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OPINIÓN - VIERNES, 31 DE OCTUBRE DE 2008

 

OPINIÓN / SNIPER

De Larache vengo ahora
 


José Luis Navazo
yebala06@yahoo.es

 

Donde en el Tercio he servido. Y traigo conmigo a una mora que por mí pierde el sentido”. No se me inquieten, no les voy a cascar la vieja canción de sabor legionario cuya letra conozco al dedillo. Pero de alguna forma hay que empezar y esto es, a veces, lo que más cuesta. Al final salí de la luminosa capital del Lucus, la vieja Larache asomada airosa al Atlántico, poco antes de media mañana, camino de Tetuán y Ceuta. Lucía el sol y una brisa fresca y húmeda, procedente del mar, impregnaba el ambiente. Tras pasar Dar Chaoui, con su antiguo acuartelamiento morisco de los tiempos del Protectorado emboscado en la colina, el tiempo fue cambiando y al alcanzar Tetuán las nubes remoloneaban ya por la cresta del Gorguez, si bien la sierra del Hauz se recortaba, limpia, en el horizonte y Ceuta, ciudad querida, destacaba nítidamente sobre un fondo azul. La carretera estaba tranquila, con poco tráfico y sin controles ni siquiera en el cruce de la autoruta Tánger-Casablanca; solo a la altura del río Ayacha, por la ruta del anterior, una solitaria pareja de la Gendarmería Real apostada en la cuneta seguía, displicente, el escaso paso de vehículos que transitaba.

El tiempo ha refrescado, el campo luce verde y los embalses están, por fortuna, llenos de agua. Las autoridades están en alerta pues la Dirección de Meteorología Nacional (DMN) anuncia, a partir de mañana, unas condiciones meteorológicas “fuertemente lluviosas” acompañadas de importantes perturbaciones atmosféricas primeramente en la región Norte, para desplazarse posteriormente a las zonas Oriental y Centro del país. Solo las inundaciones de la semana pasada dejaron, oficialmente, 28 muertos y un reguero de daños materiales. Disfrutaré pues estos días, en los que voy a tener que devorar algunos centenares de kilómetros, de la naturaleza desatada. No sé ustedes, pero abrigado y con el coche en condiciones disfruto más del otoño que del verano: hay menos agobios de gentío y, retomando mis raíces, disfruto conduciendo “a la asturiana”, por estrechas carreteras, con las nubes batiendo las montañas y la lluvia salpicando, cantarina, en el capó; una breve parada para estirar las piernas, un caliente té y un plato de kefta junto a un prudente traguillo de orujo de la petaca (por estas tierras no hay controles de alcoholemia)… y, ¡”yala”!, a continuar ruta.

Al final pasé a recoger a mi viejo y entrañable amigo Benazuz (el doctor Azzuz Hakim) para acercarnos juntos a Ceuta, donde ésta tarde tiene que impartir una conferencia de la que supongo leerán ustedes hoy, a posteriori, una reseña en la prensa, dentro del ciclo organizado por la Fundación Hispano-Marroquí Al Idrisí, la Ciudad Autónoma y la UNED, dedicado a este geógrafo universal de noble abolengo nacido y muerto en la Perla del Mediterráneo, sobre cuya figura (sin duda la más destacada de la cultura islámica en su campo) se organizaba en Tetuán, allá por el año 1953, un primer coloquio internacional auspiciado por el “africanista” Tomás García Figueras, a la sazón consejero cultural del Protectorado español y desarrollado por un destacado elenco de hispanistas marroquíes, moderado por un entonces joven Azzuz Hakim. ¡Ay la vida, qué corta es y cuán rápido pasa…!: “Juventud, divino tesoro, ¡ya te vas para no volver!. Cuando quiero llorar, no lloro… y a veces lloro sin querer”. Glosábamos a Rubén Darío, saliendo esta tarde a la Bahía Sur por la Antigua Calle de la Morería, Azzuz Hakim y un servidor de ustedes.
 

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