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OPINIÓN - LUNES, 17 DE NOVIEMBRE DE 2008

 

OPINIÓN / LAS NOTAS DEL QUIM

Escritos amargos
 


Quim Sarriá
quimsarria@elpueblodeceuta.com

 

Vengo de una reunión, en Sitges (Barcelona), en la que se ha tratado de muchos temas entre los que destaca el dedicado a la violencia doméstica en general y el posterior comportamiento de los protagonistas.

No he quedado satisfecho al salir de dicha reunión. Muchos de los que participaron, desde víctimas de la violencia de género hasta víctimas de bandas terroristas amateurs y profesionales, mantienen un carácter totalmente amargado y rencoroso, a pesar de que se les ha resuelto la vida de maravilla y el grano de su problema, o bien desapareció completamente o bien purga sus culpas en cierto calabozo.

He notado que muchos mantienen el ánimo de la venganza cotidianamente regado para que no decaiga ni un momento y que une a esa compostura un esfuerzo por despreciar profundamente las más sencillas reglas de la convivencia… todo porque alguien sobrepasó, para mal, una relación.

Que uno haya sido objetivo de un atentado y que ese atentado resultara fallido, no le da derecho, en absoluto, a tomarse la justicia por su propia mano contra cualquier persona que esté en el lugar contrario al que desea la persona que se siente víctima.

Tampoco es de recibo que amenacen, desprecien o ultrajen a quién no puede, ni tiene, por qué hacerle un favor, sea éste mediante su influencia o… en otras palabras meter de matute al interesado o a un familiar en lo que se tercie y que sea de promoción oficial y pública.

Hay mucha gente que se la da de periodista pero que usa ese término para su provecho propio en vez de utilizarlo en lo que de verdad es el destino de las informaciones. Utiliza tal condición para escribir artículos en defensa de su supuesto honor mancillado; de unos derechos propios inexistentes; de unos deseos largamente perseguidos pero no obtenidos porque no entran dentro de la moderación y la justicia.

Esta clase de gente se parapeta en su condición de víctimas para exprimir el limón hasta dejarlo como la piel bacalao totalmente seca y aún quiere ir más allá. Con el acumulamiento del jugo se construye su propio carácter ácido y que sólo conduce a hacerlo más agrio y fermentdo que a nada llega.

Sí es de recibo que si se sienten humillados, o simplemente descontentos por la actitud de cierta persona o autoridad, o si se creen insuficientemente compensados por los sufrimientos que pudieran haber tenido… ya saben que el único camino de solventarlo es el camino que lleva a los Juzgados. Andar ese camino parece, a la vista de lo que hacen, descartado y prefieren manchar folios con sus fobias contra quienes consideran culpables de los desaguisados humanitarios.

Esa clase de gente están contra las memorias históricas que revelan datos de cierta época, pero no están en contra de su propia memoria histórica con ánimos revanchistas o simplemente para obtener lucro de manera eterna.

Que retiren el saludo de quienes actúan u opinan de diferente manera, y que conocen largamente, solo hace que salgan retratados, quienes así lo hace, como unos seres despreciables indignos de recibir, siquiera, una felicitación de Navidad.

Se nota en las personas que fueron víctimas, desde luego no todas, que se les ha subido el humo a la cabeza y ven unos derechos, que ya están suficientemente cumplidos por otra parte, que creen pisoteados, cuando la verdad es que el conjunto de tales derechos ya no tiene razón de existir.

Ciertamente, el trabajo de los psicólogos y/o psiquíatras no da resultados con este tipo de víctimas no víctimas. Muchos tienen bien apretadas las tuercas del rencor con la vista fija en sacar todo el jugo posible del mermado limón. Aunque juren y perjuren que siguen una senda de altruismo, que en realidad es inexistente, en un alarde de parecer más victimistas de lo que son.

Tengamos la fiesta en paz. Por mi parte me olvido de esa reunión y no miraré a las víctimas como tales, sino como ciudadanos corrientes que son en realidad. No estamos en zona siciliana y la “vendetta” no es buena consejera. Suele retorcer las mentes.
 

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