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sociedad - DOMINGO, 2 DE NOVIEMBRE DE 2008


grupo de amigos. a. samiñán.

DÍA DE LA MOCHILA
 

Más paraguas que fiambreras en un
Día de la Mochila pasado por agua

Una vez más, la lluvia y el mal tiempo impidieron disfrutar de un fin de semana de acampada, tradición y costumbres
 

CEUTA
Cristina Marzán

ceuta
@elpueblodeceuta.com

Una vez más, la lluvia y el mal tiempo impidieron disfrutar de un fin de semana de acampada, tradición y costumbres en el Día de la Mochila. Tanto el monte Hacho como García Aldave mostraron una apariencia desoladora, de tristeza y decepción, ya que no llegó a 300 el número de ceutíes que acamparon en las montañas verdosas de la tierra. Aunque eso sí, los pocos que se instalaron a pie de monte lo hicieron con entusiasmo e ilusión ya que cualquier recoveco era bueno para salvaguardarse del temporal, comerse unos frescos bocadillos e incluso platos cocinados, sin faltar las bolsas de castañas, nueces y resto de frutos secos.

Montañas desiertas pero mojadas por la incesante lluvia y un resplandeciente color verde que endulzaba las miradas, cada vez más tristes por dejar pasar una celebración como es el Día de la Mochila por las desventuradas condiciones climatológicas.

Así se presentó la jornada de ayer en los parajes de García Aldave y el monte Hacho, casi despobladas de mochileros en la fecha de Todos los Santos. Claro está que los más aventureros, en su mayoría jóvenes, decidieron apostar por una día diferente. Fue el caso de las casi diez acampadas registradas en García Aldave, concretamente frente al mirador de Isabel II, el monte de la Tortuga y las pistas anexas, totalmente enfangadas y bajo un cielo encapotado que cada vez adquiría un tono más grisáceo.

Deambulando por la zona, las primeras tiendas de campaña. Un conjunto de 14 jóvenes de entre 15 y 21 años colocando una enorme lona para albergarse de la lluvia. “Lo importante es echar un día de campo con los amigos y pasarlo bien porque vinimos ayer pero era imposible quedarse por el temporal. Así que hoy hemos traído bocadillos, tortillas de patatas y muchos frutos secos porque está la cosa como para hacer fuego”, bromeaba la mochilera Carolina Parada. Sendero arriba por los caminos movedizos, una excursión de adolescentes buscaba su hueco para instalarse; todos muy decididos a pasar la noche bajo la luna y las estrellas y un entorno de naturaleza viva. “En las mochilas llevamos las casetas, mucho chocolate, patatas, bocadillos y todo tipo de frutos secos: pipas, pistachos, castañas, nueces, pasas. Aunque truene nos vamos a quedar aquí hasta mañana porque para eso hemos traído música, cartas, parchís y en este día hay que disfrutar, que es una vez al año”, comentaba la joven pandilla.

En los aledaños del monte de la Tortuga, en casas abandonadas, muchos otros hicieron sus apaños y montaron una fiesta particular. “Nos hemos reunido unos diez colegas y tenemos aquí nuestro techito, la música en los coches, las bolsas de frutos secos y estaremos por aquí hasta la madrugada”, explicaba Carlos ‘Tomate’.

Justo en el piso de arriba, una familia buscava su recoveco. Por las escaleras, un exquisito aroma a guiso caliente y en la mesa todo tipo de delicatessen. “Hemos llegado sobre las nueve y media de la mañana para pasar el día con los niños pequeños, frutos secos, perdices en escabeche cazadas en Ceuta y hasta el perro ha querido venir. Si no hubiera llovido habríamos acampado porque lo venimos haciendo los sesenta años que tengo”, argumentaba Manuel Chaves. Los más completos de García Aldave fueron las tres parejas con un pequeño que aprovecharon otra de las casas abandonadas para montar su propio chiringuito. Tres casetas de campaña en el interior del recinto en ruinas, mesas y sillas de playa e incluso una pequeña barbacoa de carbón vegetal para toda una acampada de sobresaliente. “Llegamos el viernes sobre las tres de la tarde, limpiamos todo esto y con cartones y lonas tapamos los huecos para que no entrase la humedad y lo cierto es que no hemos pasado ni frío. Unos cinco kilos de carne para todos, los frutos secos y muchas ganas de diversión para este Día de la Mochila”, contaba entusiasmado José Antonio Galán.

En definitiva, más paraguas que fiambreras en un Día de la Mochila pasado por agua pero que transcurrió con normalidad.

Sin contratiempos graves


“No ha habido ninguna llamada de emergencia importante. Simplemente algunos coches que han quedado atrapados en el barro y los hemos sacado. Hemos realizado inspecciones por la zona pero todo ha transcurrido con normalidad”, informó Rafael Rodríguez, cabo de servicio del Cuerpo de Bomberos.

Los agentes de Protección Civil mantuvieron la jornada bajo control a través de los dispositivos de GPS incorporado a los diferentes vehículos de seguridad y que manipulaban a través de redes informáticas. “Con ellos damos cuenta de la longitud y latitud de cada acampada, del número de personas que en ella se encuentran y controlamos todos los movimientos por si ocurre algo”, explicó Juan Moreno, coordinador adjunto operativo. E incluso en Cruz Roja, “sólo hemos atendido un rasguño y tres lesiones musculares”, concluyó Isabel Brasero.
 


Las familias anónimas consiguieron su objetivo: salir del fango movedizo

Sabían que la acampada, por las malas condiciones climatológicas, sería prácticamente imposible pero la tradición y la ilusión de las pequeñas por llegar al campo y celebrar el Día de la Mochila no evitó el intento de acercamiento de estas familias anónimas que quisieron pasar una tarde en pleno monte pero, desgraciadamente, el fango impidió la jornada. “Se han quedado los coches atascados porque el campo está demasiado mojado”, explicaba entre risas la matriarca. En la expedición a García Aldave iban tres todoterrenos con un total de diez personas, de ellas, dos menores locas por una tarde de juego y dormir bajo el capote de la noche. Nada más descender por la carretera anexa a la Asociación Betel los vehículos quedaron atrapados por el fango movedizo teniendo que llamar al servicio de emergencias. Mientras llegaban los bomberos, las risas y carcajadas para tomar la situación con un poco de humor fueron las protagonistas. “Traíamos las tiendas y todo, incluso los bocadillos preparados. Y al final, nos hemos quedado sin Día de la Mochila y encima sin vehículo”, bromeaba una de las mujeres. El cuerpo de seguridad tardó poco en llegar a los aledaños de Betel para solucionar la situación pero fue inevitable que los rostros de las pequeñas no reflejasen tristeza y decepción. “Teníamos muchas ganas de venir porque el año pasado dormimos aquí, jugamos todo el día y estábamos esperando”, lamentaban María y Paola. Todo ello sobre la una de la tarde aunque afortunadamente, casi una hora después, los gestos de alegría aparecieron por el Chorrillo. Los todoterrenos, pitando, y las familias anónimas gritaban: ¡Por fin hemos salido, ya tenemos vehículo!. Otra anécdota más para no olvidar una nueva edición del Día de la Mochila.
 

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