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OPINIÓN - VIERNES, 5 DE SEPTIEMBRE DE 2008

 

OPINIÓN / SNIPER

Rachida Dati: el coraje de una madre soltera
 


José Luis Navazo
yebala06@yahoo.es

 

Ser madre, aunque sea lo más natural del mundo, no debe ser fácil; y optar por ser madre soltera aun menos, aunque las consecuencias sean amortiguadas por una buena posición social, política o económica. Vaya pues mi respeto y admiración para aquellas mujeres que decidan encarar la maternidad en soltería, sin el apoyo no ya económico sino afectivo del varón, así como de la respetabilidad que otorga la institución, civil o canónica, del matrimonio. Por ello, la postura de la atractiva ministra de Justicia francesa Rachida Dati confirmando la evidencia, estar encinta, merece todo mi elogio y admiración, máxime cuando en un alarde de elegancia se ha negado tajantemente a revelar la identidad del progenitor, además de enfrentarse a sus raíces religiosas.

Rachida Dati, nacida en Saint-Rémy (París), de ascendencia magrebí por partida doble (su padre es marroquí y la madre argelina), ha dejado alto y claro que es y se siente “francesa de origen francés”, siendo la primera mujer con orígenes magrebíes en asumir la responsabilidad de un ministerio, en este caso en el Gobierno del populista Nicolás Sarkozy. Con el embarazo, que en sus palabras espera consolidar pues “Estoy todavía en un periodo de riesgo. Tengo 42 años”, ha lanzado varios órdagos: primero al sector conservador del electorado francés pero, sobre todo, a sus orígenes familiares. El Islam tradicional admite mal a las madres solteras, que son estigmatizadas y rápidamente excluidas incluso de su entorno familiar, siendo condenadas al ostracismo en un alarde de cinismo e hipocresía, como puede comprobarse en cualquier país islámico del norte de África; mismamente en Marruecos (el padre de Rachida Dati es precisamente marroquí), las madres solteras no gozan injustamente de buena fama (por decoro y respeto a las mismas omito los calificativos), siendo obligadas en muchas ocasiones a ejercer, para sobrevivir ellas y sus hijos, la prostitución u otros trabajos mal pagados. Natural y afortunadamente éste no va a ser el caso de la ministra francesa de Justicia, una mujer bella, culta y elegante que está, con su postura, desbrozando una opción para las jóvenes musulmanas europeas, ayudándolas a enfrentarse a impuestas tradiciones rancias y machistas, inmersas a veces en el fundamentalismo.

El caso que nos ocupa está, también, adornado con no poco morbo, ajeno hay que matizar a la firme y clara postura de la protagonista. Un medio digital marroquí de reconocido prestigio (esa fue mi mayor extrañeza), “L´Observateur”, anunciaba hace dos días de forma nada críptica y sin revelar sus fuentes el nombre del padre de la futura criatura: “No se trata de un marroquí, ni siquiera de un francés. Es un español. Era hace unos años jefe del Gobierno de su país, antes que Zapatero”. El ex presidente Aznar (cuyos nietos, bautizados y aunque el tercero se llame Pelayo, son de ascendencia argelina por parte de su padre A. Agag) no ha tardado en desmentir tajantemente los rumores (“una total y completa falsedad”), prometiendo emprender inmediatas acciones legales contra aquellos diarios que aseguren, expresa o implícitamente, ser el padre de la criatura que espera Rachida Dati. Yo, naturalmente, ni quito ni pongo, expongo, aunque de ser cierto según asegura “L´Observateur” solo atestiguaría el buen gusto de José Mª Aznar.
 

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