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OPINIÓN - LUNES, 25 DE AGOSTO DE 2008

 

OPINIÓN / LAS NOTAS DEL QUIM

Crisis del turismo
 


Quim Sarriá
quimsarria@elpueblodeceuta.com

 

El año que he pasado en Ceuta toca a su fin. La idea que tenía, y cuyo plazo era exactamente de esos 12 meses, de volver a mi ciudad natal estaba supeditada a una serie de conceptos claramente diferenciados y condicionados para que me quedara indefinidamente.

Parte de los proyectos que tenía en mente se cumplieron, otros a medias y los más fueron un fiasco.

Esperaba encontrar una ciudad abierta, legal y honesta. Me encuentro todo lo contrario, la verdad,

Esto influye sobremanera en el turismo. La falta de alicientes, unida al poco entusiasmo de nuestras autoridades para atraer al turismo, ha hecho de nuestra ciudad simplemente un apeadero de paso forzoso.

La repetición de eventos, sobre todo los concernientes a actos religiosos, conlleva una hostia consagrada al aburrimiento, Actos que están fuera de tiempo, actos trasnochados que los turistas, posibles turistas, ya no ven como antaño.

Aparte de la falta de alicientes para atraer el turismo están los precios. Precios abusivos en la mayoría de los casos que no corresponden a la categoría de los atractivos de la ciudad y ello conduce a que el turista se lo piense dos veces. El euro es el mismo para todos. Ya no existen esas pesetas que podían cambiar a paletadas.

Durante este año, que he pasado en la ciudad, mucho he observado. De todo lo observado saco conclusiones tan negativas, con alguna excepción, que no me produce incentivo para permanecer aquí.

Mucha pompa y boato para mirarse en el espejo de los flashes con nimios motivos que haría sonreír hasta el más pequeño alcalde del más pequeño pueblo del Estado.

Sistema financiero que no encaja con la actualidad social y destinado a cosas que no tienen absolutamente nada que ver con el progreso y sí con funciones ilógicas de maneras antañonas.

Sobre todo la nula información al ciudadano. La culpa la tienen los propios ciudadanos que se callan, por razones que prefiero ignorar, cuando tienen pleno derecho a saber. Algún que otro ciudadano, eso sí, eleva su voz por encima de los demás pero pronto es acallado con respuestas irrazonables y fuera de toda lógica democrática.

Donde la que la hipocresía asienta sus reales.

Donde dice ser españolísima pero que ofrecen servicios a quienes no se consideran españoles aunque lo voceen a los cuatro vientos.

Donde ordeñan las ubres de la vaca hasta vaciarlas por completo y siguen apretando por si queda alguna gota… para usar el producto como le salgan de los cojones sin mirar al futuro cuando no tengan con qué agarrarlos.

Donde muchos quieren vivir por la cara despreciando, con ello, el trabajo de otros.

No todo puede ser negativo, que no lo es, y existen conceptos positivos, tantos como se puede encontrar en cualquier otra ciudad.

A pesar de todo, el reencuentro con viejos amigos y antiguos compañeros de cole y fútbol me llena de alegría así como el haber conocido a personas de indudable valor, tanto entre los políticos como entre los ciudadanos, de los que me llevo un grato recuerdo.

En fin, este artículo tan avinagrado supone mi despedida física de la ciudad, que no de mi contacto diario a través de “El Pueblo de Ceuta”, y ello significa que ya no estoy con Vds., estimados, hipotéticos y amables lectores, Tengo por delante cuatro años laborales que no me los quitan de encima hasta mi jubilación total. Entonces tal vez vuelva a Ceuta y decida quedarme hasta el fin de mis días… pero uno propone y la familia dispone ¿Verdad?
 

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