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cultura - LUNES, 15 DE SEPTIEMBRE DE 2008


José Ortega Martín (I). a. samiñán.

pintura
 

Un artista sin fronteras

A pesar de las dificultades físicas que ha padecido, el ceutí José Ortega Martín nunca abandonó su pasión por la pintura, hasta el momento en que la pérdida de la visión le hizo abandonar las bellas artes
 

CEUTA
Cristina Marzán

ceuta
@elpueblodeceuta.com

La historia de este artista ceutí está empapada de anécdotas, recuerdos y nostalgias desde la infancia. Una vida que ha manifiestado a través de sus pinturas, sus cuadros, sus mosaicos, y con las obras describe la percepción sensorial de cada etapa.

El pintor José Ortega Martín nació en Estepona donde permaneció a lo largo de su infancia junto a sus cuadernos de dibujo y las acuarelas comenzando a experimentar su pasión por las bellas artes. “Llevo pintando toda mi vida; cuando era pequeño aprovechaba las vacaciones de Navidad, Semana Santa o verano y cogía mi cuaderno y mi estuche de acuarelas. Cuando pasé a bachillerato, saqué sobresaliente en dibujo y a partir de ahí, mi padre me animó para que estudiase Bellas Artes”, explicó el artista.

Una vez pasada la adolescencia y superadas las pruebas de acceso a la universidad, José Ortega Martín, conocido por sus familiares y amigos como Pepe, se trasladó a Sevilla para cursar sus estudios en la Facultad de Bellas Artes. “Saqué tres matrículas de honor, que se dice pronto. Cuando entré en la facultad sólo bastaba el bachiller pero para obtener la titulación completa, es decir, la licenciatura, luego tuve que hacer COU”, sintetizó.

En estos primeros pasos hacia el mundo del arte, el ceutí se decantó por el dibujo figurativo, “porque es el más cómodo para el artista. Pintaba los lienzos con óleo, que me costaba mucho dinero. Pero mi propósito era vender las obras para poder adentrarme y conocer otras técnicas. En este momento ya padecía mi enfermedad que comenzó con la sordera”, confesó. Tras concluir la carrera de Bellas Artes, Pepe dedicó toda su atención al dibujo, comenzado así su primera etapa artística y la búsqueda de un método personal que no fuera igual al del resto de compositores del momento.

“En este primer momento mis pinceladas hablaban sobre temas marinos con caracolas y moluscos. Y más tarde, figuras, bodegones y paisajes naturales. Un día, realizando un bodegón sobre una mesa imaginaria, saqué una pieza de varias vigas, unas ensambladas con otras. E iba dejando unas líneas en blanco dentro del lienzo con el propósito de rellenarlo luego con otro color pero me gustó más dejarlo tal y como estaba. De ahí viene todo el estilo de mis obras, que consiste en dejar esas rayas blancas dentro del lienzo; un estilo que considero personal”, comentó el artista. Tras sus primeras obras, en las que quedó patente la metodología que seguiría Pepe a lo largo de los años, llegó un nuevo desplazamiento, esta vez hacia el país vecino de Ceuta, Marruecos.

Primera exposición

“Pasé muchos años en el continente africano y tras encontrar mi técnica personal y original, fui aplicando colores puros de la marca Titán. A veces los mezclaba pero siempre buscaba colores limpios, de ahí la fuerza de mis cuadros. En mis lienzos predominaron los motivos marroquíes con sentimientos muy fuertes en el terreno del amor de un padre hacia su hijo o entre un hombre y una mujer. En la primera exposición que hice, sobre 1975-1976, vendí todos los cuadros. Logramos que el director de arte del museo de Madrid viese mis obras y reconoció que le había gustado muchísimo. Las calificó como fabulosas y tras su opinión, decidí subir los precios”, concretó. A partir de estas fechas, el artista comienza a padecer los fuertes síntomas de una enfermedad que aglutinó la pérdida de visión completa en un ojo. Ya en 1988, abandonaría la pintura y pasaría a su tercera etapa, marcada por los mosaicos y desarrollada en Ceuta. “El estar mirando fijamente, era imposible. Así que de memoria recordaba que junto a mi estaban los materiales y recipientes e iba pintando sin dejar de mirar al frente, ya que a los 33 años perdí la visión y me quedé ciego”. Concluyendo, con gesto amable: “Me siento realizado, creo que es suficiente todo lo que he hecho. Y ahora, a través del braille, sigo estudiando ciencias o informática con las revistas editadas por la ONCE”.
 

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