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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 29 DE OCTUBRE DE 2008

 

OPINIÓN / EL OASIS

Las cosas claras...
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

La Asociación Deportiva Ceuta sigue teniendo su importancia en una ciudad donde los aficionados llevan mucho tiempo soñando con un ascenso que se viene resistiendo. El equipo, salvo dos temporadas de infaustos recuerdos, ha jugado varias promociones a fin de obtener el tan ansiado pase a la Segunda División A.

En uno de los partidos claves, el nunca olvidado de El Ferrol, fue un árbitro, de cuyo nombre nadie quiere acordarse nunca cuando sale el asunto a relucir, el que privó a la ADC de conseguir el logro de un ascenso que se busca cada temporada con mucho ahínco.

La última oportunidad fue en Gerona. Aunque en el campo de Montivilí las causas de la derrota fueron muy claras: el equipo no supo estar a la altura de las circunstancias y desaprovechó una ocasión que ni pintiparada para alcanzar ese premio final que habría hecho las delicias del presidente de la Ciudad. De quien no hace falta decir lo mucho que supone para él el primer equipo local.

Todas las promociones para ascender jugadas por la ADC fueron vividas con suma normalidad. Como si, en realidad, fuera una obligación que el equipo consiguiera cada temporada clasificarse en puestos que le concedieran ese derecho. Y todos los intentos fueron criticados acerbamente. Nada que ver, por supuesto, con la actitud que se mantuvo tras finalizar los encuentros con los gerundenses. Hasta el punto de que la derrota en Gerona pareció más bien una victoria y se celebró como hazaña un acontecimiento deportivo al cual nos había acostumbrado ya una directiva anterior, durante varias temporadas. Las cosas claras y el chocolate espeso.

Y aún hubo más: algunos pecaron de excesivos al otorgarle al entrenador un escudo o medalla, no acabo de enterarme, de la ciudad. Cuando jamás antes había sido distinguido ningún otro técnico de igual manera. Lo cual me hace pensar que quienes aprobaron esa medida fueron buscando premiarse a sí mismos por sentirse los verdaderos protagonistas del éxito que les parecía haber jugado una fase de ascenso. “Y si un partido político se atribuye el mérito de la lluvia, no debe extrañarse de que sus adversarios lo hagan culpable de la sequía”.

Por lo tanto, bien harán quienes vieron en tan pocos meses de trabajo que Benigno Sánchez era un dechado de virtudes y una enciclopedia de conocimientos futbolísticos, en tener la paciencia necesaria para soportar con estoicismo la mala racha de un conjunto que, indudablemente, está dando pruebas de desorden táctico generalizado. En el cual no vamos a entrar para no aburrir a la clientela y porque no creemos que sea ‘El oasis’ el espacio adecuado para describir tal desbarajuste con minuciosidad y lo más entendible posible, para los aficionados.

Hay entrenadores, a ver si nos enteramos de una vez, que pueden incluso ganar un campeonato sin que sean lumbreras en el banquillo. Los entrenadores, por más que los haya propalando lo contrario, dan la verdadera medida cuando empieza el partido y se ven obligados a resolver los problemas que plantean los rivales o bien necesitan corregir los errores propios. Es entonces, en esos momentos de la contienda, cuando los técnicos se ganan con sus decisiones el respeto de quienes comparten asiento a su lado. Y es lo que debe ser tenido en consideración.

Cualquier otra cosa es secundaria; es decir, que sea amable, modoso, muy católico o del partido x. A ver si nos enteramos.
 

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