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Desde los albores de su historia
el mundo musulmán inauguró además de una nueva era, la de la
Hégira (oficialmente emigración, históricamente “huída” de
Mahoma, desde La Meca a Medina), institucionalizada por el
califa Otmán retrotrayendo su comienzo al 16 de julio de 622
e inaugurando, desde entonces, un nuevo calendario
básicamente lunar, de 12 meses. Al suprimir el Profeta en la
“Peregrinación del Adiós” (año 10/631) el mes intercalar
correctivo del antiguo calendario arábigo lunisolar, el
nuevo calendario musulmán pasó a tener doce meses lunares
de, alternativamente, 29 y 30 días que suman un total de 354
días; dado que el año lunar es sinódico, sobrando anualmente
8 horas, 48 minutos y 36 segundos, este tiempo se corrige al
añadir un día al último mes del año 11 veces por periodos de
30 años; es decir, cada tres años había que añadir un décimo
tercer mes con el fin de evitar que las fiestas, muy
relacionadas con la agricultura y la ganadería, se
desplazasen de su estación. El calendario islámico es pues
un calendario lunar, los años se componen de 12 meses
lunares o lunaciones, y forma ciclos de 30 años, de los
cuales son bisiestos los años, 2º, 5º , 7º ,10, 13º ,16,
18º, 21º, 24º, 26º, y 29º.
Los días empiezan al salir el sol y terminan con su ocaso,
dividiéndose los periodos de la jornada por la oración
ritual (cinco veces al día), particularmente coincidiendo
con los momentos astronómicos básicos, la salida del sol, el
cenit y su puesta, mientras que en su denominación alienta
la huella judeocristiana, denominándose con un número
ordinal derivado de los cuatro primeros números a partir del
domingo, que sería el primer día de la semana (ahad), el
lunes, segundo (itnayn), el martes, tercero (tlata), el
miércoles, cuarto (arba), el jueves, quinto (jemis), el
viernes o día de la reunión (yawm al-yamaa) y el sábado (sab)
equivaldría al “sabbat” judío, del que toma el nombre de
séptimo día.
Los meses del calendario son los siguientes, como puede
observarse muy ligados a las condiciones geográficas y
materiales de la Península Arábiga preislámica así como a la
ideología de la nueva religión, pues cinco de estos meses
son declarados sagrados llevando pues, junto con la
marcación del tiempo y las labores agrícola-ganaderas, una
considerable carga religiosa: 1º: Muharram o mes sagrado, en
el que se conmemora la Hégira; 2º: Safar o mes de la partida
a la guerra; 3º: Rabei al-awal o mes de la primavera, en el
que se celebra el nacimiento de Mahoma; 4º: Rabi al-thani o
mes de la continuación de la primavera 5º: Yumada al-ula o
mes de la sequía 6º: Yumada al-thaniyah o mes de la
continuación de la sequía 7º: Rajab o mes de respeto y
abstinencia; 8º: Shaabán o mes de la germinación; 9º:
Ramadán o mes del gran calor, periodo de ayuno colectivo
obligatorio y en el que se busca la “Noche del Destino”
entre las últimas diez noches impares; 10º: Shawwal o mes
del emparejamiento de los animales, cuyo primer día se
celebra el Eid al-Fith, fiesta del rompimiento del ayuno;
11º: Dhul Qhada o mes del descanso 12º: Dhul Hijjah o mes de
la peregrinación, el noveno día es de ayuno y el décimo es
el de Pascua (Eid al-Adha), con el sacrificio ritual del
cordero. También a lo largo del año, se dedican ciertas
noches a la veneración y estudio de los dogmas y misterios
del Islam, “la última religión revelada” por el “último
Profeta”, Mahoma, antes del “Fin de los Tiempos” (véase).
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OPINIÓN / DICCIONARIO IDEOLOGICO DEL ISLAM
