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OPINIÓN - JUEVES, 6 DE NOVIEMBRE DE 2008

 

OPINIÓN / EL OASIS

Sobre frustraciones y ciclotimias
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Bien saben ustedes, y si no yo se lo digo, que estuve trabajando en ‘El Faro’ más de una década. Por lo tanto, conozco vida y milagros de esa Casa. En la cual siempre se procuró darle matarile a todos los periódicos que deseaban abrirse camino en esta ciudad. A mí me tocó sufrir el cierre de ‘El Periódico de Ceuta’ cuando Francisco Fraiz y Rafael Montero gobernaban el Ayuntamiento de manera tan despótica como interesada.

El editor del periódico decano, en sus mejores años, convirtió el escupir hacia arriba en una adicción; hasta que un buen día se encontró con que los salivazos regresaban cada vez con más celeridad a posarse encima de su testa. Es lo que suele suceder cuando uno se cree a pie juntillas que goza de un poder omnímodo que le otorga el derecho de ir aniquilando a todos los prójimos que se le pongan por delante.

En un momento determinado, el hombre que se creía el editor de periódicos locales más importantes de la España de los noventa, principió a darse cuenta de que jamás podría conseguir el cierre de ‘El Pueblo de Ceuta’. Que los tiempos estaban cambiando y que al frente del nuevo medio estaba alguien dispuesto a no venirse abajo por más que las trabas que le iban poniendo fueran tan seguidas cual complejas.

La llegada del Gil a la ciudad fue un momento clave para poner a prueba los arrestos de José Antonio Muñoz. Una prueba del nueve que éste pasó con nota alta y que dejó tocado de un ala a un Montero que empezaba a dudar de sí mismo en todos los aspectos. Tantas dudas, en alguien que hasta entonces se consideraba todopoderoso, fueron generándole además un principio de ciclotimia; es decir, un estado de trastorno del ánimo que oscila entre pasajes de optimismos exagerados para caer, luego, en el extremo opuesto.

Con la moral muy baja, vino un día RM a pedirme que había que procurar por todos los medios acabar con el presidente de la Asociación Deportiva Ceuta. Y había que hacerlo argumentando que en este club el presidente hacía las cuentas del Gran Capitán. Mi respuesta no se hizo esperar: Jamás diré yo nada en contra de las cuentas de la ADC mientras que el gerente del ICD, Víctor Iñiguez, siga declarando que no sólo son correctas sino que, además, cuentan con el beneplácito de una auditoría hecha por una firma de prestigio.

En aquellos días mantuve, la hemeroteca lo recoge todo, un enfrentamiento con Luis M. Aznar, director entonces de ‘El Pueblo de Ceuta’, por defender a Montero de las diatribas que Luis Manuel echaba contra él. Que eran tantas y tan furibundas que el editor del decano vivía en un estado de tensión que me preocupaba.

E hice por Montero, aún conservo los escritos con los cuales salí en su defensa, lo que él no fue capaz de hacer conmigo cuando un día me vejaron en plena calle tres salvajes, al encontrarme trabajando para su periódico. Aunque, como yo no sé odiar, me propuse a partir de entonces esperar mi momento para abandonar una Casa que estaba dirigida por una persona cuya frustración era tan evidente como para entorpecer el buen funcionamiento de un periódico que se sigue vendiendo porque en la vida la tradición continúa imponiéndose a la racionalidad. Montero, con sus ataques a Muñoz, demuestra que está en plena crisis. Lo sentimos mucho.
 

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