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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 15 DE OCTUBRE DE 2008

 

OPINIÓN / SNIPER

Polonia, un poco más cerca
 


José Luis Navazo
yebala06@yahoo.es

 

Llegó a mi domicilio en Tetuán, por correo y apenas unas horas antes, la invitación de la UNED-Ceuta para la apertura del Curso Académico 2008-2009, firmada al alimón por mi respetada y atractiva Isabel Deu, en su calidad de Presidenta del Consorcio Rector y mi buen y querido amigo, Fernando Jover. Con el macuto todavía a cuestas, la maleta entreabierta y los efectos personales sin recoger tras la última salida, difícil era que pudiera acercarme a Ceuta, siempre ciudad querida, a participar del feliz evento. Sirvan pues estas líneas a modo de justificación de mi ausencia. Siento además perderme la lección inaugural, “Polonia, frontera oriental de la Unión Europea”, a cargo del corresponsal de la Agencia EFE en el país, Ignacio Temiño y que a buen seguro será un éxito.

Empareda entre dos colosos, Alemania y Rusia y a excepción de las montañas de los Sudetes, Polonia está cruzada por una gran y fértil llanura sin defensas naturales salvo las cuencas de los ríos Oder Vístula, lo que no ha facilitado precisamente el mantenimiento de su independencia. El país sucumbió en 1939 a la brutal invasión combinada de los ejércitos alemán (1 de septiembre) y soviético (17 de septiembre), dando comienzo a la II Guerra Mundial. A estas alturas todavía ignoro las razones franco-inglesas (los historiadores aducen el protocolo adicional secreto del pacto militar anglo-polaco, del 25 de agosto) para declarar las hostilidades al Tercer Reich, absteniéndose sin embargo de hacerlo a la URSS. El resto es sabido: desde las heroicas cargas de la caballería contra los tanques de Guderian, a la fría y calculada masacre de la oficialidad polaca (más de cuatro mil hombres) durante la primavera de 1940 en las fosas de Katyn, cerca de Smolensko, por el Ejército Rojo, para desembocar finalmente en el levantamiento del gueto judío de Varsovia, abandonado vergonzosamente por los Aliados a su suerte. Por no hablar de los campos de exterminio de la población judía europea (Treblinka y otros), que filonazis como el actual presidente de la República Islámica de Irán, Ahmadineyad, aun se atreven a cuestionar, mientras amenazan impunemente ante la cobardía y pasividad de la comunidad internacional con rematar la obra de Hitler, destruyendo el Estado de Israel.

País de fuerte acervo católico, su movilización por el líder sindicalista Lech Walesa y el sindicato “Solidaridad” (con el decisivo y nada disimulado apoyo del Vaticano, siendo Papa el polaco Karol Wojtila, Juan Pablo II) llevó a abrir una grieta en el seno del comunismo polaco, propiciando su caída y arrastrando luego con ella, tras la debacle del Ejército soviético en Afganistán, el fin de la URSS. ¿La revancha de Dios, en este caso el Dios cristiano..?. La realidad es que, desde entonces, Dios y sus diferentes formulaciones (con el Cristianismo y sobre todo bajo el Islam) dentro de la fenomenología de las religiones se ha convertido en un actor político de primera fila. Polonia fue un desencadenante (junto a Irán, Afganistán, Argelia…) de lo que podríamos denominar “teología revolucionaria alternativa” (por diferenciarla de la asumida por el Poder), que no ha dejado de convulsionar el mundo desde entonces. Habría sido muy interesante haber podido hablar con Ignacio Temiño sobre qué resta, actualmente, de todo aquel fervor religioso-nacionalista en la muy católica y muy fiel patria polaca.
 

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