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OPINIÓN - DOMINGO, 17 DE AGOSTO DE 2008

 

OPINIÓN / BREVE HISTORIA DE MARRUECOS

17. El Islam a la conquista del Maghreb (y III)
 


José Luis Navazo
yebala06@yahoo.es

 

Diferentes autores concuerdan en distinguir hasta ocho duras campañas, en las que el actual Marruecos ocupa un lugar destacado al principio y al final: primero durante la “razzia” de Okba, en la que el caudillo árabe alcanza Tánger y en la última, cuando Musa Ibn Nosair consigue someter la totalidad de África del Norte. Las fechas, comúnmente aceptadas, podemos agruparlas en las siguientes fases: 1ª, 642-649; 2ª, 661-663; 3ª, 669-672; 4ª, 673-681; 5ª, 681-683; 6ª, 688; 7ª, 693-3698; y 8ª, 698-715. Al decir de C. Cahen, la verdadera conquista no fue emprendida hasta finales del siglo VII “en esta provincia excéntrica y no helenizada en la que la resistencia bizantina era difícil”, pero en la que “… la expansión árabe se enfrentó a una tenaz resistencia bereber” (Varela y Llaneza). La conquista áraboislámica no fue un paseo.

Durante casi ocho siglos en algunos territorios (Granada nazarí), el Islam irrumpirá en Europa desde el Maghreb, condicionando la historia y el devenir de España hasta profundidades insospechadas: el profundo arraigo de los moriscos, la pervivencia de los Reinos de Taifas en el talante de las actuales Comunidades Autónomas, el latifundio andaluz como pernicioso efecto de la Reconquista y la presente imagen de al-Andalus como icono reivindicativo del salafismo yihadista, cuando menos. Nueve figuras brillan con luz propia: el exarca Gregorio, el patriarca bizantino Nicéforo, los bereberes rebeldes Qusaila y la “Kahina”, reina de los judaizantes Jerúa, los caudillos árabes Okba Ibn Nafi y Musa Ibn Nocair, el bereber islamizado Tariq, el rey visigodo Rodrigo… y el conde Don Julián (Alian Al-Gumari en las fuentes musulmanas).

Para los árabes es sin duda el general Okba la figura más destacada, un héroe del Islam aun cuando parece claro que “persiguió hasta el exterminio” (Coissac de Chavrebiere), entre otros, a grupos bereberes libios. Mercier, basándose en la obra del historiador egipcio Al-Hakam (803-878), lo define con “un carácter vindicativo, fanático en exceso, sanguinario sin necesidad, hacía seguir sus victorias de masacres inútiles”. Siguen persistiendo muchos interrogantes: C. Cerdeira se preguntaba sobre “el camino que siguieron los árabes para alcanzar Ceuta” (y Tánger): “¿Llegaron por el boquete de Taza o directamente por el Rif, siguiendo la costa?”. B. Lugan afirma, un poco precipitadamente a mi juicio: “Menos romanizado, menos cristianizado que las antiguas provincias romanas del este del Maghreb, el Marruecos bereber pasa del paganismo al Islam sin vacilación”. Para este historiador, los bereberes marroquíes no habrían participado en las grandes rebeliones insurgentes de Qusaila y La Kahina, mientras todas las fuentes apuntan a que, sin embargo, se alistaron con presteza a las ordenes de Tarik y Musa para saltar desde la debelada Ceuta, alentados por el rico botín, sobre el Reino Visigodo de España. Esta vez no había ningún “limes” protector que sirviera de colchón y “defensa adelantada”. Concluido el proceso de la Reconquista tras la caída del Reino nazarí de Granada en 1492, el “limes africano” fue otra vez activado (vigente aun de forma residual, en las Plazas de Soberanía -o Ciudades Autónomas- de Ceuta y Melilla), con visión estratégica pero desigual fortuna, desde la vieja Hispania…
 

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