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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 17 DE SEPTIEMBRE DE 2008

 
OPINIÓN / BREVE HISTORIA DE MARRUECOS

41. Ibn Yasin: del “ribat” a la conquista del Reino Barwata

Por José Luis Navazo


Refugiado en el “ribat” y tras reunir en torno a su figura un considerable número de adeptos, Allah Ibn Yasin se siente lo suficientemente fuerte para, por las fuerza de las armas y con espíritu de “cruzada”, islamizar su entorno. Encarrilar al mundo beréber y a quien se le pusiera por delante dentro de la ortodoxia sunní (escuela jurídica malikí), purificando el Islam de creencias ajenas al mismo. Sin contemplaciones. Comienza la conquista de Marruecos, lanzándose los almorávides -señala Touhami- “a expediciones de guerra santa, expediciones con metas espirituales pero también económicas”. Obviamente. Se atisba incluso ciertos paralelismos con la primera expansión del Islam, en tiempos incluso del mismo Profeta y más tarde con los “Califas Guiados”.

La invasión almorávide sigue dos líneas de penetración, al sur y al norte. En diez años (1042-1052) y al mando de Yahya Ben Omar (quien sucede a Yahya Ben Ibrahim) someten el Sáhara Occidental, mientras que al norte es el propio Allah Ibn Yasin quien, al frente de sus guerreros “velados”, logra debelar entre 1055 y 1056 Sijilmasa, masacrando a los jefes zenatas; en el mismo año se apodera también del Sus, tomando Tarudant. Ibn Yasin, comenta Lugan, “hace romper los instrumentos de música, incendiar las tabernas y los lugares de diversión, suprimiendo igualmente los impuestos no autorizados por el Corán”. Ben Omar muere luchando “encontrando el martirio” (siguiendo la expresión islámica), sucediéndole su hermano Abou Bakr Ben Omar al frente de las tropas. En su marcha hacia la conquista de Marruecos se interponía un valeroso contrincante celoso de sus costumbres (“heréticas” tanto para la ortodoxia islámica como para el fanatismo almorávide), el reino de los bereberes Barwata, en la costa atlántica. En el transcurso de la guerra, el fanático Allah Ibn Yasin muere luchando en 1059 (451 de la Hégira), siendo inhumado a orillas del Bou Regreg (el río que desemboca en la actual Rabat). Tras vencer finalmente, el ejército almorávide se divide en dos fuerzas: Abou Bakr vuelve con la mitad de los guerreros al sur (donde en ciertas tribus prendía la insumisión), peleando contra los negros paganos alcanzando el Sudán, encontrando la muerte en 1061 no sin antes repudiar a su mujer, Zäinab… aconsejándola casarse con su sobrino Yussef; es enterrado modestamente en las montañas de Tagant.

Al norte su primo, Youssef ben Tachfin, ratificado como Emir de los Almorávides prosigue la conquista con el resto del ejército calculado, según algunas fuentes, en unos 20.000 efectivos a los que reorganiza y disciplina: dota a sus fuerzas de caballería, integrando en la infantería a negros y bereberes armados de picas y jabalinas, introduce el uso de la ballesta, así como tambores y estandartes para guiar las maniobras, organizando una táctica de ataques en masa y profundidad. Es aconsejado según la tradición por su nueva mujer, Zäinab, hasta el fallecimiento de ésta en 1071. Combatiendo sin tregua, con una masa de ejército suficiente, entusiasta y disciplinada (el uso de tambores en las batallas se hace legendario), consigue con rapidez poner Marruecos bajo su control. Los Almorávides entran pisando fuerte en la historia.
 

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