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OPINIÓN - VIERNES, 29 DE AGOSTO DE 2008

 
OPINIÓN / EDITORIAL

Ceuta ante el espejo

Los jóvenes que han participado en el campamento de trabajo organizado por Obimasa este verano con más de veinte chicos y chicas llegados desde todos los puntos de vista a la ciudad autónoma son un buen termómetro para calibrar el verdadero estado de Ceuta con ojos extraños y, al mismo tiempo, no contaminados por la fuerza de la costumbre, la inercia u otros condicionamientos. Por eso los testimonios de Lidia, Raquel y el resto de participantes en la extraordinaria iniciativa que debe repetirse año tras año e incrementarse si es posible son tan o más valiosos que cualquier encuesta.

Sobre todo porque ellos son portavoces de la impresión unánime que se lleva el grupo de Ceuta. Esta es, dicen, una ciudad limpia en lo que a su imagen exterior se refiere. También, en lo que a su vida social atañe, un espacio en el que distintas comunicades conviven de forma armoniosa y respetuosa.

Lo que más les ha disgustado es, sin embargo, el estado del cuidado del litoral de la ciudad autónoma. La advertencia llega a tiempo y en un momento oportuno en el que la Ciudad Autónoma, que lleva tiempo con su Consejería de Medio Ambiente aplicada en la tarea, y la Delegación del Gobierno en Ceuta parecen haber puesto todos los medios a su alcance para revalorizar ese inmenso patrimonio local al que pueden estar vinculadas buena parte de sus iniciativas de desarrollo económico en el futuro.

Ambas instituciones deben tomar nota de la apreciación de los jóvenes foráneos, pero sobre todo deben ser los ceutíes de a pie quienes se apliquen en la tarea. No es posible preciarnos de tener los maravillosos acantilados y fondos marinos que posee Ceuta y al mismo tiempo llenarlos de todo tipo de residuos, microondas incluidos. Primero, porque se dilapida el dinero que todos damos a las administraciones para cumplir su trabajo. Segundo, porque la imagen de la ciudad y de sus vecinos se resiente notablemente.
 

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