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ACTUALIDAD - LUNES, 18 DE AGOSTO DE 2008


imagen del tarajal. m.z.

Limpieza
 

El Polígono del Tarajal,
sin trampas ni cartón

Los operarios de Obimace sólo
descansan tres de las 24 horas del día,
de 5.00 a 8.00 horas; su misión es dejar
libre de cartones y basuras este complejo comercial, para despejar el camino en beneficio de los dueños de las naves

CEUTA
Luis Parodi

ceuta
@elpueblodeceuta.com

Detrás de todas las historias personales, de todo el tejido comercial y de todos los abusos que cometen los rufianes con los porteadores, está Obimace. Después de una jornada de tumulto, de ruido, de estafas, empujones, malhumor, colas métricas, atascos y cartones aparecen los trabajadores de Obimace, el servicio de limpieza a domicilio. Ellos son como los árbitros de fútbol; los comerciantes solo los mencionan cuando han errado, cuando lo que ven no les gusta.

Obimace es otra empresa más que se ejercita dentro de la actividad comercial que se produce en el Polígono del Tarajal. Alrededor de 50 empleados de esta sociedad municipal se afanan a diario para despejar el tránsito. Los domingos, estas 10 calles principales del Tarajal dan miedo por el silencio que albergan, como si todos aquellos que durante la semana trabajan aquí fueran zombis y estuvieran dentro de las naves descansando para iniciar una nueva jornada. Apenas se aprecia algo de cinta aislante adherida al suelo; o algún cartonaje prensado, prácticamente disecado, bajo las ruedas de un camión, como resultado de horas de bullicio y actividad. El eco y el asfalto queman. El domingo es el único día que Obimace no trabaja aquí. La madrugada del sábado al domingo, a las 5.00 de la mañana, terminan de limpiar todo el cartonaje y la basura. El lunes a las 8.00 horas reestablecen el servicio, igual de monótono y estresante que siempre. “Es mosntruoso lo que se forma aquí por la mañana”, declara Miguel Ayora, responsable de estos empleados en el Tarajal. A las 10.00, el trabajo para estos operarios se vuelve incómodo, pegajoso, imposible. Las dos vespas o toritos o máquinas para levantar palés encuentran obstáculos a cada metro para desarrollar su trabajo. Este martirio dura hasta las 13.00. Durante este tramo de tiempo lo único que pueden hacer los empleados de Obimace es amontonar cartón, dejar libre la circulación para los comercios y los porteadores.

Para facilitar la labor, se han colocado recientemente unas 10 jaulas delante de alguno de los comercios más visitados, con el fin de liberar el espacio. Gregorio García Castañeda, responsable de esta empresa, asegura que estas jaulas, cuyo tamaño es ridículo para albergar parte de los 7.000 kilos de cartón que mueren a diario en este perímetro, serán sustituidas por unos contenedores más altos y de mayor superficie. “Esto nos permitirá ahorrar en tiempo y en dinero, porque ahora habrá dos contenedores para hacer el mismo proceso, pero en menos sesiones”. Un camión contenedor que está a punto de adquirir Obimace vaciará los kilos de cartón que se acumulen en estos esbeltos basureros.

Castañeda reconoce que el volumen de residuos supera la labor de limpieza de 10.00 a 13.00, pero tiene una explicación. Según él, la estrechez de las calles supone el principal inconveniente. Sin embargo, “en la parte moderna, las calles son más amplias, el tránsito es mejor y se amontona más fácilmente el cartón”. La recogida selectiva de la basura también retrasa mucho la limpieza. Las nuevas normativas europeas obligan a que los residuos sean separados, para conseguir un aprovechamiento de los materiales y, en definitiva, reciclar.

Ya por la tarde, desaparecen los porteadores en el Polígono. El paso del Biutz se cierra a las 13.00 horas y llega el turno de las familias. “Llegan las señoras para comprar enseres del hogar o los mismos comerciantes preparan la mercancía para el día siguiente”, explica Miguel Ayora. Es a partir de las 19.00 horas cuando se agilizan las operaciones de limpieza y son los del segundo turno (de 14.00 a 22.00) los que desarrollan esta función. A las 22.00 entra el último turno, que repasa y culmina todo el trabajo previo. Los días festivos, incluso, hay empleados que despejan el cinturón que rodea al Tarajal.

Detrás del tumulto, detrás del ruido, existe un silencio que convierte en tiernas y pueriles a unas calles donde se cocinan miles de historias a diario.
 

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