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sociedad - SÁBADO, 30 DE AGOSTO DE 2008


La playa de la Ribera. a. samiñán.

SÍNDROME POSTVACACIONAL
 

El regreso a la rutina
hace sus estragos

Tras unos días de descanso y diversión
sin mirar el reloj, dejando a un lado el
sonido del despertador, tanto niños
como adultos no se adaptan con facilidad
al duro invierno padeciendo, en algunos casos, el síndrome postvacacional

CEUTA
Cristina Marzán

ceuta
@elpueblodeceuta.com

La caída de la hoja cada vez está más próxima y acompañada de ella, el regreso a la rutina del duro e intenso invierno. Poco a poco, los lugares de ocio van quedando abandonados, las calles menos transitadas, y la playa, el Parque, los acantilados, respirando tristeza porque la soledad y el frío serán sus únicos acompañantes.

Los más pequeños de la casa han podido gozar de casi tres meses de verano en el que largas horas de juego y los viajes en familia a otros destinos les han facilitado un periodo de descanso, de desconexión y disfrute. Para los adultos, un poco menos; cortas vacaciones en algunos casos o la responsabilidad del hogar. Factores que propician que el relax no sea su arma de defensa. Aunque siempre serán agradecidos esos días en los que el despertador ha quedado guardado en algún cajón y la música, el cine o las salidas nocturnas sin horarios, han cobrado vida. Y aunque la mayor parte de los ceutíes, niños, jóvenes o adultos, desearían que la época estival durase todo el año, la realidad es que la entrada de septiembre hace temblar incluso a una roca.

La rutina, las preocupaciones o el día a día programado son las primeras imágenes que causan la desesperación, el estrés o el agobio cuando hay que regresar a la vida normal. Situaciones que propician el conocido síndrome postvacacional. Un concepto bastante amplio que describe una incapacidad de adaptación al trabajo tras la finalización de las vacaciones, o en el caso de los menores, el recuperar el ritmo del curso y los horarios al despertar o al caer la noche. Este transtorno puede dejarse ver con síntomas o desequilibrios físicos o psíquicos. “El síndrome postvacacional llega cuando empiezas otra vez con la rutina ya que han pasado 15 días, por ejemplo, en los que no has mirado el reloj. En los adultos puede provocar depresión, apatía, el no tener ilusión o motivación o incluso la pérdida del apetito o insomnio”, explicó la psicóloga ceutí, Mª Cristina Querol.

Aunque quienes mejor para explicar lo que se siente y padece al concluir el periodo vacacional, que los propios ceutíes. “El lunes empiezo a trabajar y regreso a las clases con los jóvenes del programa de garantía social. Y el otro día, me dio la pena al pensar que acababa el verano. Los días se hacen más cortos en invierno, hay menos gente en la calle y todo el mundo vuelve a la vida normal, a la rutina”, explicó, en la mañana de ayer, la maestra Raquel Chaves. Otros tantos, ya han experimentado el encuentro con las responsabilidades.

“Ya he empezado con los horarios normales. La vuelta ha sido un poco dura sobretodo el choque después de tantos días sin trabajar y ser consciente. Aunque no lo sufro tanto porque me encanta mi trabajo”, manifestó África Fort, enfermera de urgencias. Claro está que para muchos viene mejor o peor el frío invernal. “Acabo de aprobar las oposiciones, porque soy profesor de secundaria, con lo cual empiezo con alegría. Pero da un poco de estrés el contacto con los alumnos, al principio es lo más duro hasta que no habitúan a las clases”, sintetizó Jaime Salvat.

Y es que en muchos casos, el ambiente en el trabajo o la pasión por la profesión hacen que se haga más ameno. “El síndrome postvacacional no es duradero, depende mucho de las expectativas o el trabajo que tengan las personas. A los que les encanta su labor profesional no tienen ni porqué padecer este transtorno”, añadió la psicóloga Querol. Pero no crean que aunque sean pequeños y no lleven consigo la mitad de las responsabilidades que puede tener un adulto, los niños se excluyan de padecer esta circunstancia porque para ellos también supone un choque frontal habituarse a la rutina.

“Los pequeños también pueden sufrir mucho cuando llega el invierno debido al estrés de los horarios del colegio y las actividades extraescolares. Normalmente, los primeros síntomas que pueden describir el síndrome postvacacional son: tristeza, nerviosismo, falta de sueño, no tener ganas de jugar, llorar constantemente o estar deprimido”, sintetizó la experta. Claro está, que el hecho de ser niño, tiene también sus ventajas y no llegan a padecer las depresiones que pueden diagnosticarse en un adulto. “Los menores, sin problemas de fondo, lo pasan antes que los adultos. El aliciente puede ser el encuentro con los compañeros del colegio, el instituto y en pocos días ya se han adaptado a la normalidad”, añadió la psicóloga.

Aunque quienes mejor que los propios niños o adolescentes para explicar este proceso de cambio. “No tengo ganas de volver al colegio porque no me gusta, me aburro. Y además no se me han echo cortas las vacaciones porque he estado en varios campeonatos de fútbol y también lo hago en invierno”, explicó Nacho Jiménez, de 13 años de edad. Y en edades más avanzadas, con las primeras salidas nocturnas, se nota más el cambio. “No me gusta estudia, ni hacer exámenes, ni levantame temprano. Lo que me gusta es quedarme tirado sin hacer nada o salir con los colegas”, contó Jesús Domínguez.

Siempre hay motivos suficientes para preferir el ansiado verano y dar la espalda a la rutina del invierno. Unos lo llevan mejor, aunque otros, peor. Quizás en estos casos, una de las vías de escape es afrontar la realidad, motivarse y llevar la rutina lo mejor que se pueda.

Aunque los expertos y profesionales de la psicología también pueden echar una mano cuando la depresión, la crisis, el agobio o los estragos de la vida cotidiana se hacen demasiado profundos.
 


Los expertos recomiendan prevenir antes que curar, tal y como indica el refrán

Desde la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (SEMFIC? recomiendan regular los horarios y el reloj biológico los días previos a iniciar el trabajo o el colegio. Organizar y planificar los primeros días para controlar la jornada laboral y familiar. Afrontar la vuelta al trabajo como un nuevo periodo vital en el que se pueden desarrollar actividades para el crecimiento personal. Evitar tener la sensación de que las vacaciones son un estado absolutamente opuesto al periodo de trabajo. Y en el caso de los pequeños, desde los Programas Médicos de Sanitas aconsejan quevuelvan a la rutina normal unas pocas noches antes de que comience el colegio, que participen en la compra de los materiales, que se les ayude en los deberes y que repartan el tiempo.
 

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