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OPINIÓN - MARTES, 26 DE AGOSTO DE 2008

 

OPINIÓN / Breve Historia de Marruecos

26. Khariyismo y reinos amazighs
 


José Luis Navazo
yebala06@yahoo.es

 

Nos movemos en una horquilla de años entre el 750 y el siglo X, en la que tras la gran rebelión khariyí cristalizan en el Maghreb los reinos bereberes (o amazighs) de Tremecén, Sihilmasa y Tahart además del Barwata en Marruecos, fundado éste por uno de los compañeros del líder rebelde Maisara del que ya hemos escrito, junto a otros reinos y emiratos ortodoxos sunnís o shiís (reino Idrisi). Conocemos alguno de estos reinos gracias a la descripción del geógrafo al-Yaqubi y a Ibn Khaldún. Son unos siglos oscuros y de los que desconocemos mucho puesto que, como señala B. Lugan, “Si políticamente la situación del Maghreb occidental es más que confusa en esta época, religiosamente no es tampoco más clara pues, como hemos visto, las poblaciones bereberes se adhieren a un Islam herético, el khariyismo”. Laroui reprocha a los “historiadores coloniales” (sic) el hablar ya en esta época de tres estados, embrión de los actuales: aghlabida (shií fatimí) de Túnez, rustumide (khariyí) de Tahart (Argelia) e Idrisi (de origen shiíta) de Fez (Marruecos). Sin duda es muy temprano para marcar estas diferencias, pero tampoco es tanta “aberración” como infiere dicho autor conocido por sus tesis del “Maghreb árabe”, olvidando que éste es una síntesis étnica-histórica en la que el substrato demográfico bereber es, mal que a muchos les pese, dominante. La historia muestra, insistente, la existencia de un “Maghreb beréber”.

El reino de Tremecén, en la actual Argelia, fue fundado por Abou Ourra, “esencialmente un jefe militar” (Laroui) quien convirtió la ciudad en plataforma logística de las fuerzas insurgentes khariyís, cayendo en 786. Más hacia el sur y al este del Atlas, surge hacia 757 el reino de Sihilmasa de la mano de Isa ben Yazid al-Aswad, un khariyita árabe puesto a la cabeza de una tribu beréber fundador de la dinastía de los midraritas, que se mantuvo en el poder durante más de dos siglos, quienes en ningún momento se proclamaron emires y alcanzaron cierto grado de evolución (llegaron a explotar las minas del Drá) atemperando su rigorismo, no sin mantener cruentos enfrentamientos con sus hermanos de fe más radicales.

Pero de todos el más importante fue el reino de Tahart, fundado por Abderrahmán Ibn Rustum, musulmán de origen persa establecido en Kairuán quien acabó proclamándose califa khariyita estableciendo la dinastía de los rustimides, quienes gobiernan hasta el año 908 (296 de la Hégira) en una villa-estado considerada por la disidencia khariyí moderada como el paradigma de su ideal político-religioso (firman la paz con Kairuán, la antigua base militar árabe retomada por el Califato abatida de Bagdad, en 788). El reino se debate, no obstante, en agudas controversias teológicas, mientras que la comunidad ejerce un fuerte control sobre su líder religioso. La influencia ideológica de Tahart se proyecta por todo el Maghreb, manteniendo relaciones con el Califato Omeya de Al-Andalus (dos hijos del fundador, Ibn Rustum, viajan a Córdoba) si bien la ausencia de un ejército regular lastra su expansión territorial. El reino es finalmente conquistado por las tropas del Califato Fatimí (shiíta) de El Cairo en 908, huyendo los supervivientes a refugiarse a los oasis del Sud (Sadräta), donde aun sobreviven elementos de esta secta así como en el norte de Argelia.
 

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