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OPINIÓN - JUEVES, 28 DE AGOSTO DE 2008

 

OPINIÓN / SNIPER

28. Idris II y la fundación de Fez
 


José Luis Navazo
yebala06@yahoo.es

 

Hijo póstumo de una de sus concubinas, la bella beréber Kenza, Idris II fue aupado al trono tras la regencia del fiel liberto Raxid y un notable árabe, Abou Khaled Yazid, reinando más de veinte años (murió en 828) no sin inicialmente asesinar (hacia 808) al jefe de la tribu de las Awraba, Ishaq, que había acogido a su padre a fin de consolidarse en el poder; curiosamente, el Maghreb entroniza a una dinastía descendiente de Mahoma que había sido apartada del poder, en Oriente Medio, por Omeyas y Abasidas. Destacan en el largo reinado de Idris II tres acontecimientos: la arabización e islamización del reino (muchas veces en contra del substrato étnico beréber), las contínuas guerras de expansión y la fundación de Fez.

A fin de reforzar su trono, aglutina alrededor del mismo contingentes árabes (solo su guardia personal era de quinientos hombres), poniendo al frente de su reino un visir (árabe también) y acogiendo refuerzos llegados de Ifrikiya (Túnez) y Al-Andalus (España). Militarmente, organizó en 812 una expedición parcialmente exitosa contra las tribus Masmuda del sur de Marruecos (hacia el Sous) y, en 814, logró la sumisión del jefe Zenata; desde Ifrikia fue hostilizado por la Dinastía Aglabí, vasalla del Califato Abasida de Damasco, mientras que hacia el oeste Idris II se abstuvo de atacar al reino de los Barwata. La extensión de su reino fue poco más que la de su padre, pero la obra por la que pasó a la historia fue la fundación de la ciudad de Fez. Hagiógrafos como Jawad Touhami escriben exultantes: “Deja tras él un Estado pujante donde reina la seguridad, la paz social, la expansión económica, un Estado respetado por el mundo entero”. En todo caso sus relaciones con los beréberes son, en líneas generales, difíciles (Lugan).

Tras mandar ejecutar (808) al jefe de los Awraba, la tribu beréber de los alrededores del Yebel Zerhum, abandona prudentemente Oualili (Volúbilis) para fundar a no más de 30 kms. la ciudad de Fez, en un sugerente entorno: cruce de caminos en las rutas este-oeste y norte-sur, clima templado, tierra feraz y agua abundante. Terrase no duda en afirmar: “Que su emplazamiento haya sido fijado por Idris I o por su hijo, el lugar de la nueva ciudad estaba admirablemente escogido”. Parece que Idris I establece inicialmente, en 789, un pequeño enclave militar (Medinat Fas)”; en 809, su hijo Idris II funda sobre la ribera opuesta el barrio de los Karauin, “Al-Alia” (La Alta), en la que estableció su palacio acuñando monedas. En la primera se concentraba en principio la población beréber, mientras que la segunda era mayoritariamente árabe; sobre “Medinat Fas” se asientan en 814 unas ochocientas familias “andalusíes” exiliadas de Córdoba, amurallándola y dándole su carácter actual. Acogió también Idris II a una numerosa población judía, permitiendo su establecimiento en Fez a cambio de un tributo anual de treinta mil dinares; también parece que pudo haber un pequeño barrio cristiano en la zona andalusí, según podría deducirse de una de las puertas de acceso: “Bab Al-Canisa”. Al-Kirtas sentencia: “No ha dejado la ciudad de Fez, desde que fue fundada, de ser el asiento de la jurisprudencia, del saber, de la paz y de la religión. Es la capital del Maghreb, su eje, su centro y su polo”. Sin duda, Fez es el logro imperecedero más notable de la Dinastía Idrisi.
 

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