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OPINIÓN - DOMINGO, 21 DE SEPTIEMBRE DE 2008

 
análisis

Miscelánea semanal

Por Manuel de la Torre


LUNES. 15


Aprovecho el lunes para contar que el sábado 13 me encontré con Antonio Gil, cuando ya la miscelánea dominical de la semana estaba cerrada, y mantuvimos una conversación sabrosa. Antonio sigue teniendo metida entre ceja y ceja su disparidad de criterios con la ex secretaria general de los socialistas, Antonia María Palomo. Me dijo, además, que había leído lo que escribí sobre la forma de andar de Basilio Fernández y que hasta entonces no se había dado cuenta de ese detalle. Espero que esa descripción no se la haya tomado a mal el presidente del CES, le respondí. Estando con Gil vi pasar a Paco Otero: paisano mío y que estuvo media vida destinado en Ceuta. Me contó que había dejado de pertenecer a la ‘pasma’ y que trabajaba para una gran empresa española en Marruecos. También me dio tiempo a departir un rato con Manolo Blasco. Y estando con él se acercó Germinal Castillo. Y salió a relucir el nombre de Antonio García Gaona por ser muy amigo de él, de Germinal, y muy apreciado por mí. Y no tuve el menor inconveniente en decirle a Germinal lo que yo pensaba en relación con las próximas elecciones a la presidencia de la Federación de Fútbol de Ceuta. Castillo, a su vez, opinó al respecto y me puso al tanto de lo mucho que le gustaría verme dando una conferencia de fútbol. Lo cual ni por asomo entra en mis planes. Aunque nunca se debe decir de esta agua...

MARTES. 16


Llevaba un mundo sin ver a Alejandro Sevilla. Miento: llevaba mucho tiempo sin verle hasta que hace pocos días me lo encontré charlando con Javier Prat – a quien le tengo ley-, pero no pude pegar la hebra con ellos. Pero hoy, cuando salía yo de la magnífica sede de ‘El Pueblo de Ceuta’, me lo encontré y nos dimos el gustazo de charlar el justo tiempo y contarnos lo que creímos conveniente. Alejandro sabe que me cayó bien desde el primer día que nos vimos. Hace la friolera de treinta años. Y, claro, abusa de ese afecto que le profeso. En realidad, hablar con este hombre ha sido siempre un placer para mí. La pena es que nos vemos de higos a brevas. Y así se nos queda antigua la conversación sobre cualquier asunto que hayamos hablado anteriormente. Aun así, mi estimado Alejandro sabe sondearme por si a mí se me ocurre contarle cualquier historieta. Y dado que es muy buen zahorí, siempre consigue dar con cualquier veta política, desconocida para él. Y es que Alejandro es licenciado en saberes, entre otras cosas.

MIÉRCOLES. 17


Si con Alejandro Sevilla hacía un mundo que no hablaba, para qué decirles con Juan Antonio Rodríguez Ferrón. Sí, hombre, el diputado que estuvo al frente de consejerías tan importantes y tan complicadas como la de Gobernación y Fomento. También creo que estuvo un tiempo, aunque tengo mis dudas, en Recursos Humanos. Pues bien, hoy me tropecé con él y allá que nos metimos en hablillas. Noté a Juan Antonio muy relajado. Como para no estarlo, después de haber pasado grandes temporadas en sitios donde el sillón del despacho quema tanto o más que el banquillo de un entrenador de fútbol. Tuvimos tiempo de hurgar en cuestiones de candente actualidad. Y debo decir que tan poco acostumbrado estoy a pegarme una parrafada con Rodríguez Ferrón que estuve a punto de caer en las redes de su ironía. Y es que las personas que aparentan seriedad, al menor descuido, son capaces de quedarse con uno. Menos mal que pronto supe por dónde iban los tiros del ex consejero. Y, por supuesto, defendí los intereses de esta Casa. Fue interesante, sin duda, conversar con él. A ver si repetimos.

JUEVES. 18


A Miguel Sanmiñán lo conocí yo en los años 70. Era maìtre del Hotel La Muralla y pronto nos caímos la mar de bien. Él, cada vez que se tercia, cuenta una anécdota sobre un jugador de un equipo entrenado por mí a quien se le ocurrió decir que el vino servido en la mesa estaba picado. Y la verdad es que merece la pena oírle contar esa historia. Pues lo hace con su estilo peculiar y cada vez interpreta la escena con más salero. Samiñán y su esposa, Elisa Muñoz, a la que le profesamos mucho afecto en nuestra casa, veranean en Ceuta. Y días antes de regresar a Sevilla, donde tienen su residencia, acostumbran a despedirse de nosotros almorzando. Este año, nos han obsequiado con un exquisito salmorejo, hecho por Elisa, que es una artista trajinando en los fogones. Hemos hablado, durante varias horas, de situaciones vividas en tiempos tan lejanos como nunca olvidados. Y ya empezamos a desear que llegue una nueva ocasión para disfrutar de unos momentos que se han convertido ya en tradicionales cuando el verano está tocando a su fin. En realidad, los ceutíes de pura cepa, y Miguel lo es, no necesitan alardear de su origen, sino que lo demuestran cuando están en posesión de ese compás ‘caballa’ que a mí me cautivó desde que puse los pies en Ceuta.

VIERNES. 19


Leo la entrevista que le ha hecho Antonio Gómez a Mohamed Chaib en este periódico. Y debo decir que se ha manifestado sin temor al que dirán... Lo primero que ha destacado es la falta de oposición. Él dice que es la peor que ha habido en muchos años. Luego, en ese apartado de ‘Chaib opina de...’, aunque trate de quedar bien con todas las personas por las que se le pregunta, es evidente que él aprecia mucho, muchísimo, a Luis Vicente Moro y a Pedro Gordillo. Y es que no sólo trabajó junto a Moro sino que cuando lo necesitó, en momento complicado, éste le respondió a Chaib con una entrega absoluta. Así que muy desagradecido sería el actual asesor de la presidencia si no dijera en voz alta los méritos contraídos por Luis Vicente cuando era delegado del Gobierno. Eso sí, méritos que no tienen por qué compartir muchas otras personas. Quede claro. En relación con los halagos que le dedica a Gordillo, no deja de ser una prueba palpable de que éste sabe tratarlo y Chaib, en justa correspondencia, no duda en airear que le tiene en alta estima y valor. Por una razón muy sencilla: uno reconoce al otro en la medida que el otro le reconoce a uno. O sea, que no hay amores ciegos.

SÁBADO. 20


Mohamed Alí lleva una semana anunciando propuestas que llevará al pleno. Son ellas las siguientes: que se rebajen en un diez por ciento los sueldos de los políticos y cargos; instar al Gobierno de la Ciudad a que apele ante el Estado a fin de que la barriada de El Príncipe Alfonso pueda tener una Comisaría de Policía; y que una calle lleve el nombre de Javier Sauquillo. Ésta última propuesta, acordada en un pleno de octubre de 2006, parece ser que se hará realidad. De lo cual me congratulo. Lo que no entiendo es por qué se ha demorado tanto la confirmación por parte de la consejera de Cultura, Mabel Deu. Pues ella, mujer sensible donde las haya, ha perdido mucho tiempo en comunicarle al jefe de la oposición que Sauquillo tendrá su calle en una ciudad donde hay reconocimientos a mansalva y se le cuelga una medalla al cuello al primero que arriba a Ceuta y regala cuatro frases comunes a favor de los que gustan de oír tópicos de sacristía y de buenas costumbres. Vamos, señora, Deu, no pierda el menor tiempo y rotule una calle con el nombre de quien fue asesinado y antes de morir dio ejemplo de hombría y amor por su mujer y el hijo de ambos.
 

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