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ACTUALIDAD - DOMINGO, 24 DE AGOSTO DE 2008


mujer musulmana. archivo.

SOCIEDAD
 

Mujer musulmana, separada o divorciada y con cuatro o cinco hijos, perfil de la pobreza ceutí

Cáritas Diocesana analizará en septiembre cómo afrontar la nueva situación económica
y el previsible aumento de desempleados incapaces de aguantar su ritmo de vida

CEUTA
Gonzalo Testa

ceuta
@elpueblodeceuta.com

El rostro de la pobreza en Ceuta tiene un perfil muy definido: es mujer, de confesión musulmana, tanto marroquí como española, generalmente separada, divorciada o abandonada por su pareja y con cuatro o cinco hijos. Ese es, según Cáritas Diocesana, la entidad religiosa católica que atiende a más de medio millar de familias ceutíes sin recursos, el retrato robot de las personas que suelen recurrir a sus servicios. Ahora, en plena crisis económica, Cáritas se prepara para atender a “los nuevos pobres”, entre se prevé estén las familias que cargan con hipotecas o alquileres elevados y se quedan sin empleo.

Históricamente la pobreza ha sido siempre una realidad cambiante. La nueva coyuntura económica, el incremento del paro y la subida del precio de hipotecas y alquileres está redibujando mientras lee estas líneas el perfil de la pobreza en muchos puntos de España. También en Ceuta.

Los servicios asistenciales de Cáritas en la península van, sin embargo, según sus compañeros de la ciudad autónoma, un paso por delante de este lado del Estrecho. De Algeciras para arriba la entidad católica gestiona ya “cientos de solicitudes” de ayuda económica para familias en su mayoría compuestas por un hombre que se encuentra recientemente parado después de haber trabajado en la construcción, y que está casado con una mujer que limpia o cuida ancianos a tiempo parcial y con al menos dos hijos en edad escolar.

Según las impresiones de distintas Cáritas diocesanas repartidas por el territorio nacional recogidas por Europa Press, inmigrantes en situación irregular, mujeres sin recursos con cargas familiares o personas sin hogar son quienes reciben principalmente la asistencia básica en el norte del país. En lugares como Madrid, Extremadura o Andalucía, el perfil se amplía a familias no siempre extranjeras que acuden en busca de cobertura “para los servicios más básicos”, porque todos sus ingresos, inferiores a sus gastos, se destinan a conservar un techo donde cobijarse.

El rostro de la pobreza en Ceuta aún es distinto: es una mujer musulmana con cuatro o cinco hijos. Habitualmente ya no tiene pareja ni trabajo estable más allá de limpiar alguna vivienda particular.

Pero Cáritas-Ceuta prevé que el perfil de las familias que atiende vaya asemejándose poco a poco, si se mantiene la actual tendencia del paro y la economía, al de sus homólogas del resto del país. De hecho, el próximo mes de septiembre, coincidiendo con la celebración de la Asamblea Diocesana de Cádiz y Ceuta, se analizará el fenómeno de “los nuevos pobres” y cómo hacerle frente.

Pero, ¿quiénes serán los nuevos pobres?. El responsable de la entidad católica en Ceuta, Javier González, lo tiene claro: “Trabajadores del sector de la construcción que carecen de muchos de sus derechos laborales más allá de la prestación por desempleo y que una vez pierdan su trabajo, si aún cargan con hipoteca o un alquiler elevado, tendrán muchas dificultades para llegar a final de mes”.

Es lo que está viendo a diario, por ejemplo, Cáritas Madrid, donde han visto multiplicarse las visitas de familias “que en los últimos años han accedido a la compra de una vivienda al ver que les subía el precio del alquiler y que ahora se han encontrado con que suben los intereses, mientras bajan sus ingresos por el paro de uno o de ambos cónyuges y se produce una subida general de todos sus gastos”.

Llegan españoles y extranjeros, exactamente igual que en Ceuta. “Atendemos a muchas mujeres marroquíes musulmanas con permiso de residencia que se han separado, pero también a españolas que se casaron con ciudadanos del país vecino y después rompieron su relación”, explica González.

También se asiste, obviamente, a familias cristianas, aunque en un porcentaje muy inferior y generalmente por problemas vinculados a la vivienda, a los alquileres disparatados o a las hipotecas que crecen desaforadamente.

En verano la situación se complica porque si durante el año estas mujeres hacen trabajos por horas cuidando de personas mayores, de niños o haciendo trabajos de limpieza, en vacaciones son menos las ofertas para desempeñar estas tareas.

“Hay muchas familias que están en situación de mucha precariedad, pero que van tirando”, apunta González, quien señala que “el problema es que en el momento en que hay una crisis, se vienen abajo y llega un punto en que no saben cómo salir adelante”. Sin embargo, las posibilidades de Cáritas van poco más allá de una primera ayuda de emergencia y la incorporación a un trabajo a largo plazo de formación e integración laboral.

“Demandamos reciprocidad, voluntad de salir de las dificultades”, apunta González, quien advierte de que “una ayuda económica en un momento determinado ayuda a superar un bache, pero la única solución es la formación y el trabajo”.
 


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