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OPINIÓN - MARTES, 11 DE NOVIEMBRE DE 2008

 

OPINIÓN / EL OASIS

El éxito de Juan Vivas
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Alguien dijo que el éxito es como el wisky: la primera copa tonifica, la segunda excita, la tercera trastorna y la cuarta tumba. Juan Vivas sigue saboreando las mieles de esa primera copa. Echando mano de su consabida voluntad, primordial en casos así, permanece aún estacionado en esa primera fase propiciada por sus victorias electorales. Lo cual no deja de tener un valor incuestionable.

Los éxitos de Vivas en las urnas no han conseguido ponerle ebrio de poder. No le han trastornado en absoluto. De ahí que a estas alturas pueda destacar que la presidencia de la Ciudad no le ha cambiado su carácter ni lo ha convertido en autoridad atrabiliaria ni tonante. Trastornos, por otra parte, muy habituales entre quienes, de la noche a la mañana, se sientan en el sillón donde sólo ellos pueden hacerlo.

Los éxitos que no van acompañados de muchas envidias son, sin duda, menos valorados. De modo que ya es posible saber que los de Vivas se cotizan al alza gracias a que los tristes sentimientos de Aróstegui han conseguido ganar adeptos que se distinguen por estar amarillos y flacos porque muerden y no comen. Algo por el estilo dijo Quevedo.

Esa aversión contra Vivas, por ser un triunfador en su tierra, con lo que ello significa, por parte de las personas que, sin querer, hacen más bonita y llamativa la carrera política del presidente de la Ciudad, la está combatiendo éste no sólo con su forma de ser sino con otra manera de actuar que no se viene proclamando. Quizá porque no interesa o bien porque nadie se ha percatado de esa actuación del hombre a quien sí se le achaca un deseo enorme de presidir todos los actos habidos y por haber. En realidad, se le atribuye un afán desmedido por figurar.

En cambio, no he leído ni oído, todavía, la carencia de ambición que muestra Vivas al desechar la idea de ocupar cualquier otro cargo que podría ser compatible con el que ostenta. Carencia de ambición y prueba fehaciente de estar en posesión de un sentido común acorde con la enorme responsabilidad que reconoce tener y el enorme compromiso que ha adquirido con su pueblo.

Alguien, muy cercano a Vivas, me decía fechas atrás que a mí me gusta mucho hacer comparaciones. Pero es que a veces, como en el caso que nos ocupa, no hay más remedio que echar mano de ellas, dado que suelen ser tan efectivas como aclaratorias. Verbigracia: comparemos a Juan José Imbroda, una vez más, con Juan Jesús Vivas. El primero, además de presidente de la Ciudad es presidente de su partido, el PP, y asimismo Senador. Al segundo, sin embargo, jamás se la ocurrido la idea de atesorar tanto poder. Entre otras razones porque sabe que abarcarlo todo le obligaría a ir delegando poder en su tarea principal: la defensa de los intereses del pueblo que le ha votado mayoritariamente y que lo seguirá haciendo hasta que él se canse.

¿Se cansará Juan Vivas de ser presidente de la Ciudad? Presidente de una tierra en la cual le nacieron y que nunca se le cae de la boca allá dondequiera que esté. Sí. Aunque tal decisión sea tenida como algo que no entra en sus cálculos por ahora. Cuando ello ocurra, créanme, habrá terminado la historia más bonita entre un alcalde y su pueblo. Desde aquella otra que acabó como acabó... Pero hay más: creo que aún no ha nacido un sustituto de su categoría.
 

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