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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 17 DE SEPTIEMBRE DE 2008

 
OPINIÓN / COLABORACIÓN

Catacrack

Por Alfonso Durán Domínguez


Quizás estemos viviendo un momento histórico irrepetible, un desplome de las bolsas como el del 29 y nosotros aquí, sin disfrutar del momento. La catarsis de la crisis empieza en la histeria que dejó temporalmente ciegos a nuestros políticos, al Ministro de Economía y el propio Presidente del Gobierno en primer lugar. Ayer miércoles se celebró como estaba previsto el debate sobre la crisis económica que causa estragos en España, también en Ceuta, desde que diese comienzo a finales de 2007.

El Congreso reunido en Pleno dialogó, por lo visto poco más se puede hacer, acerca de una crisis que algunos aun daban por incierta. Durante la exposición de motivos las fuerzas de la oposición centraron el debate en descalificar un paquete de medidas que dan por inútiles; entre estas fueron especialmente criticadas las concesiones autonómicas, el uso con fines políticos de la cuestión inmigratoria, la obsolescencia de nuestros modelos en I+D, así como la tendencia al alza del paro o la persistencia crónica de un modelo económico obsoleto centrado en la promoción del sector servicios o el inmobiliario en franco retroceso. Además junto a la mencionada falta de renovación, la oposición destacó lo infructuoso y equivocado de las inversiones públicas, que por cuantía, desembolso y falta de eficacia nos alejan gradualmente de los primeros puestos de la Unión Europea. Se acusó al Ejecutivo en definitiva de echar balones fuera y lavarse las manos mientras que se planteó como alternativa la reestructuración de la base económica nacional.

¿Cuándo dio comienzo esta crisis? Su génesis se encuentra en algún lugar de cuyo nombre no quiero acordarme; en las fluctuaciones de las divisas relacionadas con el desequilibrio del comercio internacional que provocaron la subida de precios del fuel y los alimentos básicos y por consiguiente el recelo de la banca internacional a la hora de conceder créditos o quizás todo sea nada más y nada menos que una cortina de humo. El caso es que las previsiones son alarmistas se mire donde se mire, ya sea al Tercer Mundo, a los Estados Unidos, a Europa o, a menor escala, a España.

No obstante los políticos, alejándose del “alarmismo”, han sido los últimos en sumarse al acertado diagnóstico que con antelación a los analistas económicos del Ibex 35, ya realizaron proletarios y amas de casa. El pueblo al unísono ha dado un tirón de orejas al

poder político advirtiéndoles que el que avisa no es traidor. Diariamente grandes compañías anuncian el cierre y la retirada a mercados más solventes según intereses comerciales en exclusiva y sin reparar en daños, dejando a sus espaldas un rastro de despidos masivos insoportable. Si contamos con los efectos de la recesión del ladrillo, del gasto medio que se ha notado en, por ejemplo, la inversión turística, el descenso de créditos hipotecarios... se crea un círculo vicioso del que parece difícil salir. Independientemente del sector al que pertenezca, cualquier profesional puede hacer su propio análisis de la situación porque la realidad es la que es: que mientras los precios suben, la cartera permanece igual, los sueldos se mantienen y cada vez resulta más complicado llegar a final de mes. El superávit se ha convertido en el protagonista de ese sueño húmedo que se torna en pesadilla cuando suena el despertador. He aquí la inaplazable necesidad de adoptar un paquete de medidas fiscales sólidas a medio y largo plazo.

Por lo pronto y a la expectativa de unas buenas rebajas, la próxima entrega de este culebrón en la cesta de su compra.
 

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