez, a algunas personas que dejaran de mirarme con miradas a lo Rasputín y otras que podrían quedarse con la boca conformando la “a” al ver que sus sueños se esfuman.

Uno ya ha llegado a la cúspide de su vida y el consiguiente descenso está dedicado íntegramente a la descendencia… por ello, el velar por los intereses de mis hijos depende la decisión que tome.

Ignoro si Vds. entenderán estos últimos párrafos pero, no se preocupen, irán desgranándose a cuentagotas. Cada día es un mundo distinto, así que no esperen que mencione eso de que de esta agua no beberé.

Lo malo es que durante esta meditación trascendental todo el mundo está de vacaciones. Por tanto tengo meditación para rato, acompañándola con el gesto de girar los dedos pulgares, de ambas manos entrelazadas, en sensación de puñetas.
 

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