PortadaCorreoForoChatMultimediaServiciosBuscarCeuta



PORTADA DE HOY

Actualidad
Política
Sucesos
Economia
Sociedad
Cultura

Opinión
Archivo
Especiales  

 

 

OPINIÓN - JUEVES, 28 DE AGOSTO DE 2008

 

OPINIÓN / EL MAESTRO

Encuentro deseado
 


Andrés Gómez Fernández
andresgomez@elpueblodeceuta.com

 

Un día, de forma inesperada, hizo la maleta y se marchó a Barcelona. Nuestro entrañable compañero y amigo, nos dejó. El hecho ocurrió en el año 1962. Jesús había salido de aquella Escuela de Formación Profesional del Parque de Artillería. Se había especializado en la modalidad de tornero, llegando a ocupar, en el momento de tomar la decisión de dejarnos, una gran responsabilidad en el Taller. Todos los trabajos que se presentaban con alguna dificultad, caían en sus manos.

Fui compañero de escuela, no coincidiendo con él en ningún curso. Él estaba, por razón de edad, un curso por encima del mío. Al finalizar nuestros estudios, por haber obtenido un premio especial, el “Elorza”, otorgado al mejor alumno al finalizar su escolarización, consiguió su plaza. Era optativa la incorporación al campo laboral, que te garantizaba un puesto de trabajo. En general, se aceptaba.

Hasta su marcha estuvimos compartiendo responsabilidades laborales, en distintas especialidades: él como tornero y yo como fresador, ostentando la más modesta de las categorías: oficial de tercera.

Jesús asistió como alumno, antes de incorporarse a la Escuela de Formación, en el Instituto Hispano-Marroquí de Enseñanza Media de nuestra ciudad, donde realizó los primeros cursos. Después, coincidimos en el Instituto “Siete Colinas” donde terminamos nuestro Bachillerato Elemental, por el recientemente establecido Bachillerato Nocturno en nuestra ciudad. Nos incorporamos muchos trabajadores.

Jesús Arango, arribó a Barcelona y, desde un principio encontró un puesto de trabajo. Me comentó que las posibilidades de trabajar, en aquellos momentos, eran abundantes. Así que eligió uno al azar, donde empezó realizando “trabajos en series”. Pasando unos meses, le planteó al dueño del Taller la posibilidad de realizar otros tipos de trabajos más creativos. Él se consideraba un tornero más especializado. En la negociación, Jesús, consiguió su propósito. El empresario reconoció las cualidades profesionales de Jesús y la garantía de su discreción y buen tono, dentro de sus condiciones humanas y personales.

Ahora, Jesús, ha vuelto a su tierra natal, con motivo de nuestras fiestas patronales. Nada más llegar a Ceuta me llamó. Teníamos que vernos. Aún sabiendo cosas de él, yo no lo veía desde que se marchó de Ceuta. Acordamos una entrevista, en una cafetería popular.

Jesús forma parte, junto a su señora, del grupo de ceutíes residentes en Barcelona, que pertenecen a la Casa de Ceuta en esta ciudad, una de esas casas regionales, que tan maravillosa labor llevan a cabo, intentando que la conexión con nuestra ciudad permanezca viva.

Una vez en la Cafetería, nos acompañó otro gran compañero y amigo, Genaro González, que sí compartió pupitre con Jesús. Genaro, una vez finalizado sus estudios profesionales, también como mecánico tornero, eligió el camino de las armas, ingresando voluntario en el Ejército, y obteniendo, al finalizar su carrera, el grado de capitán.

Iniciada la conversación, Genaro nos comentó, en síntesis, parte de su historia, así como las dificultades encontradas, en particular al jubilarse, que al parecer, se cometieron algunos errores que todavía no se lo ha resuelto la administración militar.

Genaro nos cuenta una simpática historia: “Él y Jesús, vivían cerca uno del otro. Cuando tenían que realizar un examen, se reunían para su preparación en casa de Jesús. Él, Genaro, no recuerda como le salían los exámenes, porque lo único que le interesaba era una de las hermanas de Jesús, una chica muy guapa, de la que él estaba enamorado. Jesús sonreía”.

Llegado el momento de Jesús, éste nos contó las grandes dificultades que encontró para conseguir una estabilidad profesional. Después de conseguir demostrar su valía, se le presentó la oportunidad de ejercer como profesor en una escuela de Formación Profesional, para jóvenes, en Venezuela. Para ello tuvo que realizar unos cursos intensivos en Vigo, con objeto de conseguir una buena preparación didáctica.

Ya con su título, que le habilitaba para impartir las clases de torno y fresa, Jesús se trasladó a la citada república, donde, en principio, pasó serias dificultades. Primero se trasladó sólo; después se hizo acompañar de su familia. Para conseguir el mayor rendimiento con sus alumnos, se enfrentó a la Administración, al considerar que las máquinas existentes, no eran adecuadas para llevar a cabo sus programas, consiguiendo que, de nuestro país, le llegara la sustitución por maquinaria nueva. Desarrolló, como no podía ser de otra manera, una labor muy meritoria, pero cumplido el período de cinco años, decidió su vuelta a Barcelona.

De nuevo en la Ciudad Condal, a Jesús no le faltaron ofertas de trabajos, consiguiendo puestos de grandes responsabilidades, llegando a realizar estudios de Maestría Industrial, que en la práctica no lo necesitaba. Con el reconocimiento y gratitud de aquellos a los que les prestó sus valiosos servicios, Jesús pasó a la situación de jubilado, dedicándose por completo a los suyos.

He querido hacer una semblanza de un antiguo alumno, de nuestra desaparecida Escuela de Formación Profesional. Pero con Jesús y Genaro pasamos por sus aulas muchos alumnos, que conseguimos una buena formación, y nos dedicamos a otras actividades.
 

Imprimir noticia 

Volver
 

 

Portada | Mapa del web | Redacción | Publicidad | Contacto