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OPINIÓN - JUEVES, 28 DE AGOSTO DE 2008

 

OPINIÓN / ESPAÑA CAÑÍ

Los españoles necesitamos
la “Ayuda Humanitaria”

 


Nuria Van Den Berghe
nuriavandenberghe
@elpueblodeceuta.com
 

Se lo digo ustedes, desde mi Málaga la Cantaóra, donde acabamos de finiquitar una feria que ha sido una especie de inmenso botellón. Pero llevándose las criaturas las botellas de Cartojal y los cartones de sangría de sus casas, en bolsas del Supersol, para emborracharse sin demasiado dispendio. Pero agarrarla (me refiero a la melopea). Sublime, broncosa, fiestera y al son de las pandas de verdiales. Las calores y los colores.

Pero mirando el euro. Porque, aquí, la gente, tiene cada vez más conciencia de que vamos directos a la ruina y los politicastros, ni son catedráticos de Economía, ni tienen puta idea. Ni los unos ni los otros. Ni los izquierdosos, ni esos que ahora se dicen “centristas”. Y como, oficialmente, no existe una derecha neoconservadora como en el resto de Occidente, lo que opine la derecha no cuenta. Oigan ¿A quien votaremos los que nos consideramos neoconservadores en la línea de Sarkozy? ¿Quién o quienes demandarán nuestro despreciable y ninguneado voto? De seguro (esto es pura habla andaluza) que algún ventajista vendrá en plan chupóptero con la sobada oferta de “no somos de derechas, pero, si nos votas, votarás a la no-izquierda”. Vale. Como si se vota a Porrina de Badajoz. Y, los andaluces, iluminados por los espíritus evanescentes de los genios descansados del cante grande, vamos teniendo muy claro que, en Rumanía, están ofertando veinticinco mil puestos de trabajo para ir a arrimar cemento en las obras. Boom inmobiliario rumano. Natural. A nosotros nos han mandado a sus mendigos y exportar pobreza siempre ha sido un maravilloso invento. Eso sí, importarla es menos maravilloso para el importador.

Y no existen medidas claras para frenar el empobrecimiento al que nos enfrentamos. ¿Qué están gruñendo ustedes con caras de vicuñas, osease, cabras salvajes del Perú? ¿Qué soy una ruinera y tengo más mal vagío que el Pepiño Blanco? Vale. Pero con mal fario y todo el Pepiño se ha pillado un pedazo de ático a veinte metros del mar, allá por la costa Gallega, para vacacionar ¡Lo que son las recalificaciones! Si pasa en Marbella seguro que, la culpa de todo, la tiene Juan Antonio Roca, que construye prevaricando y corrompiendo a pie de rompeolas y para rizar el rizo del tráfico de influencias, arroja directamente las aguas fecales de los apartamentos al mar para cargarse a los percebes y a los mejillones. ¿Qué están murmurando ahora con expresión de popes ortodoxos tras una empachera de kéfir? ¿Qué añoran el programa “Aquí hay tomate” portavoz de la justicia y de la policía en el tema Malayo?. Pues se joden y se apuntan a los autobuses que van a fletar para Rumanía y para Polonia, para que, los españoles y las españolas con pensiones de trescientos euros para abajo, se larguen a dar el callo y a poner ladrillos y dejen de porculear.

Y con instrucciones claras de, cuando lleguen, reclamar a la abuela, que tiene una paguilla de ciento ochenta euros y se está consumiendo de miseria en un agujero de diez metros. De hecho, para que se nos mueran los jubilados de hambre en España, mejor que se mueran en Bucarest y así nos ahorramos la mala imagen de ver a los ancianos mendigando para comer. ¡Por favor! No consuman mi paciencia, que yo no soy Pedro Román, salmantino y caballero, que es el hombre que, con más señorío, encaja las injusticias y las persecuciones de “los de arriba”, que ya saben como son de puercos. Yo no soy, como Román, cristiana vieja de pura cepa, ni tengo la serena templanza que da el tener la conciencia tranquila y la consciencia, de que hubo un tipo de treinta y tres años que habló de otros tipos que, como Pedro Román, pueden considerarse bienaventurados.

Pero yo nada tengo que ver con las Bienaventuranzas, sino que palpo y contemplo la realidad de que, los españoles, necesitamos urgentemente ayuda humanitaria de los gobernantes de los países más ricos o de los gobernantes que son los más ricos de sus países. Comprendo, comprendo que, desde los despachos de moquetas mullidas y cristales tintados para no ver la verdadera miseria, es muy fácil arrimar los cientos de miles y los millones de euros a los países exóticos. Nosotros, como somos más bien vulgares y corrientes pero en absoluto exóticos, quedamos relegados en cuanto a prioridades. ¿Pensión de invalidez? Trescientos eurillos. Me digan, me cuenten si no es para apoyar mi iniciativa de dirigirme al Rey de Marruecos que aparece en la lista de los hombres más ricos del planeta, para mendigarle que haga caridad con nuestros ancianos, que nos construya asilos y residencias, que nos monte esos comedores sociales donde se arriman familias enteras, de rodillas por la feroz hipoteca, para comer por dos euros el cubierto. Mi voz clama en el desierto del pasotismo y la crueldad de nuestros políticos ¡Mohamed VI, Mohamed VI, dé de comer a nuestros ocho millones de pobres!.

Y si el jeque del petróleo Jamalí-Jamalajá se lía a mandarnos leche en polvo, latas de comida, buena carne congelada como otrora Evita Perón y toneladas de trigo y cereales para repartir gratis entre la población no vamos a alzar la nariz ni a poner gesto de asco. Porque se está pasando hambre. Hambruna silenciosa. Pobreza vergonzante de no poder pagar la luz y poner un puchero sin avíos para comer toda la semana.

De corazón. Necesitamos la ayuda humanitaria y la cooperación internacional. Y a los Poderosos, me consta, no se les va a caer la cara de vergüenza. Porque vergüenza no tienen.
 

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