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OPINIÓN - DOMINGO, 7 DE SEPTIEMBRE DE 2008

 

OPINIÓN / SNIPER

“Polvorín Marruecos”
 


José Luis Navazo
yebala06@yahoo.es

 

El titular, debidamente entrecomillado, no es mío. Lo tomé prestado de Ignacio Ramonet, quien lo publica en primera plana de la última edición (nº 155, septiembre de este año) de “Le Monde Diplomatique”. Hacía tiempo que no leía críticas tan duras al régimen marroquí y al propio rey, Mohamed VI, en persona. Si el otro día cambiaba impresiones con los responsables de la web “Minuto Digital” sobre la línea editorial de la misma, referente a Marruecos, mira por donde la publicación izquierdista “Le Monde Diplomatique” (en español) coincide en la misma opinión que la citada publicación digital, católica y de derechas. ¿Casualidad…?

Ramonet es particularmente bronco con el “Makhzén”. ¿Tiene razón…? Sí y no. Desde luego el sangrante caso de la estudiante Zahra Budkur, encarcelada en la “siniestra comisaría” (sic) de la popular y turística Plaza Jamaâ El Fna de Marrakech, actualmente en coma por mantener una huelga después de que “Los guardias la obligaran a permanecer desnuda, mientras tenía sus menstruaciones, durante días, delante de sus camaradas”, es para poner los pelos de punta, así como el de Abdelkebir El Bahi, “arrojado por la policía desde lo alto de un tercer piso y condenado para el resto de sus días a la silla de ruedas por fractura de la columna vertebral”, o el de los dieciocho estudiantes “marrakchíes” compañeros de Zahra Budkur, en huelga de hambre desde el 11 de junio en la prisión de Bulmharez: “Algunos ya no se pueden poner en pie, varios vomitan sangre, otros están perdiendo la vista y unos cuantos, en estado comatoso, han debido ser hospitalizados”. ¿Qué hay de verdad en ello…? “In situ” y con tiempo ya les contaré. Sí coincido plenamente con Ramonet en las siguientes líneas: “Sin embargo, desde hace un año, por todo Marruecos se multiplican las protestas”, en un contexto en el que “Tampoco ha cambiado, en lo esencial, la estructura de la propiedad. Marruecos sigue siendo un país feudal en el que unas docenas de familias, casi todas cercanas al trono, controlan -merced a la herencia, el nepotismo, la corrupción, la cleptocracia y la represión- las principales riquezas”. Para el director de la publicación, el citado Ramonet, “Las esperanzas nacidas hace nueve años con la subida al trono del joven rey Mohamed VI se han ido desvaneciendo”. Aquí, permítanme dos matizaciones: pese a todos los posibles excesos, el Marruecos de Mohamed VI no es ni por asomo la autocracia de hierro de su padre, el fallecido Hassán II, además de que -insisto, con todas las críticas que quieran-, en la actualidad sin Mohamed VI el país se deslizaría hacia una guerra civil, con tan solo dos “alternativas”: dictadura militar o república islamista.

Referente al islamismo (político, alegal e insurgente), Ramonet escribe: “Es como si las cancillerías occidentales le dijesen a Rabat: a cambio de vuestra lucha contra el islamismo, se os perdona todo, incluida vuestra lucha contra la democracia”. Sinceramente me parece excesivo, pero sin comentarios. Para acabar, me temo coincidir con el autor en que “Las desigualdades nunca han sido tan grandes, el clima de frustración tan palpable. Y la explosión de nuevas revueltas sociales tan inminente”. En Marruecos, ciertamente, hay muchas, muchísimas cosas por hacer… y lo que, me temo, le falta precisamente al joven soberano alauí… es tiempo.
 

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