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OPINIÓN - SÁBADO, 8 DE NOVIEMBRE DE 2008

 

OPINIÓN / MIS COSAS

Mis cosas
 


ADE
ade
@elpueblodeceuta.com
 

Cuando alguien quiere entrar en combate en una guerra que, además, ni le va ni le viene, sólo por defender las migajas que sobran en el plato del amo, lo primero que tiene que hacer es saber a qué enemigos se enfrenta y qué armas necesita para poder entrar en batalla sin salir, como dicen cuando los perros huyen ante su enemigo, con el rabo entre las piernas.

Me da pena cuando veo en la primera línea de fuego, a todos esos que el amo envía a combatir, pero sin que él dé la cara por su enorme cobardía.

No entiendo cómo aún hay personajillos del tres al cuarto que se lanzan al ataque, con una pequeña lastiqueras, enfrentándose a tanques, sólo porque el amo así lo ha decidido. Todos ellos me recuerdan a la época de Kunta Kinte, esclavos maltratados y prestos, siempre, a las órdenes recibidas del amo de la plantación

El amo de la plantación, cuando algunos de esos pobres esclavos, realizaban algo que podría perjudicarle, salían corriendo hacia la casa del otro terrateniente, para decir y si era necesario jurar, juraba por todo lo que hubiese que jurar, que él no había intervenido en nada, que eso era cosa exclusiva del esclavo de turno.

Hoy día, a pesar de que la historia de Kunta Kinte, hace épocas que pasó, siguen existiendo esos amos que corren como posesos, a ver al terrateniente de turno, para jurar que ellos no han intervenido en nada, que esas son cosas del esclavo.

Y en cuanto llegan a la plantación, llaman al esclavo, ordenándoles seguir haciendo lo que, por supuesto, él había ordenado realizar. No crean que es una historia de novela, es una realidad como la vida misma que existen, aquí en esta tierra, sin ir más lejos, esa clase de amo y esa clase de esclavos, que con una falta enorme de personalidad, se venden por las migajas sobrantes del plato del amo

Un amo, que el día que no le convenga a sus intereses, que es lo único que le preocupa dará, a esos esclavos, una patada en el trasero poniéndolos a los píes de los caballos sin preocuparse, ni poco ni mucho lo que pueda ser de ellos.

Lo más lamentable, de toda esta situación, es que a los terratenientes a los que va a ver de prisa y corriendo, derramando si es necesario alguna lágrima de cocodrilo, sabiendo que les está mintiendo, les escuchan y, además, le dan todo su apoyo, defendiéndoles, llegado el caso, de esos malos esclavos que contradiciendo la órdenes del amo, hacen cosas por su cuenta. Manda… la cosa

Estos últimos terratenientes también existen, para vergüenza de todos los que miramos, sin creernos, que eso pueda existir. La verdad, es que siento vergüenza ajena al tener que calificarlos.

Mejor hago caso de la sabia de mí abuela que, ante todas estas actuaciones, incomprensibles por cierto, acostumbraba a decir “Dios los cría y ellos se juntan, como las buenas yuntas”.

O mejor aquella frase que decía, cuado veía a algún personajillo del tres al cuarto, tomar algunas decisiones. Siempre decía:”Dios le da pañuelos al que no tiene mocos” ¿Dios mío, cuantos pañuelos has tenido que repartir por estos andurriales!. Y punto.
 

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