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OPINIÓN - VIERNES, 22 DE AGOSTO DE 2008

 

OPINIÓN / SNIPER

22. Rebelión amazigh: el Jariyismo
 


José Luis Navazo
yebala06@yahoo.es

 

El Jariyismo, una de las tres corrientes del Islam junto al Sunnismo y Shiísmo, está trágicamente vinculado a la naciente historia de esta religión tras la batalla y arbitraje de Seffin, junto al Éufrates (julio de 657). Movimiento rigorista y purista (“Los que salen al campo y se rebelan”), prendió rápidamente en el Maghreb dentro de la sociedad bereber como reacción al colonialismo árabe pero, es preciso matizar, sin apostatar del Islam recientemente adquirido al que dio un contenido autóctono que aun perdura. Los jariyitas pretendían retomar la pureza tradicional del Islam, su sentido de igualdad, alzándose cuando el nuevo “wali” de Tánger nombrado por los califas Omeyas de Damasco (734) les exige un impuesto personal como a los no musulmanes y una cuota de esclavos.

El jariyismo (que ya había prendido en Ifriquiya en el 720 con el asesinato del gobernador Al-Lazid Ibn Muslim) rebrota en Marruecos precisamente en la histórica capital Tingis (Tánger) entre el substrato indígena recientemente islamizado, liderando un aguador de nombre Maisara Al-Magdari a los insurgentes beréberes que derrotan a la flor y nata de las tropas árabes en la llamada “Batalla de los Nobles” (740) tras liquidar al gobernador de la plaza, Omar Al-Muradi, rechazando incluso contingentes venidos rápidamente de España para sofocar la rebelión; efectivos de caballería sirios de guarnición en Ifriquiya al mando de Bal´y, galopan a refugiarse a Ceuta, de donde son rescatados y embarcados para España (Al-Andalus). Todo el Maghreb se enciende tras esta victoria dando lugar a varios reinos o emiratos salvo en Kairuán (Ifriquiya, Túnez), donde un hijo de Oqba (el primer conquistador árabe) funda un pequeño reino árabe, que se extingue tras el asesinato de su hijo y heredero Abderrahmán. Los árabes son expulsados por un tiempo de África del Norte, hasta que el nuevo Califato Abasida llegado al poder tras la masacre de la familia de los Omeyas (750) contraataca e inicia la reconquista.

Herejía para el Islam tradicional, el jariyismo amazigh libera el Maghreb de influencias orientales desarrollando un prístino islamismo autóctono, que acaba (otra constante histórica, la eterna preocupación: el frágil equilibrio entre un gobierno central y la independencia tribal) naufragando en luchas intestinas facilitando la vuelta de los árabes, si bien en parte del Marruecos histórico quien toma el testigo es la corriente shií representada, como veremos, por la dinastía Idrisi. La doctrina jariyita y su radical afirmación (en el fondo la división en el Islam tras la muerte de Mahoma fue mas política que religiosa) de que los califas deberían ser elegidos popularmente por la “Umma” o comunidad musulmana (en contra del legitimismo shií y la ortodoxia sunní) entroncaba como anillo al dedo con los criterios enraizados en la sociedad amazigh, como ya advirtió Terrase: “La historia y las tendencias del Jariyismo muestran por qué los bereberes escogieron sublevarse en su nombre”. La rebelión jariyí tuvo varias consecuencias: la creación de reinos bereberes, la desmembración del Califato Abasí, la “magrebización” definitiva de Marruecos primero bajo el shiísmo de los Idrisíes y finalmente la fundación en Al-Andalus, tras un Emirato independiente, del brillante Califato Omeya de Córdoba.
 

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