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ACTUALIDAD - LUNES, 25 DE AGOSTO DE 2008


hindúes en los montes de la ciudad. m.z.

INMIGRACIÓN
 

La Delegación del Gobierno
insiste en el regreso de los
hindúes huídos al CETI

Tras pasar casi cinco meses refugiados
en los montes de la ciudad autónoma, los indios no darán marcha atrás y continuarán viviendo en condiciones precarias

CEUTA
Cristina Marzán

ceuta
@elpueblodeceuta.com

Tras casi cinco meses refugiados en los montes de la ciudad, con los recursos mínimos para poder subsistir, la situación de los hindúes que abandonaron el Centro de Estancia Temporal de Ceuta (CETI) no ha cambiado. El colectivo indio mantiene firme su postura y no piensa abandonar esta medida de presión ante las autoridades ceutíes ya que lo único que solicitan es la legalidad en la península para poder acceder a un puesto de trabajo. Desde la Delegación del Gobierno aseguran que el estatus social de estos inmigrantes no va a cambiar y por ello insisten en su regreso al CETI para mejorar sus condiciones de vida.

Van a cumplirse casi cinco meses desde que los hindúes que escaparon del Centro Temporal de Estancia de Ceuta (CETI) viven, o mejor dicho, sobreviven, en los montes de la ciudad autónoma, concretamente en los alrededores de García Aldave. Pero su situación, sus circunstancias, no han cambiado.

Actualmente son 67 los indios que continúan fuera del CETI, ya que cuatro regresaron al recinto y uno desapareció. Todos son varones en edades comprendidas entre los 19 y los 40 años y aunque sus condiciones de vida son bastante precarias, no piensan dar marcha atrás. “No pensamos regresar al CETI, la situación no ha cambiado y desde el Gobierno, ni el Consulado, nos dice nada”, explicaba en la mañana de ayer el joven Gurpreet Singh.

Sin embargo, fuentes de la Delegación del Gobierno aseguraban ayer El Pueblo, que han reiterado constantemente que “el estatus social de estos indios no va a cambiar y que lo más recomendable es que regresen a las instalaciones del Centro de Estancia Temporal de la ciudad para mejorar sus condiciones de vida en cuanto a higiene, salud, alimentación y servicios. Además se añade la preocupación por los posibles incendios que se pudieran ocasionar en los montes así como la entrada en territorios militares, lo que dificultaría aún más la situación que atraviesan estos hindúes”.

Actualmente, los indios se refugian en dos campamentos que han instalado en los alrededores de García Aldave, todo con materiales recogidos en los contenedores de basura de la ciudad y que ellos mismos han subido hasta arriba. “Las chabolas las hemos construido nosotros mismos con plástico, madera, cartón, caño y todo lo que encontramos. Así como colchones y muebles que la gente tira”, comentaba Rocky Ghotra.

Las mínimas subsistencias con las que cuentan para venir proceden de dos vías: por un lado, la Comunidad Hindú les facilita dos veces al mes suministros alimenticios, sobretodo, arroz, harina, verduras y pan. Y el poco dinero que llega al campamento procede del trabajo de algunos de ellos, que actúan en los aparcamientos de Eroski o Almacenes San Pablo. Para cocinar, materias primas procedentes de la naturaleza, tales como madera y fuego.

Ante tales condiciones de vida, más de uno ya ha tenido su primer problema de salud. “Ahora mismo tenemos casi diez enfermos. Las altas temperaturas, las picaduras de mosquitos e insectos del monte e incluso dolores en el estómago y la orina. De echo hace un par de noches vino la ambulancia para llevarse a uno de nosotros. Nadie ha tenido que ser hospitalizado porque en cuanto se han ido, han vuelto. Pero nos han suministrado más de una vez la asistencia sanitaria y medicamentos desde la Comunidad Hindú”, concretaba Sarabjit Singh.

Ante estos hechos, la respuesta del colectivo es bastante sincera: “la verdad es que nunca pensamos que se fuera a alargar tanto esta situación. No tenemos respuesta de nada ni de nadie ni tan siquiera la Embajada ni el Consulado y desde que llegase el primer hindú a Ceuta han pasado casi dos años. Lo único que queremos es salir de aquí y tener documentos para poder trabajar. Sólo así podremos enviar dinero a nuestras familias de La India que también se encuentran en crisis por todas las inundaciones que se están produciendo”.

Viviendo de la naturaleza y las pocas prestaciones que les ofrecen vecinos de la zona, estos indios utilizan el agua del monte para lavarse e incluso han llegado a beber de ella. Y aún así “no vamos a manifestarnos en el centro ni nada por el estilo. Nosotros no queremos molestar a nadie, de hecho, viendo la situación por la que atravesamos desde que nos fuimos del CETI, no han llegado más hindúes a Ceuta”, se sinceraba Harneer Singh.

Durante el invierno, el frío y las lluvias; en verano, la excesiva calor. Pero la lucha de estos indios es constante y cada amanecer, es como el anterior. “Cada día es igual. Nos despertamos sobre las ocho u ocho y media, vamos a lavarnos los dientes al lago y luego unos se van a trabajar y otros a dar clases de informática y español a San Antonio. Pero como ahora es agosto, se han cortado por las vacaciones. Cuando llegan las dos de la tarde hacemos la comida con lo poco que tenemos y nos reunimos todos en un mismo campamento, el de abajo, y luego jugamos un rato a las cartas. Sobre las seis practicamos el críquet, para entretenernos, y más tarde nos vamos a correr por ahí. Ya a las ocho y media, que va cayendo la luz, cenamos y encendemos unas velas. Y ya a dormir hasta el día siguiente”, explicaba Gurpreet Singh.

Sin embargo, aun mantiene una pequeña sonrisa en sus gestos y el ápice de esperanza se refleja en sus miradas. Han entrado en Ceuta de manera ilegal, cada uno a un precio y de una forma diferente. Su objetivo es llegar a la península y más tarde, el destino final: Europa. Y todo para un mismo fin: obtener documentos legales para acceder a un puesto de trabajo y ofrecer a sus familias mejores condiciones de vida. “Confiamos que ahora en septiembre, con la vuelta al trabajo de las autoridades, nos den ya alguna vía para poder salir de aquí. Llevamos mucho tiempo esperando y esta vida es muy dura”, confesaba Rocky Ghotra.

Lo cierto es que las altas temperaturas, los mosquitos y los insectos cada vez hacen más estragos. Peor todavía, los restos de basura, que poco a poco se van convirtiendo en pequeñas montañas perjudiciales para la salud y porqué no, para el medio ambiente. “Cada vez tenemos más bolsas de basura y nadie viene a recogerlas. Atraen a los insectos y mosquitos y nos afecta muchísimo”, añadía Sandeep Singh.

Muchos de ellos vendieron sus hogares en La India, otros solicitaron préstamos, cada uno ha gastado una fortuna para llegar donde están. Pero los medios, la falta de previsión y el quebrantamiento de la ley les ha jugado una mala pasada.

Y por el momento, el Gobierno de Ceuta se encuentra atado se pies y manos sin poder dar una solución rápida y eficaz a esta situación que por día empeora.
 


La India padece importantes inundaciones en las ciudades de Punjab y Maryana

Otro de los motivos que llevan al colectivo de hindúes huídos del Centro de Estancia Temporal de Ceuta a la desesperación, son las inundaciones existentes en su país de origen, La India, debido a las fuertes lluvias registradas que han causado la muerte de muchísimas personas. Concretamente en las ciudades de Punjab y Maryana, procedencia de muchos de ellos. Para estos indios es muy difícil contactar con sus familiares, de ahí que intenten realizar una llamada telefónica una o dos veces al mes, dependiendo del dinero que hayan podido ahorrar. Pero son conscientes de la necesidad de ayuda económica que padecen sus más allegados y la incertidumbre de saber si continúan bien. Por eso lo único que solicitan con este tipo de iniciativas para presionar a las autoridades, es el documento por el cual podrían acceder a trabajar, es decir, abandonar la situación de ilegalidad por la que atraviesan desde hace más de un año, casi dos. Su objetivo es enviar dinero a las más de sesenta familias que se encuentran en un momento de crisis, circunstancia que no es posible si no consiguen la nacionalidad.
 


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