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OPINIÓN - JUEVES, 6 DE NOVIEMBRE DE 2008

 

OPINIÓN / SNIPER

Casablanca: un acto en la Cámara de Comercio
 


José Luis Navazo
yebala06@yahoo.es

 

El lunes continuaba lloviendo abundantemente y, según algunas informaciones, la cabaña de corderos se habría visto afectada ahogándose numerosos animales. Mal rollo cuando se avecina la Pascua musulmana, fiesta grande en el Islam, por ser el preámbulo de una subida en los precios; el año pasado el “hawli” familiar (“jauli” pronunciado, para que me entienda el lector en Ceuta) me salió por 1500 dirhams y, según ya me advierten, un rollizo hijo de oveja de poco menos de doce meses puede costar ahora sensiblemente más; por si fuera poco, el euro está cotizando a la baja. Apañados vamos.

Pero yo hoy iba a escribirles de la intervención el pasado lunes a las 19.00, en el céntrico y moderno salón de actos de la Cámara Española de Comercio, Industria y Navegación de Casablanca, sita en la calle Faïdi Khalifa (no es muy conocida, pero si se acercan pregunten mejor ustedes por la “rue Lafayette” o, en todo caso, la antigua casa de España, de infausto recuerdo y llegarán sin problemas), de una pormenorizada conferencia sobre el “Convenio Hispano-Marroquí de Seguridad Social” de 8 de noviembre de 1979 (con entrada en vigor el 1 de octubre de 1982), a cargo del Consejero de Trabajo de la Embajada de España (y antiguo ministro) Eduardo Martín Tovar, acompañado en la mesa por el Cónsul General de España en la capital económica del Reino, Juan Armando Andrada, Juan García en representación de la Cámara y el asesor técnico J.L. Pérez. Sobrado de forma y fondo, sin acento malagueño pero con indudable talante “boquerón”, Martín Tovar supo salir al ruedo abordando con didáctica y gracejo, de forma pormenorizada, un tema de por sí árido y de casuística compleja, que fue seguido con expectación por la cincuentena de asistentes; como en los toros, “dos orejas” por lo menos. Con apoyo gráfico, el conferenciante fue desgranando los aspectos generales del convenio así como los protocolos adicionales y numerosas excepcionalidades, pensadas para un momento en el que vivía en Marruecos una colonia española de cierta importancia y, al contrario que hoy en día, la emigración marroquí en España era escasamente significativa. Después de un animado y polémico coloquio, en el que Martín Tovar aclaró las situaciones partiendo de una realidad empírica dominada por la economía (“las cuotas, finalmente, son las que determinan las prestaciones”), salieron a relucir otros protocolos firmados por Marruecos con Francia y Holanda, países con un alto porcentaje de partida de población de origen marroquí, así como el nuevo convenio actualmente en fase de negociación entre la Unión Europea y Rabat. Entre cierta expectación, el público asistente abrumadoramente español aprovechó para seguir manteniendo añejas reivindicaciones (“comprendidas” por el conferenciante), pues la percepción existente es que los trabajadores españoles en Marruecos deben afrontar notables y enojosas dificultades en este campo.

En el patio del centro, presidido por una artística fuente azulejada típicamente marroquí y al que se sale por puertas presididas bajo modernos arcos de medio, de notorio sabor “andalusí”, la lluvia salpicaba con ritmo y ganas. Casablanca anochecía mojada y húmeda. Mañana, Inch´Aláh, será otro día.
 

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