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OPINIÓN - DOMINGO, 26 DE OCTUBRE DE 2008

 

OPINIÓN / EL OASIS

El cuento del alfajor
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Mohamed Alí e Inmaculada Ramírez deben fiscalizar cuantas acciones emprendan los gobernantes locales. A fin de que éstos sientan en la nuca el aliento de quienes buscarán por todos los medios encontrar la menor prueba de irregularidad para airearla a los cuatro vientos.

La oposición está en su perfecto derecho de ir socavando la estabilidad del Gobierno presidido por Juan Vivas. Cuanto mejor sean los políticos de la oposición más confianza tendremos los ciudadanos acerca de que los miembros del gobierno están controlados. De lo contrario, muchos de ellos podrían hacer de su capa un sayo. Y aun así...

Pero también es tarea de la oposición analizar detenidamente hasta qué punto les merece la pena denunciar porque sí a quienes gobiernan. Tal vez porque tema, si no lo hace, ser tachada de débil o de no enterarse de nada de cuanto acontece en la ‘Casa Grande’. Y, desde luego, para no dejar de salir en los medios. Pues los políticos saben, y mucho más quienes no se sientan en la bancada del poder, que sin ocupar espacio en los medios están perdidos.

Las denuncias de los adversarios de quienes gobiernan, incluso las más nimias, han de estar revestidas de cierto interés general y hasta deben contar con un porcentaje de credibilidad elevado. De no ser así, su propalación más que ayudar a la causa de los oponentes pueden situar a éstos en el camino del efecto bumerán.

Verbigracia: Mohamed Alí proclama, en una nota de prensa, según le leo a Gonzalo Testa, que ha pedido al Hotel Tryp la factura del pago de la comida de los compromisarios del PP, celebrada el sábado pasado. Lo cual no me parece mal. Pues conviene que UDCE-IU meta la cabeza en ese asunto para evitar que cualquiera hubiera pensado en alguna componenda para hacer posible que la comida de un acto del partido la terminaran pagando los ciudadanos. Hasta ahí todo iba bien.

Aunque, por lo leído, a Alí le parecía que una denuncia así, tan escueta, no merecía la pena trasladarla a la calle. Y decidió añadirle una secuencia que le diera a su escena política –de oposición- un interés desmedido. Y lanzó el siguiente mensaje: Pedro Gordillo y Guillermo Martínez han estado a punto de llegar a las manos el sábado pasado, porque uno de ellos quería pagar la comida de compromisarios del congreso del PP en el Tryp con “dinero público”.

Sin percatarse el hombre fuerte de la oposición municipal, MA, que lo de la pelea no sólo sobraba sino que, además, ponía en entredicho el conocimiento que él pueda tener, que será muchísimo, de quien es quien dentro del PP y, concretamente, del Gobierno.

Veamos: si a Gordillo se le hubiera pasado por la cabeza pagar la comida del sábado pasado, celebrada en el Tryp, a su manera, a lo mejor el consejero de Economía y presidente del Consejo de Administración de la sociedad pública propietaria del Tryp, hubiera intervenido para aconsejarle sobre la conveniencia de si esa fórmula era la más adecuada y... nada más.

Pero tratar de hacernos creer que Martínez, un peso ligero dentro del partido, estuvo a punto de cruzar sus guantes con Gordillo, quien da en la báscula como semipesado -válgame el símil boxístico-, es querer contarnos el cuento del alfajor.
 

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