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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 22 DE OCTUBRE DE 2008

 
OPINIÓN

La sinfonía de la confusión

Por Antonio Gómez


Son varios los meses, unos tras otros, en los que parece haberse abierto la temporada de veda contra el viceconsejero de Recursos Humanos, Angel Javier Díez Nieto. Asisto diariamente a la bien estudiada y planeada sinfonía de la confusión orquestada desde los sindicatos, unos más que otros, atentando y enjuiciando o, peor aún, dejando en entredicho, la honorabilidad de este político con argumentos basados en presunciones de ilegalidades varias en su quehacer diario al frente de una más que ‘cojonuda’ área de responsabilidad que siempre estuvo dominada por la coacción sindical frente a la laxitud del ejecutivo elegido de turno.

La eliminación de las bolsas de trabajo, ese pozo donde nadaban perfectamente las centrales sindicales, provocó la apertura de la caja de Pandora y con el la irreal crisis ‘social’ que se pretende lanzar mediáticamente para acogotar a un Ejecutivo que siempre se ha caracterizado por la mesura y por huir de escenarios de bronca premeditada. Pues bien, a raiz de quedar fulminado el granero de apoyos a los sindical, esto es las bolsas de trabajo; la batalla sindical se inició.

Más comedida UGT, todo hay que decirlo, CCOO se lanzó con todo. Un terreno donde le gusta jugar al gurú de las igualdades, Juan Luis Aróstegui, el permanente teórico e históricamente incapaz de llevar a la práctica -cuando pudo- la aplicación de sus teorías. Conocedor de la muy escasa memoria histórica de este pueblo, anunció, tras el suceso destapado de la filtración del examen psicotécnico que el gobierno no iba a salir indemne de esta situación y que poco a poco se irían dando a conocer detalles de presuntas irregularidades. UGT otorgaba callando.

Pero, decía, que asisto a una sinfonía de la confusión y una estrategia de descrédito y atentado permanente contra la figura del viceconsejero de Recursos Humanos de la Ciudad Autónoma de Ceuta. Y esto debo reconocer que me produce una sensación de incomprensión y de lamentable indignación por cuanto conozco al personaje como para asegurar que pasa por ser uno de los de mayor integridad y honestidad de los que he conocido a lo largo y ancho de esta trayectoria mía personal que se remonta a la década de los ochenta. Y así va a ser la opinión personal que tengo de Díez Nieto hasta que un juez me demuestre lo contrario [situación que veo altamente complicada]. Aún veo peor la muy escasa contundencia del Consejo de Gobierno en defensa de quien, pese a no ser consejero, lleva el peso, bien pesado por cierto, de un área nada fácil y complicada, viciada desde hace décadas.

No soy capaz de comprender, en estos momentos de grave crisis económica y financiera; en la que los bolsillos de todos los ciudadanos medios de esta ciudad pasan por complicaciones supremas para llegar a fin de mes, el que las centrales sindicales no muestren una mínima intención de tregua en sus, seguramente, justas reivindicaciones -o no- como para colaborar en este proceso para salvar la economía de la Ciudad.

La batalla sindical planteada, de tener un gobierno capaz de afrontar dificultades valorando el dejar ‘heridos’ en el camino [es muy difícil, casi imposible gobernar para el gusto de todos], podría derivar en que el Ejecutivo asumiera los consejos que sistemáticamente desoye, desde el CES, en el sentido de externalizar servicios para evitar los constantes incrementos salariales que acabarán por torpedear la economía del Ayuntamiento. En algún momento alguien deberá poner freno, en aras al bien general [situación en manos del Gobierno], para enfrentarse a lo que debe ser considerado como una deslealtad sindical con la sociedad.

Es muy complicado que la sociedad no salga dañada como consecuencia de la dificultad que tiene el Gobierno de conjugar la realidad de su personal interno con los del resto de trabajadores de la ciudad. Hasta el punto que si algo hay bien claro como objetivo personal de los ciudadanos jóvenes ceutíes es trabajar para el Ayuntamiento. La sociedad parece tender a dos castas bien definidas, la del personal interno del Gobierno y sus empresas, y la del resto de la sociedad.

Que como consecuencia de una toma de decisión firme que tienda a situar la realidad y la legalidad por encima de los intentos de evitar la bronca se produce una guerra abierta con los sindicatos, será responsabilidad sindical.

Hay que tener en cuenta que el sustento municipal básicamente viene del otro submundo ceutí, el del personal no funcionario (trabajadores por cuenta ajena o por cuenta propia, pequeños y medianos empresarios...) y, por supuesto, de la financiación estatal y europea.
 

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