PortadaCorreoForoChatMultimediaServiciosBuscarCeuta



PORTADA DE HOY

Actualidad
Política
Sucesos
Economia
Sociedad
Cultura
Melilla

Opinión
Archivo
Especiales  

 

 

OPINIÓN - JUEVES, 20 DE NOVIEMBRE DE 2008

 

OPINIÓN / SNIPER

¿Y si Dios es mujer?
 


José Luis Navazo
yebala06@yahoo.es

 

Reordenando, para variar, libros y papelajos me topo con la tesis de la antropóloga Nancy Turner, quien allá a mediados de la década de los ochenta avanzaba un novedoso planteamiento antropológico sobre el papel de la mujer como motor de la evolución humana en su libro “Madres, utensilios y evolución humana”. Turner sostiene el vital papel de las hembras en la recolección de alimentos, su almacenamiento y el reparto de los mismos, así como en la fabricación de utensilios de piedra y hueso, factores vitales que habrían incidido en la evolución anatómica del género humano y en el desarrollo de los factores de humanización de la nueva especie. La antropóloga norteamericana señala, implícitamente, algo ya sabido: el papel determinante de la mujer en la alborada de la cultura y su rol de “sexo fuerte”, aunque la fama se la apropie el hombre que logra imponerse, con el tiempo, en base a la fuerza.

El nacimiento de la espiritualidad humana en los cultos primigenios apuntan, primero en el Paleolítico (dejando a un lado las hábitos funerarios practicados por los neandertales) y luego en el Neolítico, la aparición de abundantes esculturas de figuras femeninas, sin rostro pero con los caracteres sexuales muy acusados, que muy probablemente indican un culto familiar-clánico; es decir, puede afirmarse la presencia inicial del culto a una divinidad femenina, como reseña E.O. James: “Con la transición que se produjo del estadio en que el hombre tenía que buscar su sustento a aquél en que lo producía, el principio femenino siguió predominando en todo lo concerniente a los misteriosos procesos del nacimiento y de la generación”. De ahí se saltaría al culto, procedente de Asia Menor (también practicado en el valle del Indo, cultura de Mohenjo-Daro), a la Gran Diosa-Madre, muy numeroso bajo diferentes formas y nombres que irradiando desde Creta, su centro de gravedad en el Mediterráneo, se extendió a Egipto, Malta y España (cultura de los Millares, en Almería y otras). Por el contrario, el desarrollo de un dios masculino creador y excluyente, alternativo a la arraigada creencia en la diosa-madre- es relativamente creciente y con origen muy focalizado (Oriente Medio), comenzando a desarrollarse -e imponerse- a partir del Tercer Milenio antes de la Era Común.

Ya sé que parto con el enunciado de la columna de un apriorismo dogmático común al pensamiento religioso, que invierte el razonamiento y las pruebas sin demostrar, en ningún caso, aquello que afirma, la supuesta preexistencia de una deidad (póngale el lector nombre) además de plasmar una dicotomía entre la teórica idea de Dios y las interesadas formulaciones de (todas) las religiones establecidas, puras vendedoras de viento. Mi idea es solo llamar la atención sobre la marginalidad de la mujer, teológica y práctica, en las religiones reveladas. En el Corán la mujer es inferior (al menos un poco…) al hombre y, en el Catolicismo, las mujeres son discriminadas para puestos jerárquicos, ni tan siquiera pueden ser sacerdotes… Una clara vulneración constitucional, ¿no les parece?. Retomando el hilo, se advierte en el seno del Catolicismo una ola de recuperación del culto mariano, a la Virgen (la figura de María es también altamente valorada en el Corán), en clara competencia con la idea-fuerza, más abstracta, de Jesucristo. ¿Una vuelta, sutil, al origen del culto a la Gran Diosa-Madre…?; ¿y si Dios, en el principio y final, resultara que es mujer…?
 

Imprimir noticia 

Volver
 

 

Portada | Mapa del web | Redacción | Publicidad | Contacto