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sociedad - VIERNES, 22 DE AGOSTO DE 2008


Los usuarios del Centro del Mayor. a.s.

Visita del Centro del Mayor al Palacio de la Asamblea
 

Del palacio al chiringuito

Unos 40 personas pertenecientes
al Centro del Mayor conocieron la
historia del Palacio de la Asamblea
y comieron en el local de la Ribera
 

CEUTA
Fernando M. Caracena

ceuta
@elpueblodeceuta.com

Ruido de abanicos en el salón del trono del Palacio de la Asamblea. El mayordomo municipal, Juan Carlos Lobo, explicó los secretos que hay detrás de cada urna, de los bordados y lo escudos que adornan la sala del edificio municipal. Cada lujosa silla estaba ocupada por un usuario del Centro del Mayor de la Cruz Roja. Ayer la institución programó una ruta por el Palacio de la Asamblea, un edificio emblemático, con multitud de secretos, pero poco conocido incluso para las personas que llevan viviendo mucho tiempo en la ciudad. “Unas explicaciones muy buenas, son cosas que yo no sabía. Hasta que no te las explican no te surge la duda porque siempre lo tenemos ahí” dijo Lola Sánchez, mientras intentaba escuchar las descripciones de Juan Carlos.

Yolanda Bel, en funciones de presidenta accidental, entró en el salón del trono mientras el mayordomo luchaba por rellenar algún minuto de retraso. Bel hizo un discurso cercano para darles la bienvenida y subrayó su relación especial con las personas del centro: “Para mí es un privilegio poder recibir a los grupos que pasan por esta casa pero hoy tengo una doble suerte al recibir al Centro del Mayor, que tanto significa para mí. Tengo una debilidad especial por este centro”. En una ciudad donde los agradecimientos en los discursos políticos suelen ser más extensos que la sustancia una vez depurada, la duda flota sobre este tipo de manifestaciones de cariño, sin embargo, por la respuesta de los asistentes, parece que sí existe una vinculación estrecha entre los usuarios del centro y la antigua consejera de Sanidad y Asuntos Sociales: “Con los mayores se porta muy bien y siempre ha sido muy atenta con nosotros”.

Tras terminar el discurso la organización del centro hizo entrega de un par de regalos a la presidenta accidental, un perfume y una prenda que Bel aseguró que llevaría “en la rueda de prensa del martes que viene, así que si ponéis la tele con ella me veréis”.

Una vez terminado el acto, el mayordomo Lobo hizo un recorrido por “las zonas nobles” del edificio, según le dijo a El Pueblo TV. Abandonaron el salón del trono dejando el antiguo Pendón Real de la ciudad que trajo durante la conquista lusa Don Juan I de Portugal. El tour asambleístico comprendió la rotonda (como llaman a la antigua sala de reuniones), la escalera real, donde permanece una cristalera y otras obras de Bertucci y, por último, el antiguo despecho del alcalde. Todas la zonas con más pedigrí del palacio autónomico. “Me ha gustado mucho la vieja sala del pleno y el despacho del alcalde” dijo Manuela Trola, “Trola que no embustera” detalló con sorna. “A mí también me ha gustado la sala de las banderas, con los escudos. Ha sido realmente interesante” explicó uno de los integrantes de la expedición.

Realmente las dos salas fueron las más celebradas por los asistentes. Muchos de ellos nacidos en Ceuta hace algún año, nunca habían conocido los entresijos y el patrimonio que descansa en el Palacio de la Asamblea: “Yo soy de aquí, de siempre, tengo 75 años y nunca lo habías visto por dentro y con tanto detalle”. El mayordomo terminó la visita por la antigua puerta del edificio “tal y como ellos se merecen”.

En el chiringuito


La mañana fue diferente para los mayores, algo que continuó durante el comienzo de la tarde. A las 14.00 horas se preparó un almuerzo en el chiringuito de la Ribera para cerrar con brillantez gastronómica la jornada.

En una larga mesa en forma de L, bien provista de olor a pescado y bebidas espirituosas, los 40 asistentes a la jornada pudieron departir y relatar lo vivido bajo el manto del Levante que cubría ayer pesadamente la playa: “La comida es maravillosa, ojalá que se hagan más este tipo de iniciativas y que podamos disfrutar de más días como éste”. Bel acompañó a los mayores en el almuerzo y tuvo tiempo para departir e intercambiar anécdotas a lo largo de la comida. La sobremesa fue larga y sobre las cuatro de la tarde comenzó la recogida de los comensales. La jornada se cerró para ellos sabiendo un poco más de la historia de una ciudad en la que han vivido durante largo tiempo y con un poco más de pescadito, tintillo y entorno playero. Que tampoco viene mal.
 

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