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OPINIÓN - JUEVES, 13 DE NOVIEMBRE DE 2008

 

OPINIÓN / SNIPER

Marruecos: el 16% para Defensa
 


José Luis Navazo
yebala06@yahoo.es

 

El pasado lunes el ministro delegado de Defensa (en Marruecos no hay ministro propiamente dicho, siendo el cargo ejercido de facto por el Rey), Abderrahmán Sbaï, presentaba en el Parlamento el presupuesto para el año 2009, previsto en 35 mil millones de dirhams (un euro, once dirham al cambio actual). Ello representará el 16% del presupuesto de inversiones del Estado, duplicando ampliamente el gasto previsto para el ministerio del Interior con lo que, entre la seguridad interna y externa, el Reino de Marruecos consume la bagatela de ¼ parte de su presupuesto, equivalente al 5% del PIB (Producto Interior Bruto) desde el año 2005 (durante 2003 y 2004 el porcentaje en defensa del PIB era, respectivamente, del 4 y el 4,80%). A título de ejemplo, en 1980 los gastos en defensa consumían el 17,4% del presupuesto global del país. Por dar otra cifra, cercanos como estamos al pasado aniversario de la “Al Massira Jadra” (La Marcha Verde), advirtamos que entre 1985 y 1991 el coste del despliegue de las FAR en el Sáhara Occidental (las “Provincias del Sur” para Marruecos), rondaba la cifra de ochenta millones de dólares al mes.

Dos serán los ejes sobre los que gravitarán los gastos, además del monto dedicado al personal, reorganizando las nuevas misiones de las Fuerzas Armadas Reales cara al doble enemigo que contempla la revisión de la doctrina de defensa marroquí adaptada a las nuevas amenazas del escenario internacional, tanto en el exterior... como el interior. Si por un lado se contempla la adquisición de equipamiento militar de última generación (aviones F-16, fragatas…), así como un redespliegue de las tropas en nuevas bases (en el área del Estrecho destaca el puerto -y helipuerto- de la Marina Real, al oeste de Alkasarseguer), por otro se habrían arbitrado recursos para conjurar la penetración del islamismo radical en el seno del ejército. ¿Cómo?: primero dignificando el salario y condiciones de vida de oficiales y tropa (construcción de pabellones militares de uso familiar, sobre 80.000 alojamientos) y, en segundo lugar, desarrollando los servicios de inteligencia interna así como elaborando cursos y seminarios permanentes de formación para salvaguardar a los militares del gravísimo peligro (abordado ocasionalmente en esta columna) de la lenta, pero perceptible, “iranización” del ejército, “inmunizándolos intelectual e ideológicamente contra el extremismo”, como señala “L´Economiste” con acierto en un reciente editorial al hilo de las palabras del joven soberano alauí Mohamed VI, citadas el lunes por Sbaï en el Parlamento de Rabat: “consagrar la conciencia religiosa moderada” en el seno de los rangos del ejército, “inmunizándolos contra las diferentes tendencias que no respetan los principios del rito malekita y los valores del justo medio”. Con todo, la oficialidad marroquí ha ido evolucionando en los últimos tiempos de la “caña” y el “cubata” a la externidad, cuando menos, religiosa: no hay más que ver la masiva afluencia de uniformados (inusual no hace tanto) a la mezquita situada en las cercanías del Estado Mayor de la Defensa en Rabat, así como la reciente construcción de oratorios en varios cuarteles. ¿Un nuevo signo de los tiempos…?.

¿Enemigos exteriores?. Desde luego, Argelia y el Frente Polisario, infiltrado crecientemente por el salafismo yihadista próximo al terrorismo de “Al-Qaïda”. España, afortunada y obviamente según fuentes solventes, no es ya considerada pese a ciertos históricos desencuentros como ninguna amenaza potencial.
 

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