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OPINIÓN - VIERNES, 26 DE SEPTIEMBRE DE 2008

 

OPINIÓN / EL OASIS

La calle
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Es sabido que el mejor periodismo se hace transitando la calle. En ella no valen las prisas ni salir dispuesto a conseguir a toda costa una noticia relevante o el rumor más preciado. El asfalto hay que pasearlo como si a uno no le fuera nada en el empeño por enterarse de asuntos con los que dar vida al trabajo diario de publicar.

Pasear la calle ha sido siempre una gozada para mí. Máxime en una tierra donde la gente acostumbra a barzonear y se forman corrillos, se intercambian saludos y hasta es posible que me quepa la suerte de hallarme con personas que me cuentan hechos que se pueden airear y otros que suelen quedar en la parte de la memoria que sólo cobija material clasificado.

El miércoles pasado, día de la Merced, mi paseo fue recompensado con creces. Lo primero que me ocurrió es ser requerido por Mohamed Chaib, a quien no había visto durante mi caminar, para charlar un rato de modo sosegado y en sitio agradable. Lo hablado, lógicamente, tomó aposento en ese rincón de seguridad donde se aloja todo lo que tiene valor, precisamente, por el mero hecho de no contarlo.

Se acercó a saludarnos Clemente Cerdeira Morterero, a quien le pregunté si le había costado mucho trabajo volver a tomar las riendas de su bufete. “Manolo, dijo él, si es lo que he hecho durante muchos años... La verdad es que me puse al día tan pronto como me senté en mi despacho”. Y es que Cerdeira estuvo, como bien saben ustedes, dos años en la Delegación del Gobierno y gozando de toda la confianza de Jenaro García-Arreciado. De quien me transmitió recuerdos, debido a que habían estado comiendo en Roche y parece ser que mi nombre salió a relucir a los postres.

En realidad, mi relación con el político onubense se mantuvo dentro de las reglas del juego y con la más absoluta cordialidad. En ocasiones, cuando a él le podía su estado emocional y salía a saldar cuentas pendientes, a veces con mucha razón pero a pecho descubierto, a mí me daba por no azuzarle sino que trataba de indicarle que no era el modo de actuar en esta ciudad. Y él, que lo entendió muy bien, jamás me puso cara desaborida ni, mucho menos, echó mano de la socorrida actitud desabrida cuando nos veíamos. Que fueron, la verdad sea dicha, pocas veces. Tal vez las necesarias.

En cuanto finalicé mis cambios de cromos con Chaib, asesor de la Presidencia y conocedor de los entresijos de la ciudad sobradamente, me dio por entrar en el hotel Tryp y me encontré en la sala de estar con José Fernández Chacón. El cual formaba un aparte con Sergio Moreno, asesor; y con el director Provincial del Ministerio de Educación, Política Social y Deporte en Ceuta, Aquilino Melgar.

El delegado del Gobierno, que suele transmitir serenidad a su alrededor, me reconoció haberse sulfurado por ponerse en duda la labor investigadora de la Policía en el caso de los exámenes filtrados. Puesto que esos funcionarios sólo deberán rendir cuentas de sus pesquisas al juez. “Es la primera vez, desde que estoy en Ceuta, que algo me ha sacado de quicio”, aseveró. Luego, Fernández Chacón, refiriéndose al INEM, también tuvo palabras para recordarme que en esas oficinas se estaban haciendo las cosas bien...
 

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