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OPINIÓN - JUEVES, 14 DE AGOSTO DE 2008

 

OPINIÓN / ALGO MÁS QUE PALABRAS

Los diversos turismos
 


Víctor Corcoba Herrero
corcoba@telefonica.net
 

Por la industria turística ya sabíamos cómo es el mundo: cada vez más global y más interdependiente. Ahora también, por la evolución de los diversos turismos, sabemos quiénes son y cómo se mueven las ideas de los moradores de este hábitat. Por ejemplo se habla de un turismo reproductivo creciente con destino a nuestro país, cuyos exploradores lo que buscan son embriones en rebajas.

Al parecer, la demanda crece por la permisividad de nuestras normas. También cohabita otro turismo sexual, verdaderamente bochornoso y cruel, que trafica con personas humanas con total impunidad. Es el fruto de la combinación de un mercado sin ética alguna, amoral y sin principio alguno, que compra la pobreza y las estructuras familiares débiles para ofertar viajes por doquier lugar, donde sólo espiga el vicio y el sexo, con la pasividad de instituciones y países.

Se debe y se puede ayudar a las familias pobres de las naciones del mundo en vías de desarrollo; asimismo, se puede y se debe detectar y castigar eficazmente a los clientes explotadores a través de la cooperación legal internacional, con armas políticas globales.

Visto lo cual ya es historia el sol que buscaban los extranjeros en nuestro país. En el mundo plural de la movilidad ya nada es igual. Quienes tienen la posibilidad de disfrutar de tiempo libre, aparte de la suerte que tienen, deberían esforzarse en gestionarlo de forma responsable. Otro turismo que viene pegando fuerte y que, a primera vista parece enriquecedor, es el llamado turismo solidario.

Lo que sucede es que a veces tiene más protagonismo vacacional que compromiso real. Para empezar no suele ser de igual a igual el tiempo compartido con ese otro mundo hambriento de todo. La verdadera solidaridad si lo es. Si hay que pasar hambre y calamidades, el turista tiene sus reservas (debiera compartirlas) y no la pasa o tiene sus privilegiados cobijos que le hacen sobrellevar los días mejor. Quede claro que estoy por el turismo solidario, pero sólo por el auténtico, el otro lo detesto. Por aquel turismo responsable, entregado a la causa más allá de un tiempo de vacaciones, que toma nota de lo que ve y lo vive y lo recuerda y se inventa estrategias y acciones para hacer justicia social.

Al fin y al cabo, lo que uno echa en falta es ese turismo concienciador y conciliador, garante y consciente, maduro y sensato, que no se mueve a la moda de las manadas, que cuida a la tierra como si fuese su propio jardín, a los moradores como si fuesen su propia familia, sangre de su sangre, injertando equilibrio (de acciones y opciones) como norma de vida. La prueba, el desorden del turismo de playa, donde se confunden los rascacielos del cemento con las olas del mar, el cieno de la arena con el cielo del mar.

Lo mismo sucede con el turismo, de interior o de montaña. Frente a los diversos turismos, pues, lo que urge es ser un turista consecuente y cabal. El Plan Estratégico del Consejo Español de Turismo (Plan 2020) cuyo objetivo es que el desarrollo turístico de España en el futuro se asiente sobre las bases de la competitividad y la sostenibilidad medioambiental, social y económica, sin duda es un buen propósito. Llevarlo a la realidad es lo suyo.
 

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