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OPINIÓN - VIERNES, 24 DE OCTUBRE DE 2008

 

OPINIÓN / SNIPER

Nuestro aliado en Marruecos
 


José Luis Navazo
yebala06@yahoo.es

 

La guerra entre los países musulmanes moderados e, incluso, la interpretación oficial del wahabismo saudí, contra la deriva del terrorismo islamista va camino de ser a tumba abierta. Lo anunciaba hace días sin ambages en su portada “L’Observateur du Maroc”, un semanario de reciente creación editado en Casablanca y dirigido por Ahmed Charai: “La guerra de religión está lanzada”, refiriéndose a la profunda reforma del campo religioso lanzada una vez más, paso a paso, por Mohamed VI. En Arabia Saudí era el ministro de Interior, príncipe Nayef ben Abdelaziz, quien acaba de informar que al menos 991 islamistas radicales serán juzgados próximamente, acusados de actos terroristas en el país natal de los Saud.

En Salé volvían a ser presentados este lunes ante la Corte de Apelación los miembros de la célula “Fath Al Andalus”, acusados además de los delitos de costumbre por “atentar contra los valores sagrados”, matiz que debería hacer reflexionar a más de uno. A la vez y también en Salé era llevado ante el juez de instrucción un peligroso terrorista, Hassan El Haski (también apodado “jeque Hassan” y “Abou Hamza”), cofundador del “Grupo Islámico Combatiente Marroquí” (GICM) e implicado en los atentados del 16 de mayo de 2003 en Casablanca y del 11 de marzo de 2004 en Madrid; condenado a catorce años de prisión en España, había sido trasferido temporalmente a Marruecos en septiembre para un nuevo juicio. El Haski veló sus armas en Afganistán, viviendo también en Damasco (1995) y París (2004), siendo arrestado el 17 de diciembre de 2004 en Canarias (donde se había trasladado en abril) por la policía española, tras ser alertada por los servicios franceses. La cosmovisión del Haski y los suyos es reveladora, pues su odio a Europa y los Estados Unidos es parejo al que siente hacia nuestros amigos y aliados, en primer lugar Marruecos con su rey y los suyos a la cabeza: para los terroristas de la nebulosa “Al Qaïda” y empleando su terminología, “Los hijos de Occidente en el Maghreb”.

En esta lucha confusa, larga y dolorosa contra el terrorismo nuestro más firme y próximo aliado es nuestro vecino del sur: Marruecos y la Casa Real. Mohamed VI está empeñado, superando numerosas dificultades, por modernizar el país peleando, a brazo partido, contra el oscurantismo religioso y el terror. Bajo su mandato el Reino de Marruecos seguirá siendo, obviamente, un país de innegable referencia islámica… pero en ningún caso “islamista”. Por ello, erosionar o torpedear los notorios esfuerzos y la imagen del Rey de Marruecos, en tanto que Amir Al Moumenim, entre la emigración de origen marroquí asentada en España o, incluso, la ciudadanía española de confesión musulmana en Ceuta, es no solo injusto sino torpe pues, a corto plazo, supone arrojar piedras contra el propio tejado. España, el vecino del norte, es un aliado importante de Marruecos en su lucha contra el islamismo extremista, antesala del terror; y Marruecos es, para España, un vital aliado para controlar las redes islamistas radicales que no dejan de tejer, en Ceuta mismo y ante la estúpida autocomplacencia de ciertas autoridades, una espesa tela de araña. Con los tiempos marcados. Vamos, una infiltración de manual de los años cincuenta. “¿Cómo es esto posible”?, me dirán. Les contesto con una pregunta: ¿quién, próximo a las autoridades primero centrales y ahora de la Ciudad, estari’a haciendo de Caballo de Troya…?.
 

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