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OPINIÓN - DOMINGO, 12 DE OCTUBRE DE 2008

 

OPINIÓN / EL OASIS

La “clase media”


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Quien haya leído a Aristóteles, aunque sea por encima, sabrá la predilección que tenía por la “clase media”. Esa clase que había intentado en varias ocasiones imponer en Atenas sus puntos de vista y que se definía como intermediaria entre los ricos, llevados por el egoísmo y la ambición, y los no propietarios, carga y amenaza para el Estado.

Según Aristóteles, esta clase es la que asegura la estabilidad al Estado, permanece fiel a las leyes y desconfía de los arrebatos pasionales. Y ve a sus componentes como los más cualificados para gobernar. Aristóteles se limita, pues, a pedir a un buen gobierno que proteja al pobre de la opresión y al rico de la confiscación. Y a la “clase media” que gobierne lo mejor posible los intereses de todos.

España durante muchos años careció de clase media. Algo que pagó bien caro en el siglo XIX. Fueron los militares de graduación, entonces, quienes se instalaron en ella pero con tendencia a convertirse en burguesía. Y anduvieron siempre metidos en asonadas que dejaban al país exhausto de enfrentamientos.

La obsesión de Franco fue contar con una clase media fuerte. Con el fin de mantener la paz duradera de los victoriosos. Pero hasta los años sesenta no se empezó a ver de qué manera los innumerables pluriempleados sacaban la cabeza y daban ya señales de estar más lustrosos que los pobres.

La “clase media” actual es muy fuerte. Aunque debemos tocar madera a partir de ahora. Y en Ceuta se nota mucho. Cierto es que ésta se nutre del sector terciario. Y los funcionarios, por tanto, se llevan la palma. Luego hay un grupo de comerciantes destacados y así hasta ir descendiendo en la escala social. En la cual impera la economía sumergida y la pobreza sin cuento.

Lo reseñado a vuelapluma, como ustedes comprenderán, está hecho de memoria y de manera superficial. Y me he atrevido a ello para referirme a lo siguiente: cuando las recientes lluvias torrenciales, fui testigo de cómo las autoridades no le prestaron la menor atención a la inundación del garaje de la Gran Vía. Como si los daños que las aguas estaban ocasionando allí, no les preocuparan en absoluto. Cuando la misión de los políticos consistía no sólo en personarse en los sitios más humildes sino también en los que gozan de cierto bienestar.

Formulo esta queja en defensa de los componentes de la “clase media”, dentro de sus variadas vertientes, para a su vez recordarles a sus miembros que no todo pueden ser satisfacciones en una ciudad cuya situación ofrece enormes ventajas pero asimismo inconvenientes que jamás podrán erradicarse por completo.

Verbigracia: la furia del Estrecho, cuando sus aguas son azotadas por el viento, entra dentro de esas desventajas a las que me acabo de referir. Y contra la que no cabe más que decidir en el momento oportuno si merece la pena embarcarse para celebrar fuera de esta tierra un puente largo. Cuando las previsiones atmosféricas son las que son. Bien distinto será cuando existan necesidades imperiosas de hacerse a la mar.

Lo ocurrido a bordo del buque Las Palmas de Gran Canaria, de Acciona-Trasmediterránea, es muy grave. Y las autoridades han de reunirse para asumir sus culpas y darlas a conocer. Y la “clase media” debe saber estar en momentos así...
 

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